PLATÓN. PARTE 8. LA CIUDAD Y EL BUEN GOBIERNO


Perpetrado por Oskarele

Para Platón al ser humano no le queda otra que vivir en sociedad. Es su forma natural de vivir. No es autosuficiente, ni económicamente ni moral o espiritualmente. El ser humano tiene inclinaciones naturales hacia el amor, la amistad, la empatía y la convivencia… y estos instintos solo se pueden desarrollar en comunidad.

Esto en un mundo como el de la antigua Grecia era algo obvio, hasta el punto de que difícilmente se podría concebir la vida del hombre manteniéndose ajena al Estado, aunque también se le daba una enorme importancia al individualismo.

Platón de alguna propondrá la necesidad de que el estado tenga una estructura paralela a la estructura del alma humana. La comunidad, para funcionar perfectamente, tiene que funcionar como el individuo. Por eso en su obra, sobre todo en la “República” establece un paralelismo entre la moral individual y la moral colectiva. Lo que vale para el uno vale para el “todos”.

Un punto esencial es determinar que es la “justicia”, entendida como el principio básico sobre el que tiene que descansar el estado ideal. Pero ya sabemos lo difícil que le resultada a esta gente encontrar una definición clara  y concisa de un término, mucho más cuando es un término moral.

Lo cierto es que la experiencia demuestra que no ha existido ninguna ciudad justa.



¿Cómo tendría que ser una sociedad ideal según Platón? Pa empezar tiene que ser una que atienda a las necesidades básicas de sus miembros relacionadas con la subsistencia. Como los hombres nacen con diferentes capacidades o desarrollan diferentes oficios, lo suyo es que cada uno desarrolle lo que posee por naturaleza o lo que ha aprendido. Así se tienen que cubrir todas las labores básicas con diferentes oficios: carpinteros, granjeros, agricultores, herreros…

Pero hay un “poblema”: conforme la sociedad crece se hace necesaria la obtención de más recursos, por lo que se tiene que expandir por los territorios anexos… lo que suele llevar a la guerra. Y para esto tiene que haber una casta de hombres dedicados a estas labores a tiempo completo. Serán los “Guardianes de la ciudad”.

Pero, no solo de pan vive el hombre.

El ser humano necesita también satisfacer otras tendencias de su naturaleza relacionadas con el arte, la poesía, la diversión en general, etc... El fin de la ciudad, que comienza siendo estrictamente económico, no se limita a la producción de bienes, sino que se encamina más bien a hacer posible una vida feliz para el hombre.

Y de coordinar todo esto tienen que encargarse unos gobernantes, que formarían la tercera clase social junto a los currantes y a los guerreros guardianes. Pero cada una de estas clases ha de tener unas características distintas a las que poseen en la sociedad actual, lógicamente, pa empezar, que todas las clases están formadas tanto por hombres como por mujeres, que tenían idéntica valía (esto es un planteamiento bastante cercano a la Comunidad Pitagórica, que planteaba una igualdad extrema)

En un planteamiento curiosamente cercano a planteamientos revolucionarios posteriores, la clase de los currantes, que en el estado ateniense apenas obtenía beneficio de su trabajo, siendo la clase más baja y puteada, en este estado ideal platónico pasa a ser la que posee las mayores riquezas, además de ser la única que puede tener acceso a la propiedad privada, tanto de los medios de producción como de la vivienda… y de la familia.

Los guerreros, en cambio, no tienen acceso a todo esto. Y no deja de ser lógico, pues para evitar caer en tentaciones, como usar la fuerza para acaparar riqueza o dar más importancia a la defensa de lo propio que a la defensa de lo comunitario, no puede tener nada: ni propiedad, ni familia, ni ná.

Y lo mismo pasa con los gobernantes.

Pero ¿Cómo hacemos pa saber que individuos pertenecen a cada clase? En la sociedad de Platón las clases sociales se definían por el origen familiar. Pero en esta sociedad, lógicamente, no puede ser así. Aunque si tiene un componente innato esta movida: así como el alma tiene tres partes, correspondientes cada una con una virtud, la sociedad tiene tres clases, correspondientes a su vez con estas tres virtudes y con las tres partes del alma.

La virtud de la clase obrera, según Platón, sería la templanza (la parte concupiscible, básica, del alma), es decir, el disfrute con moderación de los bienes materiales; la virtud propia de la clase de los guerreros es la valentía (la parte irascible del alma) y la virtud propia de los gobernantes es la sabiduría (la parte racional del alma).

Así, según la parte del alma que mas predomine perteneceremos a una clase social u otra.

Y la justicia, en esa sociedad ideal, será dada por el equilibrio entre esas tres fuerzas y clases sociales.

La criba se hará mediante un proceso educativo que ira seleccionando y clasificando a los individuos, en función de su tipo de alma, siendo la educación más importante la de los gobernantes.

Así, todos, niños y niñas, recibirán inicialmente la misma formación, dirigida por el estado, no por sus familias, centradas en torno a la música y la poesía. El estudio del ritmo y la armonía suscitará en ellos una elevación hacia la comprensión y el respeto de las obras bellas y puras, lo que les alejará del vicio. El amor por la belleza desarrollará en ellos la generosidad, la grandeza de alma, la moderación y el coraje.

A esto hay que añadir una fuerte educación física, pues haciendo fuerte y ágil al cuerpo, se hace ágil y fuerte al alma. Por eso también es muy importante el cuidado de la alimentación.

A lo largo del proceso educativo se irá produciendo una criba, pues muchos niños abandonaran sus estudios por resultarles difíciles y tediosos, mientras que otros avanzaran entusiasmados. Y esta criba viene determinada, como ya hemos dicho, innatamente por la parte del alma que prevalezca en el sujeto. Y así se llegará al nivel máximo de la escala educativa, en el que se formará a los gobernantes con la ciencia máxima, la dialéctica, que llevará al conocimiento de las ideas.

Así, la tarea de gobernar será cosa de los filósofos, los que mediante la dialéctica logren ver la autentica realidad del mundo de las ideas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario