LEMURIA. PARTE 4. W. SCOTT ELLIOT


Perpetrado por Oskarele

Blavatsky, como ya dijimos, palmó en 1891. Uno de sus discípulos más destacados, William Scott Elliot (del que, curiosamente, se sabe que murió en 1930, pero no cuando nació, y del que ya hemos hablado en artículos anteriores de esta sección), delegado de la Sociedad Teosófica en Gran Bretaña, escribió una monografía en siete tomos titulada “The story of Atlantis and the lost Lemuria”, que, supuestamente, se basa en las mismas fuentes que “La doctrina secreta”, es decir, que le fue dictado telepáticamente por los Mahatmas tibetanos… incluso afirmaba tener unos mapas de los antiguos continentes (que teneis en el blog de PLQHQ)

La obra, editada en 1925, en realidad era una versión ampliada de dos obras anteriores suyas: “The Story of Atlantis” de 1896 y  “The Lost Lemuria” de 1904, y es, como la de su maestra, es de un espesor brutal, cargada de datos, citas y palabras complejísimas.

Pa muestra, un botón:

“De cuatro a cinco millones de años, en guarismo redondo, duró la vida geológica de la Atlántida, porque este tiempo hace poco más o menos que en parte del continente lemúrico, todavía firme a la sazón, aparecieron los remoahles, primera subraza de la cuarta raza raíz que iba a poblar la Atlántida. Si recordamos que en el proceso de la evolución, el guarismo 4 representa invariablemente no sólo el nadir del ciclo respectivo, sino el período más breve, tanto en un manvántara como en una raza, podremos presumir que Lemuria existió durante un número de millones de años muy superior al asignado al continente atlante o de la cuarta raza. Pero respecto a Lemuria no tenemos fechas, ni siquiera aproximadas, por lo que sólo cabe apoyarnos en las épocas geológicas, tal como las conoce la ciencia moderna.”

Básicamente, en este texto, lo que plantea es que Lemuria existió durante muchos millones de años, muchos más de lo que existió la Atlántida, que, además, queda claro que fue habitada por descendientes de lémures.

Lemuria, según Scott Elliot, surge como un trozo desgajado del antiguo continente nórdico de la Hiperbórea.
Los “Manus”, extraños supervisores invisibles del mundo, eligieron esta tierra como el lugar donde evolucionaría la tercera raza matriz, de la que acabaría saliendo el ser humano.

De la etérea segunda raza (invisible para nuestros órganos visuales) procedió la tercera, la de los lémures,  “cuyos cuerpos estaban ya constituidos de gases, líquidos y sólidos, es decir, de las tres más densas subdivisiones del plano físico”, aunque en un principio su esqueleto era cartilaginoso, no alcanzando el status óseo hasta una evolución posterior. “Así es que la evolución de la raza lemúrica es uno de los más oscuros al par que interesantes puntos de la línea evolutiva del hombre; porque durante este período, no sólo alcanzó la verdadera humanidad, sino que su cuerpo experimentó profundas alteraciones físicas y hubo dos mudanzas en el procedimiento funcionario de la reproducción



En un primer lugar destaca el aparato visual de los lémures (aquella visión psíquica de la que hablaba la Blavatsky): en un primer momento tenían solo dos ojos frontales, “hasta que después nació en medio de la frente un tercer ojo cuya reminiscencia es la glándula pineal, hoy centro único de visión astral, y órgano entonces no sólo de la vista astral, sino también de la física…

Conforme empezó a solidificarse poco a poco el gigantesco cuerpo gelatinoso comenzaron a mantenerse erguidos. “Es en extremo curioso que cuando la primera raza pudo mantenerse en pie y andar en posición vertical, con igual facilidad caminaba hacia atrás que hacia adelante, no sólo a causa de la capacidad visual del tercer ojo, sino también por la singular configuración de los talones, a que luego nos referiremos…

Según  Scott-Elliot, los lémures medían entre los 5 y los 6,40 metros de estatura.  Tenían la cara plana, exceptuando un hocico saliente, muy parecido al de los cerdos, y carecían de frente. Su piel era de color marrón verdoso y su ojo posterior giraba 90 grados, como el de los camaleones, lo  cual  les permitía ver a derecha e izquierda. Sus talones sobresalían tanto que les permitían andar hacia atrás tan fácilmente que como hacia adelante, utilizando su inmensa cola reptiliana para mantener mejor el equilibrio…

“El aspecto del hombre de esta raza, según queda descrito, causaba cierta repugnancia, pero no era del todo inculto, y representaba el vulgar término medio de las gentes de su tiempo”… aunque, en la actualidad, sería más bien algo terrible.

Si esto os resulta chocante, agarraos, que vienen curvas… Después de la descripción de estas gentes, pasa a describir como era su reproducción: al principio los lémures eran hermafroditas que ponían huevos. Ya Blavatsky planteaba esta evolución sexual, planteando que los lémures no dejaron de ser hermafroditas hasta su quinta subraza: “A últimos de la cuarta subraza, la criatura perdió la facultad de andar apenas salida del huevo, ya fines de la quinta los seres humanos nacieron ya en las mismas condiciones y según el mismo procedimiento de nuestras históricas generaciones. Por supuesto que la mudanza requirió millones de años”

Sin embargo, durante su desarrollo sexual cometieron el error de cruzarse con animales (sic), dando lugar a los monos que hoy pueblan nuestro planeta… “Al ver esto los Lhas (seres cósmicos de los que también hablaba Blavatsky, que tenían como misión ayudar a los lémures en su evolución), que no habían formado hombres, lloraron diciendo: «Los amentes han mancillado nuestras futuras moradas. Esto es Karma. Moremos en otras.” Así que los Lhas fueron sustituidos por unos seres procedentes de Venus (los venusianos, ya mencionados por Blavatsky a los que llamó "Señores de la Llama", habían creado una civilización muy avanzada en su propio planeta, que aun existiría), y son los que les enseñaron a alcanzar la inmortalidad mediante la reencarnación personal (también trajeron varios presentes a nuestro planeta, como las abejas y los plátanos, que tendrían pues un origen extraterrestre…)

“Durante la séptima subraza ya últimos de la sexta, aprendieron los lemurianos a edificar ciudades populosas, de ciclópea arquitectura, adecuada a los gigantescos cuerpos de la raza. Edificaron las primeras ciudades en la vasta región montañosa del continente que, según aparece en el primer mapa, comprendía la actual isla de Madagascar”.

Blavatsky ya afirmaba en “La Doctrina Secreta” de una ciudad construida solo con tempanos de lava, a unas treinta millas al occidente de la actual Isla de Pascua, que fue destruida por los volcanes. Precisamente la Isla de Pascua fue uno de los pocos restos que quedaron de ese continente mítico, y sus gigantescas estatuas, los Moais, representan, según Blavatsky y Scott, “no sólo las facciones, sino también la estatura de quienes las esculpieron, o tal vez de sus antecesores, pues dichas estatuas datan, según toda conjetura, de la época de transición entre las razas lemúrica y atlante.

En diferentes puntos del continente florecieron interesantes y complejas civilizaciones con regímenes urbanos y políticos, aunque muchas tribus, parcialmente civilizadas, siguieron llevando una vida nómada. 

Fue también esa séptima subraza las que recibieron de los venusianos (sic) la idea de un Ser Supremo, simbolizado en el sol, con el que comienza la historia de las religiones.

A diferencia del futuro destino de la Atlántida, que pereció anegada por aguas diluviales,  Lemuria fue destruida por convulsiones sísmicas, y asolada por las ardientes cenizas y el ígneo polvillo de innumerables volcanes.

Los lemurianos hallaron la muerte asfixiados por el humo o abrasados por el fuego.

No obstante sobrevivió una parte de Lemuria: una península que se extendía hacia el Atlántico Norte y  que más tarde sería conocida como la Atlántida, donde nació y floreció la cuarta raza matriz de la Blavotsky, hace unos 800.000 años: los atlantes, que durante siglos pelearon con los restos de sus antepasados lémures (que vivían en lo que ahora es Australia)

Aquí tenéis el libro completo  “The story of Atlantis and the lost Lemuria”: http://www.erbzine.com/mag11/1122.html.

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