NUEVOS LIDERES?

(B)

Londres, Santiago de Chile, Madrid, El Cairo. ¿Qué tienen en común estas capitales tan distantes en kilómetros, en culturas y hasta en poderío económico?

En este convulsionado 2011, el denominador es la inconformidad y la falta de representación. No hay líderes para este momento. Los que existen tienen una autoridad formal dada por sus investiduras, pero no legitimidad en el ejercicio de sus cargos. Y, para peor, no son capaces de entender a sus votantes, quienes se están moviendo en escenarios volátiles.

En este cóctel, su autoridad es arrasada por multitudes destituyentes. Aún no amanecieron nuevos liderazgos que entiendan esta complejidad y el mientras tanto es de una violencia viral que fue gestándose a lo largo de décadas de inequidad al interior de los países.


A pesar de su nombre florido, la llamada “primavera árabe” se llevó puestos a dictadores, aunque no fue gratuita en vidas humanas. Y todavía son muchos los que se lanzan a las calles como último recurso ante tanta represión y años de humillación y pobreza. “Valientes demostraron a Occidente” , dijo un editor de la red Al Jazeera. Y aclaró: “Había un pueblo, además del tirano y Osama bin Laden”.

El efecto contagio no tardó en llegar y los indignados españoles tomaron la Puerta del Sol el 15 de mayo (15-M), frustrados de ver que el pasado había sido mejor que este presente desolador para sus parámetros de bienestar europeo. Algunos con títulos de posgrado, pero con sueldos de camareros e hipotecas impagables de por vida, se aglutinaron bajo un decálogo que firmaron pulcramente en Internet.

Como en El Cairo, la chispa en Londres para una semana de desmanes que encarnaron el descontento fue el asesinato brutal de un joven por parte de la Policía, en un barrio donde lo que sobra es violencia y discriminación.

Allí y en Chile al mismo tiempo, con un gobierno encerrado en sí mismo como fondo, se expande como reguero de pólvora una juventud desencantada con el curso de un mundo en default , con el lugar que ocupa o que le va a tocar ocupar muy pronto.

El celular para expresarse. En el centro de la escena, el dispositivo que cambió las posibilidades de casi todo accionar social: el celular, ese pequeño adminículo que permite la comunicación instantánea de miles de personas, al mismo tiempo que son capaces de generar grandes movimientos, aunque todavía no se sabe en qué sentido.

Estas miles o cientos de miles de personas expresan su disconformidad, pero aún no han conseguido una voz que las contenga. Todavía no han logrado conformar su energía social en un movimiento propositivo, y el mundo, que más que nunca se encuentra en plena transformación, espera que los líderes tradicionales escuchen y se transformen, lo cual es auténticamente improbable; o que de este descontento surja un nuevo liderazgo que trascienda la queja y consiga una propuesta que logre integrar los diferentes aspectos en un proyecto superador, en una economía inclusiva al servicio de las personas y con cuidado del medio ambiente...Un mundo más austero para algunos pero mucho más generoso para millones que apenas logran hacer una comida al día.

Estamos en esa encrucijada. Nos estamos preguntado en qué mundo queremos vivir o, en otras palabras, qué vida queremos vivir y qué estamos dispuestos a hacer para lograrlo.

La voz del interior.

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