ByOskarele
En el articulo anterior adelantábamos que el hallazgo de la estructura del ADN se debió a un curioso cuarteto de científicos, que iban a su bola, que no trabajaban juntos y que se llevaban mal. Vamos a ver quienes eran: el mas cercano a lo que podemos llamar un cerebrito era Maurice Wilkins, que había pasado gran parte de la Segunda Guerra Mundial ayudando a proyectar la bomba atómica. Dos de los cuatro, Rosalind Franklyn y Francis Crick, trabajaron para el gobierno ingles en cosas relacionadas con las minas, el segundo en las que explotaban, el primero en las de carbón…
El mas “raro” de los cuatro era el que falta, James Watson, un niño prodigio que se distinguió de muchacho como participante en un concurosso radiofónico titulado “The Quiz Kids” y que ingresó en la Universidad de Chicago con 15 años, se doctoró con 22 y comenzó a trabajar en el prestigioso Laboratorio Cavendish de Cambridge. En 1951 tenia 23 años… Francis Crick, doce años mayor, y aun sin doctorado, era menos memorablemente inteligente y un poco mas rustico. En la versión de Watson, se le presenta como tempestuoso, impertinente, amigo de dicutir, impaciente, además de no tener una formación en bioquímica.
La cuestión fue la siguiente: supusieron que, si se podía determinar la forma de la molécula de ADN, se podría ver como hacía lo que hacía.
Tampoco se querían complicar mucho la vida, como el propio Watson reconocería en su genial libro autobiográfico “La doble hélice”, donde dice que “albergaba la esperanza de poder resolver lo del gen sin tener que aprender química”.
Además, realmente, no tenían asignada la tarea de dedicarse a esto del ADN, incluso, en determinado momento, les dieron orden de que lo dejasen. En teoría, Watson estaba estudiando el arte de la cristalografía y Crick estaba terminando una tesis sobre la disfraccion de los rayos X en las grandes moléculas, una cosa amena como pocas…
Aunque a Crick y a Watson se les atribuyó todo el merito de haber aclarado el misterio del ADN, su descubrimiento tuvo como base indispensable el trabajo experimental de los otros dos. Maurice Wilkins, neozelandes de nacimiento, era un tipo retraido, casi invisible. Rosalind Franklyn, según palabras de Watson, era una mujer poco razonable, reservada, que siempre se negaba a cooperar y especialmente poco atractiva (esto parece ser que era lo que mas le jodía). Sin embargo esta señora tenia las mejores imágenes que existían de la posible estructura del ADN, conseguidas por medio de la cristalografía de rayos X, la técnica perfeccionada por el citado anteriormente Linus Pauling… pero, para constante irritación de Watson y Wilkins, se negaba a compartir sus descubrimientos.
Tampoco se le puede echar la culpa por no compartir sus hallazgos. Las mujeres científicas en aquella época se les trataba con un desden formalizado y machista. Además, los otros tres la presionaban sin parar, llegando incluso al acoso, para que compartiera sus resultados, no caracterizándose demasiado por un gran respeto hacia la dama. Además, dos de aquellos hombres trabajaban para una institución rival y el tercero se alineaba con ellos. Por eso no es de extrañar que no quisiese compartir lo que tenía.
El enfrentamiento entre Wilkins y Franklyn llego a ser bastante elevado, y esto lo aprovecharon Watson y Crick en su beneficio. La señora Rosalind estaba empezando a actuar de una forma decididamente extraña: aunque los resultados que había obtenido dejaban claro que el ADN tenia forma helicoidal, ella les decía insistentemente que no la tenia. En el verano del 52, para mayor vergüenza de Wilkins, la señora colocó una nota burlona en el departamento de física del Colegio King donde trabajaba que decía: “tenemos que comunicar, con gran pesar, la muerte, el viernes 18 de julio de 1952, de la hélice del ADN… se espera que el doctor Wilkins diga unas palabras en honor de la hélice difunta”… bromicas frikis…
El resultado de toda esta movida fue en Enero de 1953, Wilkins mostró a Watson las imágenes de Franklyn, “al parecer sin que ella lo supiese o lo consintiese”… pero fue el acontecimiento clave que les movilizó: Watson y Crick, armados con el conocimiento de la forma básica del ADN, redoblaron sus esfuerzos, concentrándose febrilmente en la investigación.
Se sabia que el ADN tenia cuatro elementos químicos que lo componían (adenina, guanina, citosina y tiamina), y que esos se emparejaba de formas determinadas. Así que, jugando con piezas de carton cortadas según la forma de las moléculas, al mas puro estilo de la “cuenta de la vieja”, Watson y Crick consiguieron determinar como encajaban, construyendo a partir de ahí un modelo tipo mecano (famosísimo a posteriori) que consistía en placas metalicas atornilladas en una espiral, e invitaron a Wilkins y a Franklyn a que lo viesen.
Habían resuelto el problema.
La edición del 25 de abril de 1953 de la revista “Nature”, incluía un articulo de 900 palabras de Watson y Crick, titulado “Una estructura para el acido desoxirribonucleico”, acompañado de artículos independientes de Wilkins y Franklyn.
Pasó totalmente desapercibido.
Por desgracia, Rosalind Franklyn no pudo recibir el nobel, pues murió de un cáncer de ovarios con solo 37 años en 1958, cuatro años antes de que les concediesen el premio, que no se concede a titulo póstumo. Posiblemente aquel cáncer lo cogió por una sobreexposición a los rayos X en su trabajo, que podría haberse evitado, ya que raras veces se ponía el delantal de plomo recomendado.
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