EL GENIAL CINE MUDO NORDICO: EL CINE SUECO, PARTE 1/3. MAURITZ STILLER, EL DESCUBRIDOR DE LA GARBO

ByOskarele

El cine en Suecia tampoco tardó demasiado en salir a la palestra. En el otoño de 1909 apareció sobre las pantallas de Estocolmo el primer film realizado en aquel país, iniciativa de Carl Magnusson, director de una compañía llamada “Svenska Biograph-teatern”, con sede en Christianstad, dedicada a la explotación de salas de cine y a la importación de filmes. Magnusson había comenzado a realizar pequeños filmes al aire libre para acompañar a sus programas, pero cuando conoce al fotógrafo Julius Jaenzon, esta producción de material propio comienza a ganar importancia.

En 1907 la sociedad ya contaba con diecinueve salas. Entonces es cuando Magnusson contrata a un famoso actor, Carl Engdahl, y le encarga trasladar al celuloide una obra que desde hacia medio siglo tenia gran éxito en los teatros suecos, “Varmlänningarna” (Los de Varmländ), de un tal F. A. Dahligren, retrato realista de la vida y costumbres del campesinado sueco.

Así vemos que, desde esta primera obra, el cine sueco tiende a afirmar su carácter nacional, siendo este el aspecto más interesante de su personalidad y una de las razones por las que se impondría también fuera de sus fronteras. Otra característica particular e importante es que se esfuerzan por emplear técnicas narrativas que ayuden a indagar en la psicología de los personajes. El paisaje pasa a convertirse en un protagonista más de estas películas, teniendo una importancia enorme la fotografía de exteriores.

Magnusson creará unos estudios de cine, mucho más modestos que los contemporáneos de Gaumont o Pathé, pero que darán un cine excelente, empezando con directores que han trascendido bastante poco, como Julius Jaenzon, que dirigió una obra genial titulada “Konjingens galoscher” (Los zuecos del vagabundo), según un cuento de Hans C. Andersen, con la curiosa novedad de que, como en la historia el protagonista se pasea por diferentes lugares del mundo, el director firmó in situ muchos exteriores de países extranjeros, innovación esta que causó gran efecto.

Pero todo cambiará cuando en 1912 Magnusson contrate a dos directores que, con el tiempo, se convertirán en el principal referente del cine sueco (hasta que Ingmar Bergman los desbancó años después) y, por extensión, del cine mundial: Victor Sjöström (el más importante y del que hablaremos en el próximo capítulo) y Mauritz Stiller.

Stiller nace en la bella de ciudad de Helsinki (Finlandia) en 1883, falleciendo en 1928 en Estocolmo. Nace en el seno de una familia judía de origen ruso-polaco. No tuvo una infancia fácil, pues su madre se suicidó cuando él tenía solo cuatro años, siendo criado por unos amigos de la familia. Parece ser que desde pequeño se mostró interesado por el mundo de la actuación y del teatro, pero su carrera como actor se vio eclipsada cuando fue llamado a filas para incorporarse al ejercito del zar ruso Nicolas II, ya que Finlandia era un ducado de Rusia. Nuestro protagonista decide huir del país, exiliándose en Suecia.

En 1912 es contratado por Magnusson y su “Svenska Biograph-teatern”, comenzando como escritor de guiones y actor, aunque también dirigiría algunos cortometrajes, como “ Den tyranniske fästmannen”, de 1912, o “De svarta maskerna”, del mismo año, escrita y dirigida por él, en la que actuaba un joven Victor Sjöström. Poco a poco fue comprobando que lo suyo era dirigir, no actuar, estrenando en 1916 una extraña película, para su época, titulada “Vingarne” (Las alas), quizá la primera película de la historia con un argumento relativo a la homosexualidad, basada en la novela “Mikaël” de Herman Bang, que luego sería adaptada también por Dreyer.

Desgraciadamente de este primer largo solo se conserva media hora.

En 1918 tuvo bastante éxito con “Thomas Graals bästa barn” (El primer niño de Thomas Graal), película protagonizada de nuevo por Victor Sjöström.


Probablemente su película más importante fue la siguiente: “Herr Arnes pengar” (El tesoro de Arne), de 1919, en la que adaptaba una novela homónima de Selma Lagerlöf y con la que Stiller se consolidó como una de las estrellas del cine mudo sueco. Se trata de un drama romántico, situado en el siglo XVI, donde la heroína está enamorada del asesino de su padre. Stiller trata esta siniestra historia con un cuidado increíble por la composición plástica, que alcanza su cenit en la secuencia final del cortejo fúnebre de la joven muerta, portada por seis hombres vestidos de blanco y con una larga cola de acompañantes vestidos de negro, que contrasta con el impresionante paisaje nevado.

Selma Lagerlöf, escritora sueca de fama universal, fue la primera mujer en obtener el premio nobel de literatura, y sirvió de inspiración para Stiller en la película anterior y en dos más: “Gunnar hedes saga” (El viejo castillo), de 1923, y “Gösta Berlings saga” (La leyenda de Gösta Berling) de 1924. Sjöström también adaptará varias obras de esta genial escritora, de la que tenéis más información aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Selma_Lagerl%C3%B6f.

En 1920, entre las dos películas anteriores, se saca de la manga una comedia de enredo sofisticada al más puro estilo de Ernst Lubitsch, “Erotikon”, que incluía algunas escenas de baile y que demuestra la enorme versatilidad del genio sueco.

En 1924 rodó “Gösta Berlings saga” (La leyenda de Gösta Berling), como hemos dicho antes, basada en la novela homónima de la Lagerlöf que en buena parte contribuyó a que le diesen el nobel en 1909. Estaba protagonizada por Lars Hanson y Gerda Lundequist. La película es conocida porque es la primera vez que tenemos la suerte de ver en una pantalla a una joven actriz de teatro llamada Greta Gustafsson…

Esta actriz, de bello, nostálgico y tristísimo rostro, recibiría del propio Stiller el nombre artístico que le catapultaría al Olimpo del cine: Greta Garbo, que desde entonces se convirtió en su protegida, hasta el punto de que cuando Louis B. Mayer le propuso rodar en Hollywood, se la llevó con él. Además, parece ser que mantenían una relación sentimental, a pesar de que era conocida la homosexualidad de Stiller.

“La leyenda de Gösta Berling” es una autentica obra maestra, con una fotografía excepcional y con un tono realista y costumbrista totalmente apropiado para narrar la vida de una pequeña comunidad campesina en el siglo XIX, narrando la historia de un joven pastor que, por escrúpulo, renuncia a sus funciones sacerdotales, creyéndose indigno de ellas. Curiosamente no tuvo muy buena acogida, ni del público, ni de la crítica, ni de la autora.

Tras este film, Stiller comienza su rápida decadencia: absorbido por la industria norteamericana, al aceptar una oferta de Louis B. Mayer. Su estancia en Hollywood será fatal para su talento, marcando su prematuro final: de la media decena de proyectos que tiene entre manos, sólo podrá concluir “Hotel Imperial” , “The women on trial” (Confesión) ambas de 1927 y “Streets of sin” de 1928.

En la meca del cine trató de todas las maneras conseguir promocionar a Greta Garbo, que no parecía ser del agrado de los productores americanos. Consiguió para ella el papel principal de “Torrent” (El torrente), basada en la novela “Entre naranjos” de Vicenta Blasco Ibáñez, que, en cambio no pudo dirigir él mismo, y que fue finalmente realizada por Monta Bell, obteniendo buenas críticas y recaudaciones que, sin embargo, no bastaron para que la Garbo fuese mejor aceptada.

Stiller se mostró incapaz de asumir el sistema de trabajo de los grandes estudios, frustrándose muchos de sus proyectos, como una adaptación que preparó de “La tierra de todos”, de Blasco Ibáñez, que finalmente dirigió Fred Niblo bajo el titulo “The temptress”, de 1926, aunque sí logró que actuase su protegida, la Garbo, de la que se separaría poco después.
Fue despedido por la Metro Goldwin Mayer para ser contratado por la Famous Players-Lasky corporation, con la que rodó sus tres últimas películas: “Hotel Imperial”, “The women on trial” (Confesión) ambas de 1927 y con la genial actriz Pola Negri, y “Streets of sin” de 1928, protagonizada por Emil Jannings y Fay Wray.

En 1928 regresó a Suecia y no volvió a dirigir más, ya que murió de una pleuritis ese mismo año, con 45 años de edad.

1 comentario:

  1. Parece que Garbo fue su maldición, su carrera se fue al diablo intentando promocionar a la chica. Ignoro la razón. Hubiera seguido en Suecia, sus mejores películas las filmó allí; Hotel imperial es una película simpática pero nada notable.

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