LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 32: LAS PIRÁMIDES DE LOS DIOSES Y LOS REYES, PARTE 6. EL CORONEL VYSE, EL FALSIFICADOR, PARTE 2
ByOskarele
Las pirámides de Gizeh son singulares, entre otras cosas, por la ausencia de cualquier tipo de ornamento o inscripción – con excepción de las pinturas encontradas, supuestamente, por Vyse.
Si los albañiles no tuvieron el menor reparo en pintar con tinta roja en aquellas cámaras por encima de la cámara del Rey, ¿por qué ninguna inscripción fue hecha en la primera de ellas, el compartimiento descubierto por Davison en 1765?
El caso es que en aquellas cámaras si había marcas de albañiles y canteros (flechas, líneas de posicionamiento y pequeñas señales), todas en posición horizontal, algo logico, pues, cuando fueron hechas, las pequeñas cámaras aún no estaban cubiertas y se podía estar en pie, caminar de un lado para otro y pintar las marcas sin trabas. Sin embargo, las inscripciones de Vyse están orientadas cabeza abajo o verticalmente, como si el que las hizo necesitara inclinarse o agacharse para poder hacerlas dentro de aquellos compartimentos bajos (la altura varía de 0,40 a 1,34 metros en la cámara de lady Arbuthnot y de 0,67 a 1,10 metros en la de Wellington).
Pero además, los cartuchos y títulos reales pintados eran borrosos, groseros y excesivamente grandes. La mayoría de los cartuchos tenía de 80 a 90 centímetros de largo y cerca de 30 centímetros de ancho, a veces ocupando la mayor parte de un bloque de piedra (como si el escriba necesitara de todo el espacio disponible). Esto contrasta con la precisión, delicadeza y perfecto sentido de la proporción de los jeroglíficos egipcios, evidentes en las verdaderas marcas encontradas en esos compartimentos.
Mas pruebas: salvo algunas marcas en el canto de la pared este de la cámara de Wellington y algunas líneas sin sentido y el contorno parcial de un pájaro en la pared este de la cámara de Campbell, Vyse no encontró ninguna inscripción en las paredes este de los compartimentos.
Eso es bastante extraño.
Especialmente cuando se considera que fue excavando un pasaje en el lado este como Vyse consiguió penetrar en las cámaras… ¿Qué pasa? ¿Es que no es posible que los albañiles de la Antigüedad anticipasen que un día un inglés iría a entrar por ese lado este y tuvieron la gentileza de no escribir en esas paredes para que las inscripciones no fueran dañadas?
¿O será que la persona que las hizo prefirió usar las paredes intactas, olvidando las destruidas por la polvora?
Esta claro, analizando todo este movidón lo que pasó: Vyse estaba empeñado en encontrar algo que le llenase de honor y de fama, mas cuando ya se había gastado una buena pasta intentándolo. La tumba de Campbell, descubierta por el despedido Caviglia, estaba generando no sólo piezas deseadas por los museos de todo el mundo si no marcas de cantera y jeroglíficos que despertaban gran interés por parte de los egiptólogos.
Vyse estaba desesperándose.
Finalmente consiguió penetrar en las cámaras, hasta entonces desconocidas, pero descubrió que eran exactamente iguales a la primera, encontrada por Davison, y que estaban vacías, sin ningun tipo de ornamento en las paredes.
¿Qué demonios iba a exhibir al mundo después de tantos gastos?
Así que entre Vyse y su colega Hill se curraron unas pinturas falsas, que para colmo, estaban erradas, (alrededor de 1830 la egiptología aún estaba en su infancia y nadie sabía de hecho cual sería el dibujo jeroglífico correcto para el faraón que Herodoto había llamado "Keops"), y callaicos, con nocturnidad y alevosía las pintaron en las cámaras recién encontradas.
¿Y como explicar lo de los dos nombres? Poco familiarizado con la escritura jeroglífica, quien hizo las pinturas debió llevar consigo algún libro escrito por un especialista en el asunto, del cual copiaría los símbolos. La única obra de ese rollo mencionada, a menudo, en las crónicas de Vyse es “Materia Hieroglyphica”, de sir John Gardner Wilkinson, publicada en 1828 (9 años antes). Pues bien, ese libro, aunque clásico, tiene numerosas erratas: entre ellas confunde el jerogrifico de Kefren con el de Keops (no vamos a entrar en detalles, pero en el libro Sitchin lo explica mu bien). En su libro, transcribe la señal encontrada en los cartuchos de los monumentos de las dos maneras.
Y esto lleva a Sitchin a pensar que Vyse o Hill debieron haber copiado el libro de Wilkinson para todos los cartuchos que identifican a Kefren (los que contienen el símbolo del cordero). El símbolo de Keops autentico, en cambio, lo hicieron posteriormente, coincidiendo con el descubrimiento por parte de Caviglia de la Tumba de Campbell, en las afueras de la pirámide, donde si aparece realmente el cartucho de Keops (medio).
Pero ahora viene la parte aún más sospechosa: Vyse afirma que la piedra con parte del nombre de Sufis o Keops fue encontrada el 2 de junio. Sin embargo, su crónica tiene fecha del 9 de mayo! Obviamente la escribió con la intención de llevar a sus lectores a creer que el pedazo de cartucho encontrado fuera de la pirámide, corroboraba el descubrimiento del nombre completo encontrado en el interior de ella algunos días antes. Sin embargo, las fechas sugieren que lo que aconteció fue lo contrario…
De alguna forma, alrededor del 9 de mayo, Vyse y Hill se dieron cuenta de que habían escrito mal el nombre de Kéops. Y de nuevo, fue gracias a Wilkinson, que acababa de publicar un nuevo libro, “Manners and Customs of the Ancient Egyptians”, donde corregia aquel error de atribución.
Fue así que el último y conclusivo cartucho apareció en la parte superior, en el compartimiento recién-descubierto. Y es por eso por lo que se creo la confusión en torno a que apareciesen los nombres de los dos faraones, Keops y Kefren, pero con la cronología equivocada.
Una desfachatez…
Pero no contento con esta bochornosa falsificación que, por otro lado, le hizo enormemente famoso, el coronel Vyse, decidió seguir investigando y estudiando las otras dos pirámides. En la pirámide de Kefren, la segunda, con excepción de algunas marcas en tinta roja encontradas en piedras sueltas, no se descubrió nada de importancia. Pero en la tercera, los “esfuerzos” de Vyse si fueron productivos…
A finales de julio de 1837 - como ya mencionamos anteriormente -, sus trabajadores consiguieron penetrar en la supuesta "cámara sepulcral", encontrando allí un "sarcófago" con un féretro de madera con bellísimos tallados, pero vacío. Además había inscripciones en árabe en las paredes y "el suelo de las cámaras y pasillos gastados por el pasar constante de gran número de personas" dejando claro que "la pirámide había sido muy frecuentada".
Pues bien, a pesar de esto, a pesar de ser “frecuentada” y del ataúd vacio, Vyse consiguió encontrar pruebas de quien fue su constructor: El coronel concluyó que la cámara "era probablemente usada en ceremonias fúnebres, como las otras existentes en Abu Simbel, Tebas etc." Cuando se retiró la basura encontraron, supuestamente, quebrada la mayor parte de la tapa de una sarcófago y cerca de ella, sobre un bloque de piedra, encontró fragmentos de una tapa de féretro de momia (inscrita con jeroglíficos, entre ellos el cartucho de Menkara-Micerinos) junto con restos de un esqueleto.
Pa entendernos, este es el escenario esbozado por Vyse: Siglos antes los árabes entraron en la cámara, encontraron el sarcófago y abrieron la tapa. Dentro de él estaba la momia en su féretro de madera (el cuerpo del constructor de la Segunda Pirámide, según él). Los invasores movieron el féretro con la momia con la intención de examinarlo a la busca de tesoros, quebrándolo durante el transporte. Gracias a dios, él, había encontrado los restos de ese robo y, por suerte, justamente el pedazo de la tapa del féretro donde estaba grabado el cartucho donde se leía Men-ka-ra - nada más y nada menos que el propio Miquerinos de Herodoto… Con eso, Vyse comprobaba la identidad de otro de los constructores de las pirámides de Gizeh!!
Curiosisimamente, el sarcófago se perdió en el mar por culpa del naufragio del navío que lo transportaba para Inglaterra, pero el pedazo de féretro y los restos de la momia llegaron intactos al Museo Británico y Samuel Birch pudo leer las propias inscripciones y no sólo copias de ellas, como en el caso de las cámaras de la Gran Pirámide. Inmediatamente expresó sus dudas, diciendo que "el féretro de Micerinos muestra una considerable diferencia de estilo cuando es comparado con monumentos de la 4ª. Dinastía". Wilkinson, sin embargo, si aceptó el fragmento como prueba auténtica de la identidad del constructor de la Tercera Pirámide, pero se quedó en duda sobre la momia porque el tejido que la envolvía no le pareció ser de la antigüedad alegada. En 1883, Gaston Maspero concluyó que "la tapa de madera del rey Menchere no es de la época de la 4ª. Dinastía".
Actualmente está científicamente probado (por pruebas con Carbono14) que, tanto el féretro, como los huesos no son restos de un sepelio original, aunque curiosamente, de épocas distintas.
Esa afirmación niega la autenticidad del hallazgo pero no va al centro de la cuestión. Si los restos no eran del entierro original, sólo podían ser de un sepelio intruso. Pero entonces, momia y féretro tendrían que ser del mismo periodo. Como no era este el caso, sólo existe una única explicación: alguien colocó dentro de la Tercera Pirámide una momia y un féretro desenterrados en lugares diferentes.
Y la conclusión ineludible es que ese descubrimiento fue un fraude arqueológico deliberado.
Como cuentan sus crónicas, cerca de un mes después del descubrimiento en la Primera Pirámide, Vyse encontró el nombre Men-ka-ra escrito en tinta roja en el techo de una de las tres pirámides pequeñas situadas al sur de la Tercera. Debe haber sido la suma de los dos hechos que le dio la idea de crear un
importante hallazgo arqueológico dentro de la propia pirámide...
Aclamado por ese segundo descubrimiento, el coronel Vyse, que inmediatamente sería promovido a general, y el Sr. Perring, partieron para producir en la casa de campo (para ellos) arqueológica de la pirámide de Djoser, una piedra con el nombre de ese faraón escrito en tinta roja. No existen detalles suficientes en las crónicas de Vyse para determinar si allá también hubo una falsificación, pero es increíble que haya sido nuevamente el mismo equipo el que consiguió desenterrar pruebas de la identidad de otro constructor de pirámides.
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