EL PLANETA BACTERIA, PARTE 6, LOS VIRUS
ByOskarele
Aunque alivia saber que las bacterias también se ponen malas: a veces son infectadas por nuestros amigos los bacteriófagos, un tipo de virus.
Los virus son muy raros. El premio nobel Peter Medawar los define como “un trozo de acido nucleído rodeado de malas noticias”. Son más chicos y más simples que las bacterias, que ya es decir. Y además no están vivos. Aislados son inertes e inofensivos, pero ponlos cerca de un anfitrión adecuado y cobran vida milagrosamente. Existen unos 5.000 tipos de virus y nos fastidian con cientos de enfermedades que van desde la gripe y el resfriado común hasta la viruela, la rabia o el SIDA.
Los virus prosperan apropiándose del material genético de una célula, empleándolo para crear más virus. Se producen de una forma fanática y salen a buscar más células. Como no están vivos pueden permitirse ser muy simples: algunos tienen 10 genes o menos (incluido el VIH), mientras que la bacteria más simple tiene miles. Además son muy chicos. La ciencia no pudo verlos hasta 1943, cuando se invento el microscopio electrónico. Pero el daño que pueden hacer es inmenso.
Solo la viruela mato en el siglo XX a 300 millones de personas.
Además, tienen la capacidad asombrosa de aparecer en el mundo, liarla y desaparecer con la misma rapidez. En 1916 en Europa y América surge una enfermedad conocida como “encefalitis letárgica”. Sus víctimas se iban a dormir y no despertaban. Se las podía inducir a comer o a ir al retrete y sabían quiénes eran y donde estaban, pero poco mas, pues estaban en un permanente estado de absoluta apatía. Algunos se tiraban meses así antes de morir. Mato a 5 millones de personas en diez años y luego desapareció. No es muy conocida por otra plaga aun peor que surgió en esa época.
La gran gripe porcina o la gran gripe española, que surgió durante la primera Guerra Mundial. El conflicto mato 21 millones de personas en cuatro años. La gripe hizo lo mismo en unos meses. Surgió como una gripe normal, no mortal, en la primavera de 1918, pero muto hasta convertirse en una cosa más chunga. En Estados Unidos las primeras víctimas fueron en agosto de 1918 y 6 meses después había matado a medio millón de personas. En Inglaterra el balance fue de unas 200.000 con cantidades similares en Francia y Alemania. Nadie conoce el total mundial (por los deficientes registros de muchos países) pero fueron más de veinte millones. Algunas estimaciones hablan de cien millones. Fue especialmente devastadora con los más jóvenes.
Ciertos tipos de virus regresan de vez en cuando. Un desagradable virus ruso conocido como H1N1 produjo varios brotes en el 33, volvió en los cincuenta y más tarde en los setenta. No sabemos donde estuvo mientras, posiblemente en poblaciones salvajes de animales.
Pero es que también surgen virus nuevos y aterradores, como el Ebola, la Fiebre de Lassa o la Fiebre del Malburg, que han tendido a brotar de pronto y apagarse con las mismas. Y lo triste es que nadie puede saber si están mutando.
El milagro es que no se propaguen a saco, ya que nuestra forma de vida propicia las epidemias, sobre todo gracias a los viajes aéreos intercontinentales, lo que hace que las autoridades sanitarias tengan que estar familiarizadas con las enfermedades que existen en todas partes.
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