EL BIPEDO MISTERIOSO. ACLARANDO TÉRMINOS (O AÑADIENDO MAS CONFUSIÓN, SEGÚN SE MIRE…)
Perpetrado por Oskarele
En los años que siguieron al descubrimiento de los restos del Hombre de Java (por Dubois, en 1891), el Hombre de Pekín (por Black en 1927) y del Niño de Taung (por Dart, en 1924), se fueron encontrando mogollón de huesos de humanos antiguos, que además se fueron identificando con una riada de nuevos nombres: “Homo aurignacensis”, “Australopitecos transvaalensis”, “Paranthropus crassidens”, “Zinjanthropus boisei” y muchísimos más, casi todos relacionados con un nuevo tipo de género además de una nueva especie. Así, en los años cincuenta el número de homínidos designados se había elevado a bastante más del centenar.
Era un lio increíble.
Un lio que se vio aun más desarrollado porque los mismos restos eran nombrados de diferentes maneras según los paleontólogos que los estudiasen y el avance en las técnicas de datación y clasificación. Así, por ejemplo, los restos encontrados por von Koenigswald, la Gente de Solo, que él denominó “Pithecanthropus Erectus”, recibieron un montón de nombres más, según el autor: “Homo soloensis”, “Homo primigenius asiaticus”, “Homo neanderthatensis soloensis”, “Homo sapiens soloensis”, “Homo erectus Erectus” y, finalmente, sólo “Homo Erectus”.
Una autentica locura.
En 1960, Francis Clark Howell (1925-2007), antropólogo norteamericano, de la Universidad de Chicago, decidió poner cierto orden en toda esta movida, así propuso, siguiendo las sugerencias que le habían hecho en la década anterior Ernst Mayr y otros, que se redujese el numero de géneros a solos dos, Australopithecus y Homo, así como que se redujesen el número de especies. Así, los Pithecanthropus de Pekín y de Java, acabaron siendo Homo Erectus… pero la cosa no dudaría demasiado.
Poco después otra especie nueva, el “Homo habilis”, considerada por muchos como el eslabón perdido entre simios y humanos, descubierta por Mary y Louis Leakey, quienes encontraron los fósiles en Tanzania, África, entre 1962 y 1964. Cuando fue descubierto se lo consideró como la especie más antigua del género Homo, puesto ocupado después por el “Homo rudolfensis”, a los que siguieron un montón mas de Homo: “ergaster”, “louisleakeyi”, “microcranus” y “antecesor”; así como otro puñao de Australopitécinos: “Afarensis”, “praegens”, “ramidus”, walkeri”, “anamensis”…
En la literatura científica se han llegado a aceptar hasta unos 20 tipos de homínidos. El problema está en que no hay dos especialistas que acepten los mismos 20.Unos siguen fieles a los dos géneros propuestos por Howell, Homo y Australopithecus, pero otros muchos meten a los Australopithecus en un genero llamado “Paranthropus”, e incluso hay otros que hablan de un genero aun anterior, los “Ardipithecus”… y así casi con todos.
El problema está en que no existe ni consenso ni una autoridad central que decida sobre estas clasificaciones. Y esto es, en parte, debido a la falta de pruebas: de los millones de homínidos que han habitado este planeta se habrán descubierto como 5.000 individuos, y no completos, sino absolutamente repartidos en cachicos.
Pero no solo es por culpa de escasez de pruebas, sino que también influye que no están distribuidos de un modo equitativo en el tiempo y en el espacio. Un ejemplo: los Homo Erectus estuvieron dando vueltas por nuestro planeta durante un millón y pico de años, habitando desde el borde atlántico de Europa hasta las costas chinas del Pacifico. Y sin embargo, los restos no superan los cien individuos. Con los Homo habilis la cosa es aun más chunga: solo existen dos esqueletos incompletos y unos cuantos huesos aislados de extremidades.
No solo eso, sino que, además, en un mismo sitio geográfico hay vacios de miles, incluso millones de años, sin restos intermedios entre dos géneros.
Por eso cada vez que se encuentra un nuevo resto no es raro que suela considerar un gran descubrimiento y que se suela crear una nueva especie de vez en cuando.
Por encima de todo esto hay un factor que desde mi punto de vista es trascendental para entender correctamente como ha sido la evolución humana.
Se puede decir así de sencillo: las nuevas especies no surgen de repente, haciendo desaparecer a sus antepasados anteriores. Este proceso es gradual, muy gradual y lento, y durante miles de años, ambas especies (o incluso alguna versión mixta) existen a la vez.
¿Qué diferencia un Homo Erectus tardío de un Homo sapiens primitivo? Esta es la movida. Es posible que unos supuestos restos pertenezcan a los dos o a ninguno. Es posible que durante miles de años, en la misma zona, convivieran ambas especies. Además, hay otro factor que complica la movida, y es el sexo del individuo: poco diferencia un varón Australopithecus de una hembra Habilis…
Los científicos, que tampoco es que sean tontos, se suelen ayudar para hacer clasificaciones y dataciones correctas del contexto arqueológico, en los objetos y herramientas encontrados en las inmediaciones de los restos óseos… pero tampoco ayuda mucho por lo que hemos dicho antes: es posible que en el mismo sitio y en la misma época convivan dos especies diferentes, con una tecnología dispar… en ese caso ¿A quién se le atribuye la tecnología?
Estos factores (escasez del registro, yuxtaposición espacio-temporal de especies y géneros y evolución paralela) hacen sumamente difícil establecer con corrección como ha sido la evolución humana.
Pero aun así, y aunque puede parecer milagroso, podemos, en gran medida, reconstruir como ha sido nuestro pasado como Australopithecus, Homos o lo que sea.
A ello nos dedicaremos en los siguientes capítulos…
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no explican nada
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