LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA. PARTE 1/2. ACLARANDO CONCEPTOS. EL MUSEO
Perpetrado por Oskarele
Se cuenta que en un ocasión el genial astrónomo y divulgador científico Carl Sagan, ante le pregunta “¿Dónde iría usted en primer lugar si pudiese viajar en el tiempo?”, respondió, “sin duda alguna, a la Biblioteca de Alejandría”.
Y es que esta famosa Biblioteca, de la que se sabe bastante poco en realidad, aunque hay cientos de referencias de escritores antiguos y contemporáneos, se ha convertido en el símbolo del saber perdido por culpa del dogmatismo religioso, símbolo del enfrentamiento eterno entre ciencia y dogma.
Veamos brevemente como fue su historia.
La ciudad de Alejandría fue fundada en el año 331 a. C. por Alejandro Magno, el gran monarca macedónico, alumno del filosofo griego Aristóteles. Un año antes las tropas de Alejandro habían conquistado Egipto, hasta ese momento en manos de los persas, gobernados por el gran Darío III.
Para levantar esta nueva ciudad, que se convertiría en la capital del Egipto alejandrino, escoge una aldea situada al norte del país, llamada Racotis, situada entre el mar y lago Mareotis. Era un lugar interesante desde el punto de vista estratégico, por la facilidad para dominar el comercio de esa zona del Mediterráneo.
Así que se encarga la construcción al arquitecto griego Dinócrates de Rodas, que fabrica una ciudad totalmente griega en pleno Egipto, según el típico trazado hipodámico, sistema que se venía utilizando desde el siglo V a. C.: una gran plaza, una calle mayor que atravesaba la ciudad, con calles paralelas y perpendiculares, cruzándose siempre en ángulo recto.
Alejandro muere en el 323 a.C.
Su vasto imperio se reparte entre sus generales, aunque no de una forma pacífica, sino mediante guerras, traiciones y asesinatos. Los típicos problemas sucesorios.
Egipto, la zona que nos interesa, se la quedó Ptolomeo I Sóter (“El salvador”), que fue nombrado emperador en el 305 a. C., inaugurando la dinastía de los Ptolomeos, que a pesar de reinar como faraones, nunca dejaron de ser culturalmente griegos. Durante 300 años los Ptolomeos gobernaran Egipto, entre el 305 a. C. y el 30 d. C. (año de la derrota de Cleopatra VII, la famosa Cleopatra), cuando el país es absorbido por el Imperio Romano.
Esta dinastía helenística elegirá como capital la ciudad fundada por Alejandro, Alejandría, completando su construcción con bellos edificios, entre los que estaban el famoso Faro, considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, y el Museo-Biblioteca, que permitió que la ciudad se convirtiese, valga el paralelismo, en el faro intelectual del mundo antiguo.
Uno de los mayores enigmas que rodean esta mítica construcción es que no sabemos a ciencia cierta ni cuando se construyó ni cuando fue destruida. Es, más, lo más seguro es que ambas cosas fueran progresivas.
Es decir, ni se construyó, en su forma definitiva, de golpe, ni fue destruida en un único acontecimiento.
Por otro lado, aunque siempre se habla de Biblioteca como de algo aislado, hay que dejar claro que en realidad pertenecía al complejo del Museo (palabra, por cierto, derivada de “musa”, aquellas divinidades, hijas de Zeus, protectoras e inspiradoras de la actividad artística e intelectual).
Pero no se trataba un museo como los nuestros.
Era en realidad una construcción dedicada al culto a la cultura, en todas sus manifestaciones, desde la poesía a la música, pasando por el teatro, la filosofía y el arte.
Era, básicamente, un lugar destinado al saber.
Pero además, en aquella época, los hombres sabios, subvencionados por el estado ptolomeico, grandes mecenas de la época, aparte de encargarse de sus labores intelectuales, también vivían allí.
De alguna manera, para poder entender esto, hay que remitirse al Liceo fundado por Aristóteles, su particular respuesta a la Academia de Platón, ambas escuelas del saber, que de alguna forma se verán continuadas en Alejandría.
Y, lógicamente, un centro como este, dedicado al saber, debía disponer de una gran Biblioteca.
Para saber cuando se construyó nos encontramos con un problema: como fue destruida, no queda nada. Y a pesar de que se han hecho numerosos estudios arqueológicos, no se han determinado a ciencia cierta ni la ubicación exacta, ni la forma, ni la cronología. Así que nos tenemos que basar en los datos que otros historiadores, algunos contemporáneos, dieron sobre la misma.
No está mu claro si el constructor inicial fue Ptolomeo I, o su hijo y sucesor, Ptolomeo II, aunque todo parece indicar que la obra la inició el padre, en torno al 295 a. C. Y la terminó el hijo.
Como hemos dicho, tampoco está muy claro donde estaba, aunque se sabe que estaba cerca del mar y que formaba parte del complejo palaciego. Y tampoco sabemos mu bien como era, ni el Museo ni la Biblioteca, aunque se cree que formaban parte del mismo edificio.
Estrabón en su Geografía, aunque no menciona la Biblioteca dice: “El Museo forma parte de los edificios palaciegos y está formado por un pórtico para pasear, una exedra con asientos y un gran edificio, donde está la sala común donde comen los sabios, miembros del Museo”.
Sabemos pues que la Biblioteca no tenía salas de lectura propiamente, sino que estaba constituida por una serie de salas y pórticos, en cuyas paredes había nichos para guardar los libros.
Lo que si sabemos con precisión es que Ptolomeo III fundó otra biblioteca auxiliar a esta, anexa al Serapeum, antiguo templo erigido por los primeros ptolomeos al dios Serapis, debido a la necesidad de ampliar la biblioteca principal ante la gran cantidad de obras acumuladas (que, por cierto, tampoco se sabe mu bien cuantas fueron)
OS DEJAMOS AQUI UN ENLACE CON NUESTRA PRIMERA INTERVENCIÓN RADIOFÓNICA, QUE TRATA, PRECISAMENTE, SOBRE ESTE TEMA (PINCHEN EN LA FOTO)
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