BIOGRAFIA DEL PARAGUAS
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El paraguas es un invento curioso por su nombre, su historia y su diseño. Es uno de esos objetos que lleva con nosotros miles de años sin apenas cambiar de aspecto: otros inventos han variado radicalmente su forma en pocos años, pero los paraguas de hace siglos son casi indistinguibles de los de ahora.
La historia del paraguas, que tiene unos 2.400 años. Fue inventado en China.
De hecho, el paraguas es un buen recordatorio de cómo nuestro etnocentrismo cultural es una solemne estupidez. Piénsalo: alrededor del año 600 a.C. tenemos descripciones de un paraguas en China. En un manual de ceremonias, el Zhou-Li (Los Rituales de Zhou), se describe cómo colocar un objeto que cubre al Emperador en sus apariciones. El objeto tiene 28 varillas arqueadas y cubiertas por una tela. Las varillas están unidas a un palo de madera que puede deslizarse dentro de un cilindro hueco, colapsando las varillas y cerrando el objeto…Las diferencias con nuestros paraguas de ahora son mínimas.
No está muy claro de dónde sacaron sus inventores la idea de crear un armazón de madera con una tela por encima y, desde luego, no sabemos el nombre del inventor. Se piensa que el origen puede ser, por un lado, el utilizar ramas de árbol (las varillas de madera y la fronda en vez de tela) o tal vez, por otro lado, las tiendas de campaña. Al fin y al cabo, el paraguas es algo así como un “techo de tienda de campaña portátil”.
En cualquier caso, el paraguas se utilizaba en China para protegerse tanto del sol como de la lluvia, pero sólo las personas de alto linaje lo usaban (no necesariamente la realeza, pero desde luego no los campesinos). En aquella época, construir un objeto de esas características (especialmente el sistema de madera plegable y la seda que se usaba para cubrirlo) era costoso y requería gran habilidad, de modo que los paraguas eran objetos de lujo: los pobres se cubrían con capas de agua o se mojaban.
Sin embargo, aunque en Europa se utilizaban diversos objetos para cubrirse del sol (ninguno de ellos plegable), el concepto de sujetar algo sobre la cabeza para no mojarse era desconocido. Los viajeros occidentales relataban tras sus viajes las extrañas costumbres de los pueblos asiáticos (como los japoneses, los indios y los siameses) que los utilizaban con regularidad en sus ceremonias. Aunque el diseño chino llegó a Persia y eventualmente a Europa a través de la Ruta de la Seda, había un problema fundamental para su popularización, más allá de la dificultad de su construcción: la imagen.
Los europeos, ya desde la Antigua Grecia, habían asociado el parasol (y el paraguas se parecía mucho) a las mujeres. De hecho, existe incluso algún texto de Anacreonte en el que se afirma que el que un hombre lleve un paraguas es una muestra de afeminamiento. De modo que las mujeres griegas llevaban parasoles, como las etruscas y las romanas, pero los hombres no: las gruesas capas de agua eran su única defensa contra la lluvia.
Pero es que el propio concepto de utilizar el paraguas para resguardarse de la lluvia no era común en Europa: como hemos dicho, lo que se utilizaban eran parasoles. Aunque en castellano la palabra “paraguas” es de etimología evidente y referida a la lluvia, fíjate en la palabra en inglés: umbrella, que viene de umbra en latín, “sombra”.
De hecho, el umbracullum (un gran parasol) era y es utilizado para dar sombra al Papa, uno de los pocos hombres en utilizar un instrumento así en la Europa medieval. No sólo eso: el escudo de armas del Vaticano durante la sede vacante (el período de tiempo entre dos papas) sigue teniendo hoy en día el umbracullum papal.
Poco a poco, finalmente, el paraguas (para protegerse del sol) fue entrando en Europa y haciéndose popular. Al principio se extendió por Italia y Francia…para el regocijo de los ingleses, que se reían y consideraban a sus vecinos del sur afeminados por utilizarlos. En el siglo XVII ya era relativamente común en el sur de Europa.
En Inglaterra el paraguas tuvo que luchar contra esa asociación femenina durante mucho tiempo. Aún en 1706 los diccionarios lo describían como una “pantalla usada comúnmente por las mujeres para protegerse de la lluvia”. Uno de los primeros hombres en utilizarlo abiertamente en Londres fue el doctor Jonas Hanway (el que aparece en el anuncio de 1756), que sufría las burlas de los londinenses cada vez que llovía y salía a la calle con su paraguas. Otro inglés, John Macdonald, relata cómo incluso en 1770 la gente se reía de él y le gritaban, “¡Eh! ¡Francés! ¿Por qué no llamas a un carruaje para no mojarte?”
De modo que podemos considerar el final del siglo XVIII como el momento en el que, ya en toda Europa, se considera el paraguas como un objeto cotidiano y las tonterías se acaban. Poco a poco fueron mejorándose los materiales, hasta llegar al metal y las telas baratas que usamos hoy en día (por no hablar de la fabricación en serie) que han hecho del paraguas un objeto ubicuo…pero, curiosamente, igual que los tiburones son casi iguales que hace millones de años, el paraguas es prácticamente igual en diseño al que describe el Zhou Li.
Por cierto, no sólo se ha utilizado el paraguas a lo largo de la historia para protegerse del sol o la lluvia: también ha sido un arma. Por ejemplo, el disidente búlgaro Georgi Markov fue asesinado en 1978 por un agente de la KGB…¡con un paraguas! Markov estaba esperando al autobús cuando un extraño le pinchó con la punta de un paraguas en el muslo, aparentemente sin querer. El extraño se disculpó y se fue…tras dejar, con la punta del paraguas (en la que había una jeringuilla) una bolita de platino-iridio con ricina, un veneno potentísimo del que, aún hoy, no se conoce un antídoto. ¡Ojito con los paraguas!
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