ZECHARIA SITCHIN. LIBRO 2º: LA ESCALERA AL CIELO. PARTE 16: RESUMIENDO IDEAS



Perpetrado por Oskarele

En el siguiente capítulo, Sitchin se dedica a recordarnos un poco algunas de las ideas que ya mostró en el primer libro de “Las Crónicas de la Tierra”, partiendo de la idea de que el diluvio fue un hecho real y de que, antes de aquella gran catástrofe, el mundo estaba ya civilizado gracias a los Nefilim, aquellos dioses venidos del cielo (del planeta Nibiru).

Aquel diluvio era narrado en las tradiciones mesopotámicas y de ahí la heredaron los pueblos judíos, que narran el mismo hecho en el Antiguo Testamento, exactamente en el Génesis. Pero también aquí se recoge el mito de la creación del hombre, del Adán, y de su descendencia, por un lado la línea de Caín (el que mató a su hermano Abel), maldita y desaparecida (aunque más adelante se aventura a dar una explicación) y por otro lado la línea de Set, el tercer hijo de Adán y Eva, que dará lugar a la larga lista de patriarcas mencionados en la Biblia y que termina, precisamente en Noé, hijo de Lamec, y futuro padre de la humanidad.

Ya dijimos que el diluvio bíblico no es muy creíble, pues muestras las dos acciones, el castigo y la salvación de unos pocos, en la misma deidad, mientras que en el caso sumerio, lo protagonizan dos deidades, Enki y Enlil, enfrentados de toa la vida. Pero es que en el mismo génesis, a pesar del empeño monoteísta, se emplea un término plural para referirse a los dioses que condenan a la humanidad: Elohim (también empleado en la creación del Adán)

No solo eso. En la misma biblia se afirma que estos Elohim tuvieron hijos con las hijas de los hombres, y que fue precisamente ese el motivo para provocar el diluvio.

Para Sitchin, como ya hemos dicho en más de una ocasión, está claro que el génesis bíblico no es ni más ni menos que una versión reducida y resumida de antiguas tradiciones cosmológicas sumerias, que a su vez, son representaciones de la llegada hace miles de años (450.000) de unos extraterrestres venidos de un planeta de nuestro sistema solar, Nibiru, desconocido por nosotros por su alargadísima orbita excéntrica (3.600 años tarda en darse una vuelta), y que fueron los mismos que, en tiempos más recientes (300.000 años) decidieron crear al ser humano, modificando una especie autóctona, para crear mano de obra esclava, con la intención de aliviar su duro trabajo en nuestro planeta.

Básicamente…

Y ya sabemos, porque lo hemos contado, que el motivo de venir pa’ca era el oro, que por alguna razón no suficientemente explicada, era necesario para la supervivencia de su planeta, Nibiru. Así, estos primeros Anunnaki ("Los del Cielo que Están en la Tierra"), vinieron liderados por Enki, hijo del gran rey de los extraterrestres, Anu, aunque no el heredero al trono, que era su hermano Enlil, con el que siempre estará peleado y que marcará el curso de nuestro historia, traspasando el conflicto a sus hijos.

Y el conflicto surge porque más adelante Enlil también vino a la Tierra, asumiendo el mando de la misión, lo que molestó enormemente a su hermano que llevaba miles de años currándoselo aquí. Además Enki fue el que creó, con ayuda de otros, a los humanos, para que aliviasen el trabajo de los pobreticos Anunnaki, lo que explica el apego que tendrá a lo largo de la historia con los humanos (y especialmente con las humanas…)

Aquellos humanos, creados en un primer momento para trabajar en las minas de oro de África (el Apsu, la tierra de Enki), también fueron llevados a Mesopotamia, para trabajar en las cosas de Enlil, encargo de aquella zona, el mitio Y.DIN ("La Morada de los Justos"). El Génesis, posteriormente, explicará esto en su mítica historia del jardín del Edén y el castigo del hombre por desobedecer a dios: fue condenado a perder la vida eterna.

Según Sitchin, aquel castigo se produjo por culpa de Enki, encarnado en el relato bíblico en la serpiente, que le brindó el acceso al conocimiento a los hombres, que no es otra cosa para nuestro autor que la capacidad de procrear y reproducirse. Esto no sentó mu bien a su hermano Enlil, que de primeras no estuvo de acuerdo con estos esclavos creados, aunque los aceptó como un mal menor. Así que, por lo menos, consiguió que no fuesen inmortales.

Por lo menos no todos. Así, por ejemplo, Adapa, el hombre modelo de Enki, si tuvo la oportunidad de vivir eternamente, pues fue llevado a Nibiru y le fue ofrecido el sagrado alimento que garantiza la vida eterna, que rechazó por orden de Enki, que tampoco estaba mu de acuerdo en que fuesen inmortales.

De ahí en adelante, la raza humana proliferó. Los humanos ya no eran sólo esclavos en las minas o siervos en los campos. Ellos ejecutaban todas las tareas, construían "casas" para los dioses – lo que llamamos "templos" - e inmediatamente aprendieron a cocinar, bailar y tocar música para ellos. No pasó mucho tiempo cuando los jóvenes Anunnaki, carentes de compañía femenina, comenzaron a tener sexo con las hijas de los hombres. Y como eran biológicamente compatibles "de ellos nacieron hijos".

Este sería precisamente el motivo por el que Enlil decide castigar a la humanidad, exterminándola. Y para ello se valió de una catástrofe natural que estaba a punto de ocurrir y que pudieron prever: En el "Grande Abajo" - en Antártida – el fin de la Edad del Hielo estaba causando cambios: el deshielo estaba provocado que la gran capa de hielo antártica se estuviese desplazando hacia el mar y la cercanía de Nibiru, que está completando otra orbita y pasando cerca de la Tierra, iba a provocar un desplazamiento brusco, con terribles consecuencias: una inmensa ola que asolaría toda la Tierra.

Y Enlil, sabiendo lo que iba a suceder, se decidió a no informar a la humanidad, para que por fin fuese castigada y exterminada. "En cuanto a los hombres", dijo, "que perezcan; que la semilla del terrícola sea eliminada de la faz de la Tierra.”

Y de nuevo Enki entra en acción, pues, alarmado por esta idea, decide rebelarse contra las órdenes de su hermano y del consejo Anunnaki, e informar a un hombre, ZI.U.SUD.RA (el Noé bíblico) de lo que iba a pasar y de lo que tenía que hacer para salvar a la humanidad y a los animales. Y ya sabemos lo que pasó… llegó el diluvio, palmaron todos los humanos, menos los poquitos que iban en el arca (que para Sitchin es un submarino), lo que produjo en enfado inicial de Enlil, que, finalmente, aceptó respetar la vida de aquellos pocos hombres y repoblar de nuevo la tierra con ellos, pues sus servicios serian indispensables, al quedar todo destruido.

Curiosamente el tal Ziusudra también consiguió la eternidad, aunque no en el cielo, sino en la Tierra, en la zona de Tilmun, “En el lugar donde Utu se eleva” y adonde iría a buscarlo siglos después Gilgamesh, que también estaba buscando la vida eterna.

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