ZECHARIA SITCHIN, EL 12° PLANETA, PARTE 25. DE VIAJE A UN PLANETA LLAMADO TIERRA



ByOskarele

Sitchin nos llega a explicar incluso, basándose en su libre traducción de las tablillas y leyendas mitológicas mesopotámicas, que las naves espaciales procedentes de Nibiru, tripuladas por Nefilim, solo podían aterrizar en la Tierra si eran lanzadas desde mucho antes de llegar a nuestro planeta. Toma eso.

Un texto astronómico decía que el planeta Shupa (Plutón, según Sitchin) era aquel donde “la divinidad Enlil fijaba el destino del País” -donde el dios encargado de la nave espacial establecía el rumbo hacia el planeta Tierra y el País de Sumer.

Después estaba IRU («curva» o «rizo»), Neptuno, donde la nave espacial comenzaba su amplia vuelta hacia su objetivo final (en otra lista se nombra al planeta como HUM.BA, que significa “vegetación de tierras cenagosas”. Si algún día exploramos Neptuno, ¿descubriremos que su insistente asociación con las aguas se debe a las ciénagas que los Nefilim veían en él?).

Luego llegarían a Urano, conocido como Kakkab Shanamma (planeta que está repetido o que es el doble). Y, ciertamente, Urano es el hermano gemelo de Neptuno, tanto en tamaño como en apariencia. Una lista sumeria llama a Urano EN.TI.MASH.SIG (planeta de brillante vida verdosa). ¿Acaso Urano es un planeta en el que abunda la vegetación pantanosa?

Más allá de Urano, aparecía Saturno, que dotado de una tremenda atracción gravitatoria y con sus misteriosos anillos, debe haber representado muchos peligros para los Nefilim y sus naves espaciales. Esto quizás explicaría por qué le llamaban TAR.GALLU (el gran destructor), KAK.SI.DI (arma de justicia) o SI.MUTU (aquel que por justicia mata). En todo el Oriente Próximo de la antigüedad, Saturno representó al que castigaba al injusto.

Los Nefilim debían sentir un gran alivio cuando lo pasaban y comenzaban a ver a Júpiter, al que llamaban “Barbaru” (brillante), así como SAG.ME.GAR (grande, donde se abrochan los trajes espaciales). Otro nombre de Júpiter, SIB.ZI.AN.NA (guía verdadero en los cielos) describía también su probable papel en el viaje a la Tierra: era el punto en el que comenzaba la peligrosa zona del cinturón de asteroides.

Marte recibía el nombre, por otra parte apropiado, de UTU.KA. GAB.A (luz establecida a la puerta de las aguas»), recordándonos las descripciones sumerias y bíblicas del cinturón de asteroides como del brazalete celeste que separa las aguas superiores de las aguas inferiores del sistema solar. Más precisamente, a Marte se le llamaba Shelibbu (uno cerca del centro, del sistema solar).

Existe un curioso dibujo en un sello cilíndrico (ver imagen) en el que nuestro autor quiere ver que, al pasar Marte, la nave Nefilim, establece contacto con un centro de control de la Tierra. Aparecen el globo alado (símbolo de Nibiru), aunque mas “mecánico”, con lo que parecen dos antenas, situado en los cielos entre Marte (la estrella de seis puntas) y la Tierra y la Luna. En la Tierra, una divinidad extiende su mano, recibiendo a un astronauta que está todavía en los cielos, cerca de Marte. Al astronauta se le muestra portando un casco con visor y una coraza…

Siempre según Sitchin, que conste.

Y la última parada era la Tierra, el séptimo planeta, llamado SHU.GI (buen lugar de descanso de SHU). También significaba “el país de la conclusión de SHU”», el destino del largo viaje espacial. Aunque en Oriente Próximo de la antigüedad el sonido “gi” se transformaba a veces en el sonido, más familiar, de ki (Tierra, país o tierra seca), la pronunciación y la sílaba gi perduró hasta nuestros días en su sentido original, exactamente en el sentido que tenía para los Nefilim: geo-grafía, geometría, geo-logía…

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