ByOskarele
De los países del norte de Europa, Dinamarca, la bella tierra de los Vikingos, es la primera en dar señales de actividad cinematográfica. Ya en 1898, un fotógrafo llamado Lars Peter Elfelt filma en el castillo de Bernstorff al rey Christian, sus allegados y algunos soberanos de la familia, como la reina Alejandra, de Inglaterra, el zar Nicolás II o el rey Jorge de Grecia.
Pero tendremos que esperar hasta que de verdad se rompa el huevo, en 1906, fecha en la que un tal Ole Olsen funda una sociedad de producción cinematográfica, la Nordisk Film, que tenía como emblema un globo terráqueo coronado por un oso. Tras filmar los funerales del rey Christian y la coronación del rey Haakon de la vecina Noruega, Olsen se plantea dar un gran golpe: compra dos leones y los suelta en una pequeña isla desértica del báltico. Y lo rodó. Así surge “Lövejagt paa Ellore” (Caza de leones en la isla de Ellore), realizada por el actor Viggo Larsen, durante muchos años el gran hombre de la compañía.
Viggo Larsen será el protagonista de una película bastante importante en su época: “Den hvide slavehandels sidste offer” (Trata de blancas), de 1910, que abre el camino del cine erótico y que inventa un icono femenino que luego se desarrollará enormemente: la figura de la Vamp, una mujer demoniaca, de pérfido atractivo, morena, de blanca piel y terriblemente peligrosa para los hombres. La gran encarnación de este prototipo de Vamp será la bella actriz Asta Nielsen.
Pero el cine danés se hará grande por la genial contribución de dos peaso de directores: Benjamin Christensen y Carl Theodor Dreyer.
Empecemos por el primero.
Benjamin Christensen (1879-1959), estudió medicina, aunque no con demasiadas intenciones de desarrollar esta vertiente profesional, ya que en 1901 se matricula en la escuela del Teatro Real de Copenhague, lo que le permite comenzar a trabajar como actor en varios teatros. Así, en 1912, entra en el mundo del cine, pero como actor.
Rápidamente, enamorado del nuevo medio, decide realizar sus propias películas, haciendo una de las mejores operas primas de la historia, Det Hemmelighedsfulde X (El secreto de la X misteriosa), de 1913, interpretado por él mismo y que cuenta una convencional historia de espías con salvación del inocente en el último momento. En esta obra ya da muestras de poseer un talento innato para el cine y de tener un estilo dinámico y puramente cinematográfico, alejado de los estándares teatrales de la época. El film tendría bastante éxito y situaría a Christensen en la cima del vanguardista cine mudo danés.
Su segunda película fue el melodrama social “Haevens Nat” (1915), en el que ponía de manifiesto su inventivo estilo visual.
Benjamin Christensen provocó a sus contemporáneos y rompió con las prácticas habituales de hacer cine de su época, manifestando siempre una gran confianza en sí mismo y en las posibilidades del cine como arte y como medio de expresión personal. En este sentido, Christensen ha sido considerado por la crítica como uno de los primeros verdaderos autores de la historia del cine y como un adelantado a su tiempo.
Su película más conocida y su obra maestra es “Haxan” (conocida en nuestro país como “La brujería a través de los tiempos”) de 1921.
Se trata de una película única e inclasificable. A medio camino entre el documental y la ficción, en ella se mezclan excelentes actores con figurantes sacados de las calles y de hospitales mentales. Hace un repaso a la historia de la brujería, el ocultismo y las supersticiones en la edad media. Así, en siete episodios, nos habla de las causas y consecuencias de la creencia en la brujería en el Medievo, avanzando hacia el siglo XX y mostrando como hoy en día muchas personas enfermas mentales serian acusadas de brujería.
La técnica es innovadora a no poder más: se sirve tanto de grabados de la época como de escenas recreadas por él mismo. Pese a lo escalofriantes que resultan las imágenes medievales mostrándonos al demonio o a la Santa Inquisición, el punto fuerte del film está sin duda en las recreaciones hechas por el propio Christensen. Así, por ejemplo, recrea la historia real de una anciana acusada de haber matado con sus poderes a un señor. El director muestra con un acierto increíble el proceso por el que pasa la señora, mostrándonos visualmente, sus creencias y visiones. Para ello, Christensen se sirve de una ambientación lúgubre y espeluznante llena de imaginería visual y de perversiones que en su época lógicamente fueron objeto de muchas polémicas: oscuras orgías, demonios terroríficos, mujeres dejándose seducir por demonios….
Tampoco se corta un pelo a la hora de mostrar los horrores de la inquisición, contando el proceso de condena a una familia entera de inocentes, que son torturados y engañados en un cruel interrogatorio.
Se trata de una obra maestra del cine en general, pero de un clásico pionero en la historia del cine de terror, hoy, por desgracia, prácticamente olvidada. Aunque es cierto que en su momento no tuvo demasiado éxito, y ayudó a que su director fuese considerado un bicho raro, dificultándole la reacción de sus películas. Así, Christensen, aislado dentro del cine danés, contaba con el único apoyo y admiración de su amigo el cineasta Carl Theodor Dreyer, del que hablaremos en el artículo siguiente.
Emigró a Alemania, donde dirigió una sola película, y luego aceptó una oferta para dirigir en Estados Unidos. Allí realizó seis películas, entre las cuales es de destacar la extraña “Seven Footprints To Satan” (Una noche en el infierno), de 1929, en la que Christensen vuelve a mezclar la comedia con el horror y la truculencia.
Tras regresar a Dinamarca, pasaron casi diez años hasta que volvió a dirigir para la Nordisk Film Kompagni. La crudeza de los temas que tocó en esta segunda etapa danesa (los problemas de los hijos de matrimonios separados o el aborto) muestra que pretendía romper con el cine que se realizaba por aquel entonces. La calidad de estas películas sonoras no alcanzó los niveles de su producción muda, lo que le llevó a abandonar la producción cinematográfica definitivamente en 1942.
Desapareció entonces por completo de la escena pública y se dedicó a regentar una sala de cine en Copenhague.
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