RITUALES COTIDIANOS. RITUALES DE MASA. RITUALES DEPORTIVOS Y FENOMENO FAN


Perpetrado por Oskarele

El sistema de reglas y el juego de pasiones de los rituales de la política están igualmente presentes en los rituales deportivos. Aunque con claras y obvias diferencias. La práctica y el espectáculo del deporte (según se mire el fenómeno, ya sea desde la óptica del protagonista, el deportista, o del espectador) tienen orígenes muy antiguos. Aunque no hay que caer en la trampa de entenderlo como un continuum, ya que los deportes en la antigüedad estaban integrados en una red social, muy diferente de la nuestra, en la que cobraban sentido y estilo propios.

En cambio el deporte en la actualidad plantea enormes diferencias con los deportes en la antigüedad: no tiene un carácter sagrado, si no que es plenamente profano. Existe igualdad en las condiciones de acceso. Se han especializado los cometidos, se han racionalizado las reglas, se crea una aspiración personal en los deportistas (y en los espectadores) por la consecución de records…

El enorme desarrollo y difusión actual de los deportes tiene que ser puesto en relación con el fenómeno paralelo del culto al cuerpo y también con la transformación del espectáculo deportivo en objeto comercial que mueve muchísimo dinero y que tiene una enorme difusión retroalimentada en los medios de comunicación.

Los deportes se asemejan a los rituales por su ceremonial, sus reglas estrictas y sus implicaciones simbólicas.

Pero resultan difíciles de clasificar. Respecto a las prácticas privadas del deporte derivan de los rituales de culto al cuerpo. Pero cuando se realiza en grupo tiene más que ver con los rituales de grupo. Desde el punto de vista del espectador tienen que ver con los rituales de masa…

Juliette Rahariosa, conocida socióloga, detecta en los procesos deportivos la presencia de numerosos rituales: considera que a lo largo de la carrera de un deportista se van superando diversos ritos de paso (infantiles, alevines, adultos, veteranos…), que la actividad deportiva exige un alto nivel de concentración y de capacidad de sacrificio (rito de purificación). También considera que se dan rituales asociados a la indumentaria, que varía según el deporte que se practica, según el club o el país, reforzando la identidad grupal, tanto entre los deportistas como entre los aficionados.

Por otro lado, desde el punto de vista del espectador, el espectáculo constituye por sí mismo una ceremonia rica en símbolos, llena de teatralidad. Esto se manifiesta especialmente en fenómenos deportivos como las Olimpiadas o los Mundiales de Futbol, con rituales de inauguración y clausura, desfiles, entrega de premios, culto a las banderas y las naciones… todo esto hace que las emociones colectivas se expresen intensamente, llevando al espectador a une especie de hipnosis colectiva que suele terminar en catarsis (cuando el grupo favorito gana, si no, si pierde, suele terminar en ira y frustración)

Algo parecido pasa con los conciertos de música y el fenómeno del rock y el pop: estos fenómenos son equiparables a los fenómenos de masas, aunque se circunscriben a determinados sectores de la población y a unas edades bien definidas. Y en ello juega un gran papel la enorme difusión que tienen gracias a los medios de comunicación de masas.


En el mismo proceso de “triunfo” de una banda de Rock se produce una secuencia llena de rituales y simbolismo: desde los orígenes ingratos tocando en cuchitriles y sin cobrar hasta el éxito de masas, que hace que sean “parte de la familia” de los fans.

Pero también se producen otros efectos colaterales por parte de los oyentes de estos grupos: se produce un fuerte vinculo social (aumentado por el hecho de pertenecer a un grupo, los rockeros, minoritario y “perseguido” por su heterodoxia respecto a lo establecido), se produce una desinhibición que lleva al baile y al desenfreno (en muchos casos producida  por el consumo de sustancias psicoactivas), que guarda estrecha relación con la exaltación de los ritmos y la agitación del baile. Además existe un componente claramente lascivo en todo este desenfreno del rock.

Se produce, pues, entre los espectadores una especie de estado de trance masivo (en muchos casos trance real provocado e inducido por sustancias químicas alteradoras de la conciencia), que lleva a crear una fuerte comunión entre el grupo de seguidores.


Habría que mencionar al respecto el curioso fenómeno que algunos denominan “fenómeno fan” en el que se da la circunstancia de que un grupo de seguidores de un grupo o artista, convierten a este en el leit motiv de su vida. Todo gira en torno a ellos. Suele darse especialmente en la adolescencia  y en el género femenino. Es un fenómeno absolutamente irracional, en el que se idealiza de tal manera al artista o grupo del que es fan que casi se convierte en un dios: todo lo que hace, dice, canta o escribe es sagrado, no existe la posibilidad de crítica…. Llegando a convertirse en muchos casos en algo obsesivo que roza lo patológico y que, probablemente es consecuencia, por un lado, del vacío cultural de nuestra generación, y las anteriores, y por otro, de unas fuertes y coercitivas campañas de marketing, dirigidas ex proceso a un colectivo con clara debilidad de criterio y personalidad como para rebelarse ante tan tremenda  manipulación.

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