(B)
Querida Renuncia:
Renuncio a vos. Sí, a todas las derivaciones que de tu palabra sean extraídas. Renuncio a renunciar. A decir ¨no¨ a todo aquello que nadie puede asegurar imposible. Renuncio a abandonar lo empezado. A dejar por la mitad lo que todavía está por venir. Renuncio al texto de media hoja. A la medialuna partida. Al café sin revolver. Renuncio a la duda. A la entrada al cine sin sacar y al museo de pasillos ausentes. Renuncio a caminar sin avanzar un paso. A dejar la cabeza gacha cuando alguien se equivoca. Renuncio a la memoria y al olvido. A lo absurdo del protocolo. Renuncio a los espacios sin sentido y a los momentos que no brillan. Renuncio a creer que seremos uno. A dos también. Renuncio a una impresora sin funcionar y a un escrito sin editor. A la sala vacía, a los sueños encerrados por candados sin claves. Renuncio al liencillo en blanco y al subte lleno de gente. Renuncio al silencio. Al vacío de vos. A dejar en otras manos lo que las mías todavía acarician con ternura. Renuncio a renunciar. Sí. A pensar que las cosas deben aceptarse según las palabras de los hombres y no de sus acciones. Renuncio a la lengua oral. A las habladurías y a los hablantes. A los dueños de la verba y a los pobres de la tinta. A los magos, a los zorros, y a los necios. Renuncio al amor a primera vista que nada sabe de terceras, cuartas, quintas y miles de vistas de amor más. Renuncio al amor sin amor. Al beso sin ruido y a la piel sin taquicardia. Renuncio a creer que hay que creer en todo. Renuncio a entregar lo que uno más atesora. A no luchar por ideales. Renuncio a la gente que dice ¨No podrás¨. A aquella otra que enuncia convincente lo que habrá o no habrá de ser. Renuncio a los horóscopos y a los chantas. Renuncio a la torta de cumpleaños sin velitas y a los chocolates sin almendras. Renuncio a quién no tiende una mano y a quién no mira a los ojos. A quien ignora al mendigo y a quien no ama a los niños. Renuncio al erúdito y al distraído. Al héroe y al fracasado. A los polos opuestos y a las generalizaciones. Renuncio a las creencias urbanas y a las leyendas de pasión. A los mitos sin origen y a la psicología barata. Renuncio a la literatura rosa y a los fragmentos anónimos. A los muros de la ignorancia y a los vicios de escritor. Al primer capítulo y a la novela en tres tomos. A los textos condensados en forma de bloque y a las palabras sueltas. Renuncio a las llaves que no giran y a la sangre cuando se derrama invisible sobre los indefensos. A los discursos, a las figuritas repetidas y a los fánaticos de la obviedad. Renuncio a los santuarios de la nada y a los milagrosos del espanto. A lo falaz del mundo y a lo fugaz de la humanidad. Al oro que no luce y al barro que no ensucia. Renuncio a renunciar. Renuncio.
Coni Salgado.
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