ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 19: UN TAL GILGAMESH, 1/2


ByOskarele

Todo el que deseaba encontrar la vida eterna y acceder al reino de los cielos tenía que ir a Tilmun… y allí fue, precisamente, donde se dirigió el héroe Gilgamesh, gobernante de Uruk, en busca de la inmortalidad a la que creía tener derecho, que creía poder conseguirla entrevistándose con un antepasado suyo que lo había logrado, Ziusudra, el héroe del diluvio. Ya hemos hablado de este señor en anteriores artículos, sobre todo en relación con el tema del diluvio, pero ahora lo traemos a colación por otros motivos: porque en su búsqueda de la inmortalidad llegó a aquel lugar desde el que, según Sitchin, los dioses despegaban en sus cacharros espaciales… Vamos a verlo:

Gilgamesh era de Uruk. La “Realeza” sumeria fue transmitida de Kish a Uruk por la ambición de Ishtar, hija de Nanaaar y nieta de Enlil (vaya tela), a la que se le habían adjudicado dominios mu lejos, en el Indo. Así que se busco un sitio más cerca y se quedó con Uruk. Y no tuvo mucho problema, pues era muy querida por Anu, el padre-dios supremo.

El alto sacerdote del templo de Uruk, dedicado a Anu, en la época, era un hijo de Shamash (hermano de Ishtar) con una humana, así que fue el elegido para ser ungido como primer rey de Uruk. Según la Lista de Reyes Sumerios, reinó por 324 años. Su hijo, "que construyó Uruk", gobernó 420 años. Cuando Gilgamesh, el quinto monarca de esa dinastía, subió al trono, Uruk ya era un centro floreciente, que dominaba a sus vecinos y comerciaba con tierras distantes.

Así, Gilgamesh (como posteriormente Alejandro Magno) era descendiente de un dios. Del gran Shamash (también conocido como Utu) e, indirectamente, de Enlil. Pero esto era por parte de padre. Porque su madre era una diosa ¡!. NIN.SUN, por eso era considerado "dos tercios dios, un tercio humano". Por eso creía merecer la vida eterna.

“En mi ciudad el hombre muere; oprimido está mi corazón. El hombre perece; pesado está mi corazón. El hombre, por más alto que sea, no puede extenderse hasta el Cielo; El hombre, por más largo que sea, no puede cubrir la Tierra. Conseguiré mirar por encima de la pared? - Preguntó a Shamash - Será ese también mi destino?”

Shamash intentó que aceptara su destino y que gozase de la vida, pero Gilgamesh no aceptó. ¿Por qué la parte mortal, menor, y no por el elemento divino debería determinarse su destino? Así que siguió dándole vueltas al tema.

Y en esas conoce al que será su fiel escudero, ENKI.DU – "La Criatura de Enki" -, un tipo de hombre de la Edad de la Piedra que vivía en los territorios inhóspitos, entre los animales. "Él tenía el hábito de beber la leche de criaturas salvajes."… Suele ser retratado desnudo, barbudo y cabelludo, en general acompañado de sus amigos animales. Al principio se pelearon, pero luego se hicieron colegas (pa que os voy a contar toa la historia, seguro que en Whiskypedia está)

A medida que los dos se hacían amigos inseparables, Gilgamesh reveló a Enkidu su temor del destino de un mortal. Al oír eso, "los ojos de Enkidu se llenaron de lágrimas, enfermo se quedó su corazón, amargado suspiró". Después, dijo al amigo que había un modo de que él esquivara de su destino, forzando su entrada en la Morada de los Dioses. Allá, si Shamash y Adad lo apoyaban, los dioses podrían darle la condición de divinidad a la que tenía derecho.

La "Morada de los Dioses", contó Enkidu, quedaba en la "Montaña de los Cedros".

Él la descubrió por casualidad, contó, mientras vagaba por los territorios inhóspitos con sus amigos animales. El lugar, empero, era guardado por un terrible monstruo llamado Huwawa.

Esto entusiasmó a Gilgamesh… Con toda certeza era allí donde conseguiría unirse a los dioses y escapar de su sino de mortal.

El plan era este: irían "al lugar subterráneo de Shamash", en la Montaña de los Cedros, para conseguir "escalar el cielo", como hacen los dioses. Entonces cayó de rodillas y rezó a Shamash: "Déjeme ir, oh, Shamash! Mis manos están erguidas en oración... al Lugar de Aterrizaje, dé la orden... Cúbrame con su protección!” Tristemente, la tabla que contiene el texto en cuestión está quebrada y se perdieron las líneas que contienen la respuesta del dios.

Sin embargo, nos quedamos sabiendo que "cuando Gilgamesh examinó su presagio... lágrimas escurrieron por su rostro". Aparentemente recibió permiso de continuar, pero por su cuenta y riesgo. Gilgamesh decidió proseguir en busca de la eternidad, preparándose para luchar contra el terrible Huwawa, el custodio de “La montaña de los cedros”, del que se decía que era un ser terrible, pero mecánico, una especie de máquina.

La cuarta tabla de la Epopeya de Gilgamesh es dedicada a la jornada de los dos amigos por la Montaña de los Cedros, pero no está completa, por lo que es imposible montar un relato coherente. Lo cierto es que estaba al este de Uruk y que Enkidu intentaba continuamente convencer al Gilgamesh de que desistiese, pero al final llegaron: “Sus palabras fueron silenciadas. Ellos se inmovilizaron. Parados, contemplaron el bosque; Miraron la altura de los cedros, Miraron la entrada de la floresta. Donde Huwawa solía moverse… contemplaron la Montaña de los Cedros, Morada de los Dioses, La Encrucijada de Ishtar.”

Impresionados y cansados, los dos se acostaron para dormir. En medio de la noche, se despertaron. "Tú me despertaste?", preguntó Gilgamesh a Enkidu, que lo negó. Ni bien habían vuelto a dormir cuando Gilgamesh de nuevo despertó al amigo. “Vi algo asombroso. Los cielos gritaron, la tierra rugió. Aunque el alba se aproximaba, vino la oscuridad. Relámpagos centellaron, una llama se irguió. Las nubes se abultaron; llovió muerte! Entonces el fulgor desapareció; el fuego borró. Y todo lo que hubo caído se transformó en cenizas.”

Según Sitchin, Gilgamesh debió haber presenciado la subida de una "Cámara Celestial": el suelo estremeciendo con la ignición y el rugido de los motores; las nubes de polvo y humo oscureciendo el cielo de la madrugada; el brillo del fuego de las turbinas visto a través de las nubes espesas; y - mientras la nave subía - su fulgor desapareciendo. A buen seguro, "una visión asombrosa"!

Sin embargo ella sólo sirvió para animar a Gilgamesh a proseguir, pues confirmaba que, de hecho, ellos habían alcanzado el Lugar de Aterrizaje. Así que por la mañana se decidieron a entrar en el bosque, encontrando el portón famoso, que no pudieron abrir, pues una “fuerza invisible lo impedía”. Pero aquella noche encontraron un túnel que parecía evitar la cerca. Cuando comenzaron a limpiar la vegetación que lo cubría, ocurrió lo peor: el guardián Huwawa oyó el jaleo y surgió en escena, buscando a los intrusos. Su apariencia "era poderosa, él tenía los dientes de un dragón; su cara era de león; su llegada fue como una inundación aproximándose". Más preocupante era su "rayo brillante", que, emanando de la cabeza del monstruo, "devoraba árboles y matas". De su fuerza mortal, "nadie escapaba".

En el momento oportuno, llegó socorro de los cielos: “habló el divino Shamash", convocó una hueste de vientos resoplantes "que batieron en los ojos de Huwawa" y neutralizaron su rayo. Fue entonces cuando Gilgamesh y Enkidu lo atacaron, haciéndolo caer al suelo. “Los cedros a lo largo de una distancia de 2 leguas se estremecieron”… Entonces Enkidu "lo mató".

Y decidieron darse un bañico en un riachuelo. No había motivo para darse bulla; el camino para la "Morada secreta de los Anunnaki" ya no estaba bloqueado. No sospechaba Gilgamesh que el antojo de una mujer haría desmoronarse su victoria...



2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el blog y el tema, que sólo había entrevisto. Hace muchos años leí "Mil dioses y un cielo", Edt.Bruguera, que me costó mucho empezar, pero ha sido unos de los libros felices que he leído,releído,requeteleído y recomendado en la tertulia cuando hablamos del tema o de religión. Más o menos dice lo mismo que el artículo y me alegro por el libro, por mi, de haberlo leído, y por vosotros y el blog, es magnífico y además con acompañamiento musical exquisito.

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