DIALOGANDO SIN SUSCEPTIBILIDADES


(β)

El diccionario define “Diálogo” como una conversación entre dos o más personas y también como un intercambio de opiniones e ideas.
Krishnamurti le dió un significado más profundo y señaló su importancia como un medio de búsqueda religiosa de la verdad, que propuso como lo desconocido. El distinguió entre el conocimiento de la verdad y la realización de la verdad y usó el diálogo como un modo de alcanzar esto último. Los libros sagrados de todas las religiones contienen descripciones de la verdad que fueron planteadas por grandes videntes religiosos pero esas descripciones no nos revelaron la verdad cuando los leemos. Ellos señalan lo que llaman verdad, nos dan una idea sobre ella y crean un entendimiento intelectual pero eso no es la realización de la verdad. Krishnamurti pretendió superar ese puente a través del modo que él llamó diálogo.
Un diálogo es muy diferente de lo que normalmente llamamos discusión o debate. Una discusión se da usualmente entre personas que han optado por puntos de vista definidos y quienes desean convencerse mutuamente o comparar sus propuestas. Usualmente están comprometidos con cierta opinión, ideología, creencia religiosa, sistema político o nacionalidad y argumentan desde ese particular punto de vista. La mayoría de los seminarios o simposia, así como intercambios diplomáticos internacionales tienen tales características. Por tanto, las discusiones dialécticas se dan entre filósofos o dignatarios religiosos de diferentes persuasiones. Ellos empiezan con conocimientos, propician un intercambio de ideas y terminan con más conocimientos y más ideas. En tanto que el ejercicio completo está limitado al campo de las ideas y el conocimiento, no conducen a la realización de una verdad más profunda. Por otra parte, un diálogo es un modo religioso de búsqueda que comienza con el no conocer. Los participantes saben que no conocen la verdad, así lo postulan como lo desconocido y están deseosos de investigar juntos a fin de descubrirla. En el no conocer, no hay identificación de ellos mismos con ningún punto de vista, no tratando de convencer al otro de nada, están juntos y no oponiéndose uno en contra del otro. Es como si se encontraran todos del mismo lado de la mesa y la verdad del otro lado.
Es nuestro conocimiento, nuestras creencias, nuestros puntos de vista, lo que nos divide. Si los hacemos a un lado podemos iniciar por explorar como dos amigos que están profundamente interesados en examinar cualquier aspecto de la vida y llegar a un entendimiento más profundo de ella. La verdad puede revelarse en el mismo proceso de explorar la pregunta, en vez de tratar de dar una respuesta rápida. Cualquier respuesta dada por la mente que no ha examinado profundamente y entendido todo lo que está involucrado con el asunto es meramente una opinión superficial y por tanto de poco valor para el que busca la verdad. Sabiendo esto, la mente no está interesada en formar opiniones en un diálogo y llegar a conclusiones. Ni está compitiendo con otros para ver quién llega primero a la verdad ya que no existe ambición ni se busca la satisfacción en ello, fama o reputación. Es una mente que está en búsqueda del amor a la comprensión, y no a un resultado o conclusión.
Una mente realmente imparcial puede ver todos los lados del asunto sin apegarse a ninguno de ellos, al igual que un jugador imparcial que juega ajedrez consigo mismo, moviendo tanto las piezas negras como las blancas!

El diálogo puede quebrarse irreversiblemente si quienes participan padecen de susceptibilidad.

La susceptibilidad siempre se considera un síntoma de anormalidad y debilidad. Suele encontrarse en casi todos los sentimientos de inferioridad. Pudiera pensarse que este defecto es una prueba de vanidad humana pero lo que ante todo está manifestando es debilidad y temor por verse tal como la persona es realmente. Las personas que lo padecen suelen ofenderse con facilidad porque se sienten inseguros y esa es su manera de defensa. La susceptibilidad la encontramos en todas las formas de autoritarismo cuya base suele ser la impotencia y la debilidad.

Las personas susceptibles acarrean una pesada desgracia: la de ser retorcidos. Complican lo sencillo y agotan al más paciente. Viven siempre con la guardia en alto, a pesar de lo cansador que resulta.
Son capaces de encontrar secretas intenciones, conjuras o malévolos planteamientos en las cosas más sencillas. Imaginan en los ojos de los demás miradas llenas de censura. Una pregunta cualquiera es interpretada como una indirecta o una condena, como una alusión a un posible defecto personal. Con ellos hay que medir bien las palabras y andarse con pies de plomo para no herirles.
La susceptibilidad tiene su raíz en el egocentrismo y la complicación interior. "Que si no me tratan como merezco..., que si ése qué se ha creído..., que no me tienen consideración..., que no se preocupan de mí..., que no se dan cuenta...", y así ahogan la confianza y hacen realmente difícil la convivencia con ellos.

Para combatir este mal
Veamos algunos ejemplos de ideas para alejar ese peligro:

-guardarse de la continua sospecha, que es un fuerte veneno contra la amistad y las buenas relaciones familiares;

-no querer ver segundas intenciones en todo lo que hacen o dicen los demás;

-no ser tan ácidos, tan críticos, tan cáusticos, tan demoledores: no se puede ir por la vida dando manotazos a diestro y siniestro;

-salvar siempre la buena intención de los demás: no tolerar en la casa críticas sobre familiares, vecinos, compañeros o profesores de los hijos;

-confiar en que todas las personas son buenas mientras no se demuestre lo contrario: cualquier ser humano, visto suficientemente de cerca y con buenos ojos, terminará por parecernos, en el fondo, una persona encantadora (Plotino decía que todo es bello para el que tiene el alma bella); es cuestión de verle con buenos ojos, de no etiquetarle por detalles de poca importancia ni juzgarle por la primera impresión externa;

-no hurgar en heridas antiguas, resucitando viejos agravios o alimentando ansias de desquite;

-ser leal y hacer llegar nuestra crítica antes al interesado: darle la oportunidad de rectificar antes de condenarle, y no justificarnos con un simple "si ya se lo dije y no hace ni caso...", porque muchas veces no es verdad.

-soportarse a uno mismo, porque muchos que parecen resentidos contra las personas que le rodean, lo que en verdad les sucede es que no consiguen luchar con deportividad contra sus propios defectos.

Lo que determina la calidad del diálogo es fundamentalmente el estado de nuestra propia mente. Preparémosnos para diálogos fértiles.


Fuentes:
http://www.fluvium.org/textos/etica/eti271.htm
http://www.proyectosfindecarrera.com/definicion/Susceptibilidad.htm
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache%3AW-ErtrZSEz4J%3Awww.pkrishna.org%2Fspanish%2Fart_of_dialog_spanish.html+el+arte+de+dialogar&cd=1&hl=es&ct=clnk&source=www.google.com (párrafos extraídos textualmente).

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