NUESTRO PROPIO EJERCITO INTERIOR


Perpetrado por Oskarele

Vivimos en un mundo hostil. Nosotros, reduciendo un poco al absurdo la cuestión, no somos más que unos megaconjuntos de seres vivos (casi todo células, aunque también tenemos millones de bacterias que nos acompañan) que viven en una casi perfecta armonía, a pesar de que ningún cuerpo es perfecto y tarde o temprano aparecen los fallos (no solo las enfermedades, sino el propio envejecimiento).

Pero estamos expuestos.

Por supuesto no solo los humanos, sino todos los animales complejos.

Estamos expuestos porque vivimos en un planeta en el que los seres vivos más abundantes son las bacterias, extraños seres que en muchas ocasiones van por libre, asociándose o aprovechándose de nosotros, según convenga.

Pero aparte tenemos unos cuantos enemigos más: virus, hongos, parásitos… sin tener en cuenta los propios enemigos internos (tumores) o los productos químicos que ingerimos (comidas, bebidas…)

Osea, que aunque parezca mentira, desde que nacemos estamos en una continua lucha por la supervivencia y no contra fieras salvajes sino contra diminutos seres que no somos capaces ni de ver.

Por fortuna la naturaleza es sabia, y todos los animales complejos estamos dotados de un sistema complejísimo que permite mantenernos sanos frente a los ataques externos e internos. Se trata del sistema inmunológico, al que vamos a dedicarle unas líneas.


El sistema inmune, básicamente, es un conjunto de estructuras y procesos biológicos que nos protege contra enfermedades identificando y matando virus, células patógenas (hay que recordar que las bacterias son organismos unicelulares) y cancerosas (células que se han vuelto, frívolamente hablando, “locas”). El problema, y la complejidad, consiste en diferenciar entre las células y tejidos sanos y los ataques.

Hay que tener en cuenta, antes de nada, que na mas nacer ya tenemos una inmunidad innata, compuesta por nuestras primeras barreras ante las ofensivas exteriores: la piel es la primera barrera, pero como la piel no cubre todo el cuerpo (tenemos agujericos), hay otras protecciones innatas: así, por ejemplo, los pulmones, mediante la tos y los estornudos expulsan mecánicamente los patógenos y otros irritantes de las vías respiratorias. La acción limpiadora de las lágrimas y la orina también expulsa patógenos mecánicamente, mientras que las mucosidades secretadas por los aparatos respiratorio y gastrointestinal sirven para atrapar y enganchar a los microorganismos. Además nacemos ya con otros mecanismos protectores, como la acidez del estomago, que se “come” a los microorganismos chungos. Y por supuesto, nacemos incluso con algunas células depredadores (fagocitos).

Luego existen determinados procesos que el cuerpo provoca para intentar cargarse a los enemigos: el más conocido es la fiebre, que consiste en una elevación de la temperatura corporal superior a los 37,7 °C, provocada por unos bichillos llamados pirógenos. La fiebre beneficia al sistema inmunológico para combatir de forma más eficiente a los "invasores" : aumentando y mejorando la movilidad y la fagocitosis de los leucocitos (auténticos depredadores de enemigos).

También está la inflamación, una de las primeras respuestas del sistema inmune a un ataque: se produce un incremento del flujo de sangre en un tejido y una serie de movidas en las que tampoco nos vamos a extender.

Los seres complejos, como algunos humanos, poseen sofisticados mecanismos de defensa, con un montón de tipos de proteínas, células, órganos y tejidos encargados de protegernos.  Pero en muchos casos funciona de una forma curiosa: el sistema inmunitario humano se adapta con el tiempo para reconocer patógenos específicos más eficientemente. A este proceso de adaptación se le llama "inmunidad adaptativa" o "inmunidad adquirida" capaz de poder crear una memoria inmunológica. La memoria inmunológica creada desde una respuesta primaria a un patógeno específico, proporciona una respuesta mejorada a encuentros posteriores con ese mismo patógeno específico (esto es lo que se pretende hacer con las vacunaciones)

El gran logro del sistema inmunológico consiste en el autentico y complejísimo ejercito de células que tenemos al cargo de defender nuestro adorado castillo.

Existen multitud de tipos, pero las más importantes serian las siguientes:

Los leucocitos (células blancas de la sangre, también conocidos como glóbulos blancos) actúan como organismos unicelulares independientes y son el segundo brazo del sistema inmune innato.  Estos fieras identifican y eliminan patógenos, bien sea atacando a los más grandes a través del contacto o englobando a otros para así matarlos. La fagocitosis es una característica importante de la inmunidad innata celular, llevada a cabo por células llamadas fagocitos, que engloban o comen, patógenos y partículas rodeándolos exteriormente con su membrana hasta hacerlos pasar al interior de su citoplasma.

Los leucocitos más importantes son los neutrófilos y macrófagos, que  viajan por todo el cuerpo en busca de patógenos invasores.

Dentro de las respuestas defensivas adquiridas por la experiencia y la exposición es donde la naturaleza hace un trabajo realmente excelente, gracias a la ya mencionada "memoria inmunológica", donde cada patógeno es "recordado" por un antígeno característico y propio de ese patógeno en particular. La respuesta inmune adaptativa es específica de los anticuerpos y requiere el reconocimiento de antígenos que no son propios durante un proceso llamado "presentación de los antígenos".


Los principales soldados de este ejército inmune adaptativo son un tipo de leucocitos llamados “Linfocitos”, que son la hostia: sobre todo destacan dos tipos, los B y los T, unos están involucrados en la respuesta inmune humoral, mientras que los T lo están en la respuesta inmunitaria mediada por células. Los B se encargan de producir anticuerpos específicos para cada enemigo. Los T son de tres tipos: auxiliares (se encargan de activar los B), los citotóxicos, que hacen peasos las células invasoras y los supresores, que regulan la respuesta inmune.

Los Linfocitos T del segundo grupo también son conocidas como las violentas células T asesinas, que atacan directamente a otras células que porten en su superficie antígenos foráneos o anormales, provocando su suicidio (apoptosis, en realidad aceleran el proceso de la muerte celular)

Por último están las células mielomonocíticas, autenticas glotonas que se jalan a los invasores.


Mas info y fuentes aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_inmunitario, aquí: http://www.arthritis.org/espanol/sistema-inmunologico.php, aquí: http://www.profesorenlinea.cl/Ciencias/Sistema_inmune.htm, aquí: http://kidshealth.org/parent/en_espanol/general/immune_esp.html y aquí: http://www.esmas.com/salud/enfermedades/infecciosas/334308.html.

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