Tres siglos después de la llegada del hombre blanco a la Isla de Pascua, son todavía muchos los misterios que quedan sin resolver. Corría el día de Pascua del año 1722 cuando el naviero holandés Jacob Roggeveen se topó con una tierra volcánica, estéril, con cientos de estatuas de piedra con forma humana de hasta 20 metros de altura y 20 toneladas de peso que, situadas sobre una plataforma, vigilaban altivas, serias y de forma imponente el interior de la isla.
La Isla de Pascua o “Rapa Nui “, que en el idioma de los antiguos habitantes de Tahití quiere decir Isla Grande, es una isla perdida en medio de la inmensidad del océano que pertenece a Chile. Ha sido considerada como el lugar más remoto del mundo, aunque la isla Bouvet y Tristán da Cunha están a mucha mayor distancia de cualquier otra zona terrestre.
Otra rareza, que contribuye al misterio que rodea todo lo relacionado con la isla, es que se mueve. Como se encuentra sobre la Placa de Nazca, Rapa Nui se desplaza unos 9 centímetros al año hacia la costa chilena.
En el idioma autóctono, la isla es conocida como Te pito o te henua, que significa “El ombligo del mundo” y Mata ki te rangi, que equivale a “Ojos que miran al cielo”. La denominación de Rapa Nui se hizo posteriormente extensiva para denominar al pueblo aborigen y a su idioma, pero como una única palabra, “rapanui”.
Según la tradición oral, el pueblo Rapanui habría llegado desde una mítica isla llamada Hiva (aunque según los datos arqueológicos habrían venido desde Polinesia ); y su primer “ariki” (rey) habría sido Hotu Matu’a hacia el siglo IV de nuestra era.
Existen teorías alternativas, como la desarrollada por el noruego Thor Heyerdahl que sostiene que la población de la Isla de Pascua tiene su origen en las culturas andinas, o la del historiador peruano José Antonio del Busto que asegura que el inca Tupac Yupanqui visitó la isla, basándose en la similitud de las técnicas de construcción del templo de Ahu Vinapu con algunas construcciones incaicas como las de Cuzco, y en que alguna de las leyendas locales hablan del “Hijo del Sol”, título de los emperadores incas.
Un moái (del rapanui moai, "escultura") es una estatua de piedra monolítica que sólo se encuentra en la Isla de Pascua o Rapa Nui, perteneciente a la V Región de Valparaíso, Chile.
En la Isla de Pascua existen alrededor de 600 moáis tallados por los antiguos rapa nui. La mayoría de ellos fueron tallados en toba del volcán Rano Raraku, donde quedan 397 moáis más en diferentes fases de acabado. Todo indica que la cantera fue abandonada repentinamente, quedando estatuas a medio labrar en la roca. Prácticamente todos los moáis terminados fueron posteriormente derribados por los isleños nativos en el período siguiente al cese de la construcción.
En un principio, estas estatuas gigantes llevaban también unos copetes o moños de piedra roja, llamados pukao, que pesan más de 10 toneladas, que se extraían en el cráter de Puna Pau, a veces muy lejos de las estatuas. Además, después debían ser levantados a la altura debida para colocarlos sobre las cabezas.
En 1978, se descubrió que en las cavidades oculares se colocaban placas de coral a modo de ojos. Estos fueron retirados, destruidos, enterrados o arrojados al mar, en donde también se han localizado. Esto concuerda con la teoría que los mismos pobladores los derribaron, quizás durante guerras tribales.
Los primeros navegantes europeos que a comienzos del siglo XVIII llegaron a la Isla de Pascua no pudieron creer lo que estaban viendo. En esa pequeña área de tierra, descubrieron cientos de estatuas enormes sobre la superficie de toda la isla.
El significado de los moáis es aún incierto, y hay varias teorías en torno a estas estatuas. La más común de ellas es que las estatuas fueron talladas por los habitantes polinesios de las islas, entre los siglos XII y XVII, como representaciones de antepasados difuntos, de manera que proyectaran su mana (poder sobrenatural) sobre sus descendientes.
Debían situarse sobre los ahus (plataformas ceremoniales) con sus rostros hacia el interior de la isla y tras encajarles unos ojos de coral o roca volcánica roja se convertían en el aringa ora (rostro vivo) de un ancestro.
Se cree que montañas enteras fueron removidas para su creación. La roca volcánica podía ser cortada con relativa facilidad con herramientas de basalto y obsidiana, dándoles su forma básica en la propia cantera. Posteriormente eran extraídas y semienterradas en las cercanías para ser esculpidos los detalles.
Aún más controvertida es la manera en que eran transportados por la isla hasta su ubicación definitiva. No se sabe exactamente cómo eran trasladados, pero es casi seguro que dicho proceso exigió el uso de trineos o rodillos de madera. Una segunda teoría apunta a que fueron movidos balanceándolos con cuerdas: en 1986 Pavel Pavel, Thor Heyerdahl y el Museo Kon Tiki demostraron que una veintena de personas y algunas maromas eran suficientes para transportar una estatua de 9 toneladas.
Durante el verano del año 2000, un equipo arqueológico norteamericano descubrió datos que sugieren la utilización de máquinas complejas en la isla hace siglos. El geólogo Charles M. Love y un equipo de 17 estudiantes excavaron secciones de las tres principales carreteras que sirvieron para transportar las estatuas gigantes. Parte de estas carreteras fue excavada originalmente en el lecho de roca de la isla, formado principalmente de roca volcánica de un tipo conocido como pahoehoe.
Curiosamente, las carreteras no son planas sino que su sección muestra una forma característica en "V" o "U". Su anchura media es de 3.5 metros y se requiere un alto nivel de conocimiento ingenieril. En algunos tramos, las carreteras están flanqueadas por líneas de rocas.
Pero quizá lo más sorprendente es que estas rocas no están simplemente colocadas allí, sino encajadas en agujeros tallados en el lecho de roca que forma el suelo de la isla. Un detalle relevante es que este tipo de agujeros se da en los tramos en los que la carretera discurre cuesta arriba. El Dr. Love especula con la posibilidad de que estos agujeros fueran colocados allí para acomodar algún tipo de mecanismo ideado para ayudar a mover las gigantescas cabezas de piedra y salvar desniveles que, de otra manera, requerirían un notable esfuerzo.
Estos agujeros, así como la curiosa forma en "V" de las carreteras nos indican que aún existen importantes incógnitas sobre el sistema que emplearon los nativos de la isla de Pascua para erigir sus misteriosos moáis.
A día de hoy, la isla sigue siendo un misterio por descubrir.
Cosas curiosas:
Todos los moáis fueron derribados de sus ahus (plataformas) en el siglo XVII.
Desde 1956 unos pocos de ellos han sido restaurados. Todos los moáis que estuvieron erigidos sobre sus ahus miraban al interior de la isla, excepto los siete situados en el Ahu Akivi, que al parecer representan a los siete exploradores que precedieron a los primeros colonizadores.
Fue restaurado en 1960. El Ahu Vinapu está realizado con técnicas de construcción semejantes a las incaicas como las de Cuzco.]
El Moái Paro, es el moái más alto de entre todos los terminados, y se ubica en la plataforma Te pito kura, medía 11 metros y pesaba unas 80 toneladas.
Actualmente se encuentra derribado y seccionado en tres partes. En la cantera de Rano Raraku existe una estatua inconclusa de 21 metros. El Ahu Tongariki es la mayor de las plataformas existentes con 200 metros de largo y 15 moáis sobre él. Fue restaurado entre 1996 y 1997.
Los moáis de la Isla de Pascua fueron candidatos para las Nuevas Siete Maravillas del Mundo y terminaron octavos en la votación.
En 1929 los habitantes de la isla le regalaron un moái al presidente Carlos Ibáñez del Campo, pero el mandatario se deshizo de él ya que cuenta la leyenda que un asesor le comentó que traía mala suerte.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mo%C3%A1i
http://blogs.que.es/la-casa-de-los-nueve