UN CERRO PINTADO CON SIETE COLORES

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Noroeste argentino.

El Cerro de los Siete Colores es uno de los cerros que bordea la Quebrada de Purmamarca, en la provincia argentina de Jujuy. Su peculiar gama de colores es producto de una compleja historia geológica que incluye sedimentos marinos, lacustres y fluviales elevados por los movimientos tectónicos.
La villa de Purmamarca se encuentra a sus pies y ambos forman una de las postales más reconocidas del Noroeste Argentino.

Purmamarca, en lengua Aimara, purma significa desierto y marca, ciudad, literalmente "pueblo del desierto", pero desierto en dicha lengua significa también la tierra inculta, no tocada por la mano humana, de allí que la traducción más adecuada en esta lengua sea "pueblo de la Tierra Virgen" y en quechua “pueblo del león” .

Quizás sea el más pintoresco y encantador pueblo de la quebrada de Humahuaca aunque geográficamente pertenezca a otra quebrada transversal, rodeada por sierras multicolores.

Se llama Quebrada de Purmamarca y es como un gran valle al frente del río Grande. Son típicos los cardones del ecosistema de los cerros que dan una característica especial a la región.

A diferencia de otros pueblos nativos del territorio argentino, la población de esa zona fue fuertemente influenciada por la cultura incaica en los años previos a la conquista, y pertenecía a dicho imperio.

La actividad principal de este pueblo era la agricultura, sobre todo la siembra del maíz, para lo cual construyeron terrazas de cultivo a la manera incaica. También domesticaron la llama y aprovecharon la carne, el cuero y la lana.

Por la belicosidad de sus habitantes la resistencia a la conquista fue tenaz y prolongada, siendo Purmamarca sede de uno de los últimos y masivos alzamientos contra la colonización española en la región. Viltipoco, Curaca de Purmamarca, llegó a contar con un ejército de más de 10.000 hombres que, al dominar en la zona de la Quebrada de Humahuaca, llegó a aislar al Tucumán del Virreinato del Perú, al cual por ese entonces pertenecía.

La Iglesia es de 1648. Su fiesta patronal se celebra el 30 de agosto, cuenta con actos religiosos, sikuris, misachicos con acompañamiento de erkes y bombos. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941, de arquitectura sencilla, muros de adobe, techo de cardón y torta de barro, una nave única y angosta. En el interior hay pinturas de la Escuela Cuzqueña del siglo XVIII, y objetos de valor artístico.

A pocos kilómetros están las Salinas Grandes, un salar con un área de 212 km² y la Laguna de Guayatayoc , verdadera reserva aviaria donde pueden observarse flamencos rosados y un ganso salvaje de la zona.
El origen de las Salinas Grandes de Jujuy y Salta data de un extenso periodo ubicado temporalmente entre 5 y 10 millones de años antes del presente. En tan extendido plazo la cuenca de este salar se cubrió de aguas con gran cantidad de sales provenientes de la actividad volcánica. La evaporación paulatina de tales aguas saladas continentales dio origen a este salar que posee una costra cuyo espesor promedio es de 30 centímetros.

El culto a los muertos tiene una gran significancia entre los habitantes de los pueblos de la quebrada. Visitar el cementerio es un encuentro con el pasado y sensaciones encontradas en la originalidad de las construcciones en honor al difunto.
Los habitantes del pueblo, no más de quimientos, son conservadores de su tradicional y tienen un tranquilo estilo de vida. Las actividades son la confección y venta de artesanías más algunos servicios como venta de combustible o alimentos.

La villa es un magnífico lugar de contemplación de la naturaleza con mucha identidad nativa e interés histórico.

Fuente: Wikipedia.

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