SE ME OLVIDÓ ANDAR
ByOskarele
Imagínense que uno de los pequeños capilares que riegan continuamente de sangre tu cerebro, un día, así, de pronto, estalla, provocando un hematoma y una inflamación que hace que ese sutil y genial órgano que permite que pienses y leas esto comienza a fallar. Esto se denomina hemorragia cerebral, aunque, comúnmente, se le conoce con el descorazonador nombre de “derrame cerebral”.
Imagina que eres una señora de 63 años, hartica de currar pa poder mantener con el sudor de tu frente y el dolor de tu espalda a un par de hijos. Imagínate trabajando durante décadas, ganando una mierda de sueldo, como suele ser normal en los trabajos femeninos, haciendo de todo, desde coger aceitunas a cuidar ancianos.
Imagínense que la única forma de evitar que esa hemorragia cerebral acabe con tu vida es introducir un tubo de 3 milímetros a través de tu cráneo, para poder drenar el liquido encefalorraquideo que se va acumulando y presionando las delicadas estructuras de tu cerebro.
Imagínate con la cabeza rapada, con un dolor continuo y extenuante y con un tubico asomando lleno de sangre y cosas.
Imagina que un día conoces al hombre de tu vida, la persona que esperas te haga compañía en este camino infernal que es la vida, pero que, cuando te quedas embarazada descubres que eres la otra, que está casado y que te pide abortar.
Imagina que le haces ni puto caso y decides tirar pa’lante con tu hijo, pase lo que pase.
Imagínate que despiertas un día en una sala de hospital, con un tubo en la cabeza, los brazos agujereados, el cuerpo molido, un pañal puesto y una sonda introducida en tus partes para poder orinar. Imagina que pasas 20 días así.
Imagina que conoces a otro hombre, que de nuevo tu vida se llena de esperanza y que, de nuevo, te equivocas en la elección, pues de nuevo, tras quedarte embarazada, descubres que es un peazo de de cerdo infiel que te abandona en cuanto se entera.
Imaginate sola con dos niños en el mundo y el corazón roto.
Imagínense que un día tomas conciencia de que has estado a punto de morir, de que lo que consideras mala suerte en realidad es llamado por los demás “buena suerte” porque estas viva. “Te han cogido a tiempo”
Imagina la risa que te puede producir que te pidan que encima des gracias a dios por mantenerte viva. Seguro que a él nunca le pondrán pañales.
Imagina que con 63 años, hartica de trabajar, tienes el cuerpo molido, la espalda rota, el menisco desfigurado, la tensión alta y el corazón cansado de vivir. E imagina que vas a pedir ayuda al estado al que durante décadas has contribuido a sostener económicamente con el sudor de tu frente, solicitando que te concedan una jubilación anticipada. Imagina que te la niegan con la excusa de que “con la crisis es que esta to mu mal”
Imagina que con 63 años conoces de nuevo a un hombre, un ser maravilloso que parece romper con el extraño maleficio que ha marcado todas tus relaciones. Imagina que precisamente la primera noche que vas a pasar con él es la noche que una vena de tu cerebro explota y entras en una barrena inevitable de dolor y sufrimiento hospitalario.
Imagina que sobrevives.
Imagina que un día un doctor te dice “puede usted irse a casa, a partir de mañana comenzamos la rehabilitación”. Imagina que vuelves dos meses después a tu casa, casi sin recordarla ya.
Imagínense la cara de un niño adulto de 34 años al oír estas palabras de su madre: “hijo mío, se me ha olvidado andar”
Imagina el dolor, el sufrimiento y la desgracia de una vida como esta. ¿Duro no?
Pues imagínate que esta historia es ficticia…
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