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El perfil de pacientes que se ve cada vez más entre los psicólogos es el de seres irritables, apesadumbrados, pesimistas, algo depresivos y el estrés exacerba estos rasgos.
Mucha gente se parece al pitufo gruñón. Son seres irritables, apesadumbrados, escépticos, pesimistas, desconfiados de todo, intolerantes, a veces, depresivos. La actitud es de queja permanente, de insatisfacción constante, con rasgos de conducta que se repiten hasta que constituyen un modo de ser, de ver el mundo, de pautar relaciones. Tienen una visión depresiva de la vida; esa queja puede estar referida al destino, al país, a la vida y está cargado en el carácter. En lo cotidiano este tipo de pacientes encuentran muy poco placer, no disfrutan de oportunidades como un cumpleaños, una reunión en familia, un viaje y, ni siquiera un cambio económico favorable los conforma, porque siempre tienden a ver lo que falta.
Todos podemos tener nuestros momentos de mal humor que se consideran totalmente normales, siempre y cuando no sea una conducta habitual.
Si el mal humor se instala en forma permanente en nuestra conducta y comienza a ser algo más que circunstancial, deberíamos conocer las causas y hacer algo al respecto.
Es un hecho que casi todos tengamos que atravesar por problemas que nos producen sufrimiento. Sin embargo, algunas veces llamamos problemas a ciertos desafíos que la vida nos impone y que no son más que oportunidades para evolucionar y no quedarnos estancados.
Otras veces, llamamos problemas a situaciones comunes de la vida, dándoles una connotación trágica que no se merecerían si aceptáramos que son inevitables.
Pero la mayoría de las veces los malhumorados no tienen mayores motivos para su estado de ánimo.
Les molesta la compañía pero por otro lado se quejan porque están solos, se aburren pero no tienen ninguna iniciativa, viven contando sus problemas pero son incapaces de escuchar a los demás, critican a todos porque ven la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio; están desconformes con el gobierno, con su familia, con su trabajo y por supuesto ven todo negro. (bue…estar desconforme con el gobierno no es patológico)
Se trata por lo general de personas eternamente desconformes, intolerantes e individualistas que no pueden ser felices de ninguna manera y que con su mal humor canalizan sus energías negativas provocadas por sus desequilibrios emocionales y lo han convertido en un hábito.
Estas personas son muy difíciles de tratar porque creen tener siempre la razón. Poseen una visión pesimista del mundo y están convencidas plenamente que estamos todos al borde del abismo, que se aproxima el Apocalipsis y que es inútil cualquier intento para evitarlo.
Para ellas todo está a punto de estallar y sólo es cuestión de esperar que alguien apriete el detonador.
Científicamente, el mejor sinónimo de malhumor es lo que conocemos como disforia, un trastorno del ánimo caracterizado por un estado recurrente de insatisfacción, ansiedad, irritabilidad e inquietud.
Estas emociones están ligadas a un neurotransmisor llamado dopamina, asociado a la gratificación y la saciedad. Por eso los tratamientos apuntan a recomponer su equilibrio cuando hay un desarreglo.
Desde el punto de vista químico, el placer depende de dos sustancias (la dopamina y las endorfinas), cuyos niveles son bajos en las personas que tienen malhumor. No puede haber goce cuando no fluyen en determinadas dosis en el cerebro.
Sigmund Freud diría que el mal humor es un síntoma de represión de la libido sexual, que no necesariamente siempre se refiere a lo genital, sino a toda la sexualidad entendida como instinto de vida, al no lograr expresarse para participar creativamente en un medio social.
El mal humor es un defecto de carácter que produce conflictos de relación, discordia familiar e infelicidad, y lo más grave de este modo de ser, es que es contagioso.
El Psicoanálisis podría permitir revelar el trauma, que una vez consciente ayudaría a canalizar lo reprimido adecuadamente.
Otras fuentes lo llamarían vacío existencial o discapacidad para adaptarse a los cambios y para crecer y la terapia desde este enfoque podría ayudar a cambiar la percepción y ver la realidad desde una perspectiva más amplia.
En tanto que para los conductistas sería un condicionamiento adquirido que es necesario desaprender para adquirir otros nuevos más adaptativos.
No obstante, cambiar el mal humor en buen humor, puede ser tan sólo una cuestión de actitud. Contra los síntomas del mal humor, el mejor remedio suele ser ponerle más humor a la vida, para calmar la irritabilidad y el cansancio. Estar siempre de mal humor no beneficia ni a tu cuerpo, ni a tu mente y tarde o temprano, sentirás las consecuencias.
Por tal motivo, ante un repentino mal humor, lo mejor que puedes hacer es indagar sus causas para eliminar los motivos que lo provocan y controlar tu estado de ánimo. Sin embargo, si cambiar las circunstancias que te irritan está fuera de tu control, de nada servirá agravar la situación con tu mal humor. Es el momento de recurrir a tu sentido del humor y a tus energías positivas para superar la crisis.
Sin duda, la clave es reir para vivir mejor, ya que la risa y la sonrisa son los mejores remedios para controlar y combatir el mal humor. No se trata de reir de cualquier modo, sino de reir de corazón.
Es lunes...¿Qué tal la vida?
Fuentes: http://www.depresion.psicomag.com/malhum
http://psicologia.laguia2000.com/general
http://www.innatia.com/s/c-autoayuda-par
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