LA ATLÁNTIDA. PARTE 15. ÉPOCA CONTEMPORÁNEA: IGNATIUS L. DONNELLY 2/2. LA GRAN OBRA


Perpetrado por Oskarele

“...No puedo creer que los grandes inventos se realizaron en varios lugares, a la vez de forma espontánea, como algunos quisieron hacernos creer. No hay verdad alguna en la teoría de que los hombres, urgidos por la necesidad, siempre han de inventar las mismas cosas para satisfacer sus necesidades. Si así fuese, todos los salvajes habrían inventado el boomerang, todos poseerían objetos de cerámica, arcos y flechas, hondas, tiendas y canoas. En una palabra, todas las razas habrían alcanzado la civilización, porque sin duda las comodidades de la vida resultan igualmente agradables para todos los pueblos.”


Como ya hemos dicho en el artículo anterior, el curioso e interesante Ignatius L. Donnelly publicó en 1882 un libro clave para todos los interesados en el tema de la Atlántida y las civilizaciones desaparecidas, “Atlantis: The Antediluvian World” (La Atlántida: El Mundo Antediluviano”).

En el capítulo I de este libro hace una declaración de intenciones que destaca por su impresionante, y arriesgada, certeza sobre lo que va a plantear. Tanto que merece la pena ser citado textualmente:

1. Que en una época existió, frente a la boca del Mediterráneo, en el océano Atlántico, una gran isla que era lo que quedaba de un continente conocido por los antiguos con el nombre de Atlántida.
2. Que la descripción que de dicha isla hizo Platón no es fábula, como se ha supuesto durante mucho tiempo, sino una historia real.
3. Que la Atlántida fue el lugar en donde el hombre se elevó por vez primera de un estado de barbarie a la civilización.
4. Que con el discurrir del tiempo la isla se convirtió en una nación poderosa y muy poblada. La gran densidad demográfica impulsó a los viajes, lo que hizo posible que las costas del Golfo de México, de los ríos Missisipi y Amazonas, las del Pacífico en Sudamérica, las del Occidente de Europa y África, las del Báltico, el Mar Negro y el Caspio fueran pobladas por comunidades civilizadas.
5. Que fue el verdadero mundo antidiluviano y también el Jardín del Edén; los jardines de las Hespérides; los Campos Elíseos; los Jardines de Alcino; el Olimpo; el Asgar de las tradiciones de los pueblos antiguos; que, en fin, representa el recuerdo universal de una tierra grandiosa, donde la Humanidad primitiva residió durante mucho tiempo en paz y felicidad.
6. Que los dioses y diosas de los antiguos griegos, fenicios, hindúes y escandinavos eran sencillamente los reyes, reinas y héroes de la Atlántida y que los actos que les atribuye la mitología son rememoraciones confusas de hechos históricos verdaderos.
7. Que las mitologías de Egipto y Perú representan la religión original de la Atlántida; es decir, la adoración del Sol.
8. Que la colonia más antigua establecida por los atlantes estuvo probablemente en Egipto, cuya civilización reprodujo la de la gran isla.
9. Que los utensilios de la Edad del Bronce de Europa derivan de la Atlántida, y que los atlantes fueron también los primeros que trabajaron el hierro.
10. Que el alfabeto fenicio, padre de todos los europeos, proviene del que ya se utilizaba en la isla-continente.
11. Que la Atlántida fue el lugar de asentamiento original del gran tronco de las naciones arias o indoeuropeas, al igual que el de los pueblos semitas, y posiblemente también de las razas turanias.
12. Que la Atlántida sucumbió en medio de una terrible convulsión de la Naturaleza, en que la isla entera se hundió en el océano, con casi todos sus habitantes.
13. Que sólo algunas personas escaparon en barcos o balsas, llevando a las naciones de Oriente y Occidente las noticias sobre la horrible catástrofe, que han llegado hasta nuestra época bajo la forma de las leyendas de la Inundación y el Diluvio que existen en los distintos pueblos del viejo y el nuevo mundo.


Platón situaba, como ya hemos dicho, la Atlántida en el océano Atlántico, frente al estrecho de Gibraltar, sin la más mínima ambigüedad. Donnelly, a diferencia de otros como Le Plongeon que la situaba en el pacifico, estaba de acuerdo con la historia narrada por el ateniense, partiendo de que existió en el mismo lugar y en la misma época, aunque, a diferencia de este, añade que fue la cuna de la humanidad y de la civilización. Sería el mundo dorado al que se referían todos los mitos clásicos sobre el Paraíso, el Olimpo, el Asgard, el Jardín de las Hespérides… y también, como Platón explica que se hundió, aunque no por las aguas, si no por fuertes terremotos y erupciones volcánicas, punto este que intentó demostrar con argumentos científicos.

“Hay una gran línea, una vasta fractura en la superficie del globo, que se extiende de Norte a Sur por el Atlántico y en la que hayamos una serie ininterrumpida de volcanes activos o extinguidos. En Islandia se halla el Oerafa, el Hecla y el Rauda Kamba, hay otro en Pico, en las Azores, luego está la cumbre de Tenerife y otros volcanes de las Islas Canarias, en una de las islas de Cabo Verde. En cuanto a volcanes extinguidos, hallamos varios en Islandia y dos en Madeira. Por otra parte, Fernando de Noronha, la isla de Ascensión, Santa Helena y Tristán de Acunha son todas de origen volcánico...”


¿Qué argumentos presentaba Donnelly para justificar su arriesgada exposición?

Pues básicamente propone criterios difusionistas, en muchos casos heredados de las ideas de Le Plongeon y de Thompson, como, por ejemplo, que la lengua de los mayas tenia numerosos parecidos con la de los egipcios, que en ambos sitios se hicieron pirámides que, aunque diferentes, parecían tener un origen común.

“...Si en ambas orillas del Atlántico encontramos precisamente las mismas artes, ciencias, creencias religiosas, hábitos, costumbres y tradiciones, resulta absurdo decir que los pueblos de los dos continentes alcanzaron en forma separada y siguiendo exactamente los mismos pasos, justamente los mismos fines...”


También plantea algunos argumentos naturales, como la movida de las anguilas: tanto las europeas como las americanas migran hacia mar de los Sargazos para desovar y, después, las recién nacidas regresan a sus correspondientes lugares de origen, lo que prueba una remota procedencia común de estos animales en algún punto del centro del Atlántico.

Para mi uno de los puntos más interesantes de esta obra es la idea, un poco parecida a Sitchin, de que los dioses de los griegos, egipcios, celtas, mayas, incas… son en realidad retratos idealizados de aquellos reyes de la Atlántida.

Esta obra, junto con algunas de las anteriormente citadas, tendrá una influencia posterior enorme, poniendo de moda el tema de la Atlántida y las civilizaciones desaparecidas, e influyendo directamente en la obra de algunos autores, cada vez más relacionados con doctrinas ocultistas, como Madame Blavatsky y su seguidor William Scott Elliot, de los que hablaremos en los siguientes capítulos.


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