LOS LADRILLOS DE LA VIDA. PARTE 4: SOMOS ACIDO



ByOskarele

¿Qué es, exactamente, eso del genoma? Y puestos a preguntar ¿Qué son los genes? Para responder a esto tenemos que volver al interior de esos maravillosos seres vivos unicelulares que llamamos “células humanas”, de las que estas hecho. Dentro de cada una de estas compañeras inseparables de viaje existe un núcleo, como ya hemos dicho más de una vez, y dentro de ese núcleo existen unas cositas llamadas “Cromosomas”. Exactamente son 46, 23 de tu pare y 23 de tu mare.

Todas las células de tu cuerpo llevan la misma dotación de cromosomas. O, mejor dicho, casi todas: hay excepciones como las células rojas de la sangre, algunas del sistema inmune y las células del ovulo y del esperma, que, por diferentes razones, no transportan todo el grupo genético. Vamos que el 99.999% de tus células tiene 46 cromosomas en su núcleo.

Y es que los cromosomas son importantísimos: son una especie de manual de instrucciones en el que queda indicado y explicado cómo hacerte, mantenerte y, posiblemente, matarte.

Y están formados por “genes”, unas secuencias lineales organizadas de nucleótidos, que, a su vez, están formados por unas largas hebras compuestas (entre otras cosas, como unas proteínas llamadas “histonas”) por un pequeño milagro químico llamado “acido desoxirribonucleico”, más conocido como ADN, sin duda, la molécula más extraordinaria de la Tierra… o del universo. Al conjunto de genes es a lo que se denomina el “genoma”.

Pero volvamos al acido ese con un nombre tan chungo…

El ADN solo existe por un motivo: crear más ADN. Y tienes que saber que tienes cantidades enormes de ADN dentro de ti: casi dos metros de él apretujado en finísimas hebras dentro de cada una de tus células. Cada cachico de ADN incluye unos 3.200 millones de letras de código, lo suficiente para que salgan unas 10 elevado a 3.480.000.000 de combinaciones posibles, con la garantía de que cada una de ellas será única frente a todas las posibilidades posibles. Y créeme, son muchas, muchísimas.

Acércate un momento al baño, y mira tu cara en un espejo. ¿Te ves? Ese rostro que ves está formado por, billón arriba, billón abajo, unos 10.000 billones de células, y cada una de ellas tiene dos metros de hilillos de acido desoxirribonucleico densamente compactado. Así podrás comprender el titulo de este artículo: somos acido. Si juntamos todo el ADN que forma tu bello cuerpo en una sola y fina cuerda, habría suficiente como para estirarlo hasta la Luna, darla la vuelta y volver. Igual tienes dentro de ti 20 millones de kilómetros de ADN…
Y es que a tu cuerpo, como al de los demás seres humanos y al del resto de los seres vivos, desde el más pequeño hongo a la ballena blanca más grande, le encanta fabricar ADN. Gracias, por que sin él no podrías vivir.

No podrías ni siquiera ser.

Pero es curioso y paradójico: el ADN no está vivo. Ninguna molécula lo está (ya hemos dicho que el primer ser vivo en la escala que va del mineral a nosotros es la célula, ni siquiera sus componentes lo son). Pero es que el ADN esta especialmente “no vivo”. Figura entre las molécula químicamente inertes menos reactivas del mundo viviente. Vamos que está to el rato quietecico, sin hacer na. Por eso es por lo que se puede recuperar de fragmentos de semen o sangre que lleven años secos o de huesos de antiguos homínidos trazos de ADN.

El ADN, aparte de abundante, extraño, pequeño y “no vivo”, es discreto. Por eso tardaron tanto los científicos en descubrir este punto fundamental en la historia de la vida.

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