ADIVINA, ADIVINADOR…¿QUIENES SON?

(B)

PISTAS:
Malcriados.
No saben disfrutar de las cosas simples y necesitan cada vez más y más y más para sentirse satisfechos. Quieren comprarse todo, lo último, lo más sofisticado, lo más caro.

Ellos piden, claro, como si fuera tan fácil. Total, uno les da y después ellos hacen lo que quieren. Por eso hay que tener mucho cuidado hoy en día y aprender a ponerles límites.
Según los especialistas, hemos sido demasiado permisivos durante mucho tiempo. Y así los criamos: caprichosos, antojadizos, intolerantes, pueriles.
Ya no leen: se conforman con ver la TV todo el día. Y no hacen otra cosa que los ayude a ejercitar la reflexión. Miran esos programas útiles para reemplazar lobotomías; les encantan y los comentan al otro día.
En las redes sociales twitean sin parar o cuelgan en Facebook nimiedades que sólo sirven para reforzar su ego y entablar contactos superficiales. Creen en todo lo que les cuentan sus amigos cercanos, sin pensar por ellos mismos.
No saben disfrutar de las cosas simples y necesitan cada vez más y más y más para sentirse satisfechos. Quieren comprarse todo, lo último, lo más sofisticado, lo más caro.
Además, se ponen como locos si no lo obtienen y hay que escuchar largos lamentos o sufrir su bronca, ya que han crecido con cero tolerancia a la frustración.
Quieren ganar siempre, y si bien es cierto que a veces uno los deja, tampoco es cuestión de que crean que siempre será así. No estaría mal que a veces ganemos nosotros, para que entiendan lo que es la vida.
Otro problema preocupante es que no obedecen: a pesar de que uno trata de orientarlos, actúan por su cuenta y siempre les sale mal. Hacen cualquiera, y lo peor es que no se arrepienten.
Eso sí: cuando necesitan algo, son los campeones del mimo y la adulación. Nos entran por donde saben que somos más sensibles, y nos pueden. Les terminamos dando lo que piden.
Les encanta transgredir las normas y no les gusta aceptar las consecuencias que eso conlleva.
No es ninguna ciencia: son así, y más en estos tiempos.
Relacionarse con ellos es cada vez más difícil.

Y hoy, como si fuera poco, también tienen la pretensión de que, al ver sus rostros estampados en las boletas en el cuarto oscuro, ¡encima los votemos!

Menos mal que ni los chicos se portan como ellos.

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