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En la moderna simbología exotérica el número 23 se ha apropiado de los misterios terrestres y de lo que podemos soñar que ocurre en el universo. Ya hay académicos, poshippies místicos, círculos de filósofos, dedicados al estudio de los fenómenos paranormales y las teorías de las conspiraciones, relacionadas con esta cifra.

Anda por ahí gente que lo sabe todo sobre esta casualidad: fue el número de la camiseta de Beckham que escogió su mujer cuando jugó para el Real Madrid. Y ya había sido la identificación de otro astro, Michael Jordan. Y es la dirección de la casa del personaje Alicia en la película Hablé con ella, de Pedro Almodóvar. Todas estas coincidencias ponen a babear a mucha gente.

No es para menos: la sangre tarda 23 segundos en recorrer el cuerpo humano. En el momento de la concepción el hombre y la mujer contribuyen cada uno con 23 cromosomas. El biorritmo humano tiene ciclos de 23 días, según la teoría de George Tomen, quien se inspiró en el curioso amigo de Freud llamado Wilhelm Fliess, apasionado de la numerología.
Magia que tienen los números. Recordemos a Vladimir Nabokov. “El hombre inventó la aritmética con el fin puramente práctico de conseguir algún tipo de orden humano en un mundo gobernado por dioses que devastaban sus sumas cuando se les antojaba’’. No estaba errado.

Mucho tiempo antes un checo atormentado por su padre, Franz Kafka, pensó que “el trastorno del mundo parece ser, para nuestro consuelo, un asunto puramente numérico’’. Tampoco se equivocaba.

Virgilio nos dijo que la divinidad se complace del número impar. Y Cirlot, el catalán estudioso de los símbolos, asegura que los números no son expresiones meramente cuantitativas, sino Ideas Fuerza. Pudiera ser.

Bertrand Russell aportó estas palabras: “He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué las estrellas brillan. Y he intentado comprender el poder pitagórico mediante el cual los números se mantienen a flote sobre la mudanza’’.

Las sincronicidades, que tanto llamaban la atención de Carl Gustav Jung, también se manifestaron con el 23. El escritor William Burroughs relató que en Tánger (1958) conoció a un capitán Clark. Este le contó que por 23 años había navegado por el estrecho sin percances. Pero ese mismo día Clark sufrió un accidente grave.

Burroughs quedó sorprendido ante el suceso, pero se alarmó más cuando escuchó esa misma noche en la radio que un avión había caído sobre Florida, Estados Unidos, sin dejar ningún sobreviviente. El piloto se llamaba Clark y el número del vuelo era 23.

Cuando Arthur Koestler publicó el libro Las raíces del azar, recibió una curiosa carta del profesor Hans Zeisel, de la Universidad de Chicago. Le contó allí que le perseguía el número 23 como una maldición: en Viena, donde nació, vivió en la calle Rossaurerlaend, 23. Tuvo un bufete de abogados en la Gonzagagasse, 23. Y su madre vivía en la Alserstrasse, 23.

Su madre, en cierta ocasión, viajó a Montecarlo. Se llevó para leer la novela Die Liebe der Jeanne Ney: allí un personaje gana una fortuna apostando al 23. La madre de Zeisel intentó repetir la suerte del protagonista. Y al segundo intentó ganó una fortuna con el 23.

Umberto Eco se ha fascinado con las sincronicidades del 23. También el dibujante que creó Alien, H. R. Giger. Y es el número cabalístico de los hermanos Wachowski: 23 son los humanos que deben salvarse para asegurar la supervivencia de Sion en Matrix Reloaded.

Quienes deseen abundar en las relaciones peligrosas que mantiene el 23 con la vida, pasada y presente, no deberían dejar de leer La trilogía de los iluminati (Robert Anton Wilson, Palmyra, 2006); Numeromanía, números, mística y superstición (Lamberto García del Cid, Debate, 2009). Y la película de Joel Schumacher, El número 23, con Jim Carrey.

Cabe preguntarse si todo esto no será una de las tantas formas que tiene el ser humano de escapar de la más cruda realidad que le toca vivir todos los días. Quien sabe. Pero no deja de dar vueltas en mi cabeza la frase del científico Nigel Paneth: “Los números formados por dos cifras expresan una relación entre ellos, de izquierda a derecha: Por ejemplo, 23: 2 es el conflicto y 3 la solución que lo resuelve’’. Quizá sea una forma de protegerse de las adversidades.

Extraido de http://gentequenecesitaterapia.wordpress​.com/2009/07/17/cosas-raras-que-pasan-co​n-numeros/

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