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PRISCILIANO, PARTE 2/2. ¿A QUIÉN SE VENERA EN SANTIAGO?

Perpetrado por Oskarele

Hay quien dice que los restos que se veneran hoy en día en Santiago de Compostela no pertenecen al apóstol sino a Prisciliano. Hay quien dice que ni a uno ni a otro y que todo es un invento de la Iglesia Católica para acabar con el priscilianismo hereje que llevaba tres siglos activos en la clandestinidad en la zona. Sea como sea, el hallazgo de esos supuestos restos y el inicio de las peregrinaciones acabaron definitivamente con esta doctrina y convirtieron ese punto en un lugar clave para el cristianismo en el Medievo. La verdad es que no lo sabemos, pero determinados indicios hacen bastante probable que el culto a Santiago sea en realidad un remake cristiano del culto a los restos mortales de Prisciliano…. Vayamos por partes:

Como decíamos en el artículo anterior, Prisciliano fue condenado y decapitado en Tréveris (ciudad, actualmente, de Alemania), donde en aquella época, 385, tenía su sede el emperador Romano de Occidente, Máximo, el responsable de su muerte. Pues bien, parece ser que cuatro años después algunos seguidores suyos consiguieron permiso de la Iglesia de Roma para rescatar los restos mortales y llevárselos a Gaellicia, donde recibirán cristiana sepultura, siendo enterrado, según algunos, en la que fue su ciudad natal (algo que no está tampoco demasiado claro), Iria Flavia.

Iria Flavia… curiosamente, esta ciudad, durante la época visigoda, fue sede episcopal de la Iglesia, hasta que Alfonso II trasladó el obispado a Santiago de Compostela (entonces conocida como Compostela) con motivo del hallazgo del sepulcro de Santiago el Mayor. Allí, en Iria Flavia, perteneciente al actual municipio de Padrón, dice la leyenda, predicó por primera vez el apóstol… pero vayamos por partes.

Santiago el Mayor, el Zebedeo, hermano de Juan. Uno de los más cercanos a Jesús, según la historia testamentaria. 


En realidad se llamaba Jacobo (San Iacob, Sant Yago, Santiago…) y se dice que predicó por la Hispania romana, llegando hasta la Gallaecia, donde, en Muxía, se le aparece la virgen, y donde intentará captar fieles al mensaje cristiano. Fracasa en un principio, aunque llega hasta Zaragoza, donde, de nuevo, se le aparece la virgen (La Virgen del Pilar, la Pilarica, patrona de la Guardia Civil). Regresa a Jerusalén, donde será asesinado (decapitado, como Prisciliano) por orden de Herodes Agripa, hacia el 42 d.C.

Dos discípulos suyos, Atanasio y Teodoro, se hacen con el cuerpo y la cabeza, se montan en un barco y se echan a la mar, y gracias a una cuadrilla de ángeles que gobiernan la nave, llegan a la Gaellecia de nuevo, exactamente a… Iria Flavia, donde amarraron la barca a un pedrón (de ahí el topónimo actual de Padrón), y tras una serie de avatares terminan en Compostela, donde será enterrado el apóstol, según la leyenda.

Obviamente esto es una leyenda, que igual podría tener cierta base real, y que se fue componiendo a lo largo de los años…

Por otro lado…

Año 813. Según la leyenda, Pelagio, un asceta que vivía en Solovio, en el bosque Libredón (exactamente donde hoy está la iglesia de San Félix de Solovio en Santiago de Compostela), observó durante varias noches unas extrañas luminarias en el cielo. Decide contarle la movida al obispo de Iria Flavia, Teodomiro, que acabará viendo él mismo el extraño fenómeno. Y allí, curiosamente, es donde encontraron un sepulcro de piedra con tres cadáveres, supuestamente los de Santiago y sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio.

El rey Alfonso II el Casto, de Asturias, informado de la historia, ordena construir allí una capilla, que poco a poco se fue convirtiendo en un centro de peregrinaje, y que con los años pasará a Iglesia y Catedral, la Catedral de Santiago de Compostela (que procede precisamente de cómo era llamado el lugar, Campus Stellae). Ah, y el Papa León, admitió que era el apostol….La cosa aumenta extraordinariamente a partir del siglo X, cuando la población europea logra salir del aislamiento de épocas anteriores. Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela serán los destinos más importantes.

Por otro lado:

No es raro que aquellos restos se adjudicasen a Santiago. Obras como el “Breviario de los Apóstoles”, un texto latino redactado a finales del siglo VI, habla de esta zona como lugar de predicación del apóstol y ubica su lugar de enterramiento en un punto llamado “Acá Marmárica”. La llegada de los musulmanes precipita los acontecimientos. El Beato de Liébana en sus “Comentarios al Apocalipsis” (786) vuelve a hablar de la movida de la predicación del apóstol en España y crea un himno (O Dei Verbum), en que se ruega a Santiago que proteja al rey, al clero y al pueblo de los musulmanes.

Y llegamos a un punto clave: La Epístola de León, obispo de Jerusalén, supuestamente del 500 aprox, dirigida a los francos, vándalos, visigodos y ostrogodos, en la que habla de cuatro puntos clave en nuestra historia:
1. Iria-Padrón, sede episcopal
2. Monte Sacro o Illicino
3. Jerusalén, lugar de la muerte de Santiago
4. Arcis Marmoricis, lugar del sepulcro.

En la carta, además, cuenta la historia del viaje en barco del cuerpo y de su entierro en Iria Flavia… “Ciertamente allí yace oculto Santiago”….

No es de extrañar, pues, que visto lo visto, ante el hallazgo de aquellos cuerpos, se le adjudicasen al apostol y a sus dos colegas… pero ¿Y si no era Santiago?

Finalmente:

En 1900, el hagiógrafo Louis Duchesne publica en la revista de Toulouse Annales du Midí un artículo bajo el título “Saint Jacques en Galice” en el que sugiere la idea, basándose en el viaje de sus discípulos con los restos mortales hasta su tierra natal que mencionábamos antes.

Autores contemporáneos, como el profesor Henry Chadwick, de Oxford, Menéndez Pelayo, que propone la idea en su obra “Historia de los heterodoxos españoles” o el propio Miguel de Unamuno (“el sepulcro de Santiago lo es de toda España, pero quizá repose en él Prisciliano, el gnóstico gallego”), han planteado la posibilidad de que la historia del hereje Prisciliano se hubiera solapado con la leyenda del apóstol Santiago.

En definitiva, lo que se plantea es que aquellos restos que se veneran en Santiago de Compostela en la actualidad son en realidad aquellos restos que trajeron los colegas de Prisciliano desde Tréveris, y que el Camino en realidad es una herencia del camino que emprendieron aquellos valientes. Otros plantean, mas lógicamente, que vinieron en barca, como la leyenda, posterior, oficial. El culto a Prisciliano se mantuvo en secreto hasta que con los años se olvidó o fue eliminado por la Iglesia Católica…

Y el caso es que no sería nada raro, pues ya sabemos cómo se las gasta la iglesia de Roma, y como les gusta de cargarse y absorber lo pagano… en fin, posiblemente nunca lo sabremos, aunque un análisis de ADN a los supuestos restos del apóstol igual ayudan…


Más información y fuentes por aquí: los libros “Herejes y maldito en la historia”, de Agustín Celis Sánchez (Ed. Alba Libros, 2006) e “Historia oculta de los papas”, de Javier García Blanco (Ed. Akasiko, 2010) y “Un viaje mágico por el camino de Santiago “, de Mariano Fernández Urresti (EDAF, 2004). Webs:http://es.wikipedia.org/wiki/Prisciliano, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Priscilianismo, aquí: http://www.proyectopv.org/2-verdad/prisciliano.htm, aquí:http://www.elmundo.es/cronica/2003/399/1055060973.html, aquí: http://juan-jose-sanchez-ortiz.suite101.net/prisciliano-hereje-ascendido-a-obispo-catolico-a148, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Camino_de_Santiago, aquí:http://es.wikipedia.org/wiki/Hallazgo_del_sepulcro_del_ap%C3%B3stol_Santiago, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Ermita%C3%B1o_Pelayo,

PRISCILIANO, PARTE 1/2. EL HEREJE GALLEGO.


Perpetrado por Oskarele

Un caso similar al de Pelagio, teólogo irlandés que fue perseguido por Roma, pero adorado por las clases más desfavorecidas, fue el de Prisciliano, pero en esta ocasión en la Península Ibérica, donde sus doctrinas fueron muy bien recibida por las clases menos pudientes, probablemente porque Prisciliano se mantuvo bastante tolerante con las anteriores creencias religiosas paganas que practicaban aun las gentes más humildes. Fue el primer hereje, junto con algunos de los suyos, en ser ejecutado en nombre de Dios, por el gobierno secular… vamos a ver su historia y vamos a ver como algunos plantean que en realidad los restos que se veneran en Compostela y que se atribuyen a Santiago el Mayor son en realidad los de Prisciliano.

No está muy claro donde nació. Aunque en general se suele considerar que nació en la Gallaecia romana, un territorio situado en el extremo noroccidental de la península, habitado por pueblos indoeuropeos de lengua céltica como los galaicos, al oeste, y astures al este. La Galicia actual hereda el nombre de esta región, aunque no se corresponde exactamente. ¿La fecha? Pues en torno al 340, pues se sabe que hacia el 370 viaja a Burdigala para formarse junto al retorico Delphidius (experto en religiones celtas), junto al que acabará formando una comunidad religiosa de tendencia rigorista.

Hacia el 379 regresa a su tierra y comienza a predicar, teniendo un gran éxito entre las clases populares y las mujeres, más que nada por su rechazo a la unión entre la Iglesia y el Imperio Romano, y al consecuente enriquecimiento y corrupción del clero. Aparte, Prisciliano promueve una espiritualidad profunda, introspectiva, cercana al esoterismo y a los poderes del cosmos… pero luego ahondaremos un poco en sus ideas.

Ante la rápida difusión de sus enseñanzas, los jerarcas cristianos de la península comienzan a mosquearse, hasta el punto de que en el 380 convocan un concilio en Caesaraugusta (actual Zaragoza), con la intención de condenarlo, a él y a sus seguidores. No lo consiguen, y no solo eso, sino que al año siguiente dos obispos afines a sus ideas, Instancio y Salviano, que habían ayudado a que no fuese condenado, elevarán a Prisciliano a la sede obispal vacante de Abula (Ávila).

Esto hace que el conflicto entre priscilianistas y ortodoxos se acreciente aun más. Finalmente, una carta enviada por Hidacio, obispo de Mérida y uno de sus mayores enemigos, a Ambrosio, obispo de Mediolanum (Milán), donde se encuentra instalada la corte imperial, convence a éste para obtener un escrito del emperador Graciano excomulgando y desterrando de sus sedes a Prisciliano y sus seguidores.
Prisciliano decide acudir a instancias superiores, y en el 382 decide viajar a Roma para defenderse, con la intención de que el Obispo de Roma, Dámaso, que en aquellos tiempos estaba luchando por tener la primacía de la sede romana y convertirse en el primer papa oficial, y que también era hispano, le reciba… cosa que no hará, al no considerarse competente para anular una orden del emperador.

Finalmente consigue que Macedonio, mayordomo mayor del emperador Graciano, que estaba ausente, le anule el decreto anterior.

Logra así volver a Hispania rehabilitado. Y no solo eso, sino que consigue que algunos de sus enemigos sean detenidos.
Pero los acontecimientos de la corte imperial afectaran bastante al futuro de nuestro protagonista: en el 383 el también hispano Magno Clemente Máximo, gobernador de Britania, cruza a las Galias al mando de 130.000 soldados haciendo huir al emperador Graciano, a quien finalmente asesina en una emboscada, siendo nombrado por sus legiones emperador… algo que no verá del todo bien Teodosio, emperador de las zonas Orientales.

Máximo decide que una buena forma de asegurarse en el trono es el apoyo de la Iglesia Católica, por lo que decide apoyarla en su lucha contra los varios grupos de infieles que tiene en su seno (arrianos, rigoristas o los propios priscilianistas). Así Máximo decide tender una mano a la Curia Romana en forma de condena oficial a Prisciliano, y para ello convoca un concilio en Burdigala, donde es de nuevo condenado.

Nuestro protagonista se niega a ir y solicita que su caso sea tratado en un tribunal secular en Tréveris, la nueva sede imperial de Máximo. Se lo aceptan, ya que en cierto modo resultaba muy incómodo para la iglesia que Prisciliano asistiese al concilio de Burdigala, porque eso sería una forma de confirmarlo como obispo de Ávila.

En Tréveris Prisciliano y los suyos son finalmente juzgados y condenados por "maleficium" y por la práctica de rituales mágicos que incluyen danzas nocturnas, el uso de hierbas abortivas y la práctica de la astrología cabalística… gracias, entre otras cosas, a una declaración mediante tortura del propio Prisciliano.

Son condenados a muerte, y tanto él como varios de los suyos serán decapitados. Todos ellos se convertirán en los primeros herejes ajusticiados por una institución civil (secular) a instancias de obispos católicos.

Esto sucede hacia el 385, y en realidad fue un grave error de la ortodoxia cristiana, que en vez de acabar con el priscilianismo, lo engrandecieron y convirtieron a Prisciliano en un mártir. De hecho sus doctrinas se mantuvieron en vigor durante un par de siglos mas, sobre todo en la Gallaecia. Y esto a pesar de que Máximo intentó limpiar todo rastro de priscilianismo, iniciando una cadena de ajusticiamientos de sus seguidores, algo que no gustó demasiado a otros jerarcas hispanos, que no estaban de acuerdo con la intervención imperial en asuntos de la Iglesia.

Tras la derrota y decapitación de Máximo a manos de Teodosio, algunos discípulos de Prisciliano consiguen viajar hasta Tréveris, con el permiso de Roma, para exhumar los restos de su maestro y llevarlos a su tierra. Eso sí, poco después, en el 396 un nuevo concilio les obliga a abjurar de sus ideas. Pero aun su influencia se mantendrá, hasta el punto de que once de los doce obispos de Gallaecia eran priscilianistas.

El movimiento, ahora en la clandestinidad seguirá siendo tan influeyente que en el 404 el papa Inocencio I decrete la “Regula fidei contra omnes hereses, maxime contra Priscillianistas”, que los condena y prohíbe definitivamente.

Un siglo y pico después, en el 561, en el Concilio de Braga se sigue hablando y condenando el priscilianismo.

Pero ¿Por qué fue declarada herética la doctrina de Prisciliano?.

Pues, básicamente, por tres motivos: por negar la Santísima Trinidad, por atribuir a Jesús una simple realidad humana y por denunciar alto y claro las corrupciones del clero.

En efecto, nuestro protagonista fundo una escuela ascética, rigorista y casi monacal (celibato, pobreza voluntaria) que guarda bastantes semejanzas con los Cataros posteriores. Se le acusa de cosas como: “mujeres que asisten a lecturas de la Biblia en casas de hombres con quienes no tienen parentesco; el ayuno dominical y la ausencia de las iglesias durante la cuaresma; la recepción de las especies eucarísticas en la iglesia sin consumirlas de inmediato; el apartamiento en celdas y retiros en las montañas; andar descalzos” (en el Concilio de Zaragoza del 380).

Pero además también proponía una interpretación personal de los textos, con la idea clara de superar su estudio literal.
Por otro lado existen claras influencias celtas en su doctrina, como, por ejemplo, la práctica de reuniones nocturnas, en bosques, cuevas o villas alejadas de las ciudades, donde el baile era parte importante de la liturgia y en las que tenían cabida tanto hombres como mujeres. Además sustituyó la ingesta de pan y vino por leches y uvas.

“Quiero desatar y quiero ser desatado. Quiero salvar y quiero ser salvado. Quiero ser engendrado. Quiero cantar; cantad todos. Quiero llorar: golpead vuestros pechos. Quiero adornar y quiero ser adornado. Soy lámpara para ti, que me ves. Soy puerta para ti, que llamas a ella. Tú ves lo que hago. No lo menciones. La palabra engañó a todos, pero yo no fui completamente engañado.” (Himno a Jesucristo, de fuerte inspiración gnóstica, atribuido a Prisciliano)

En el siguiente capítulo veremos cómo es bastante posible que el hallazgo de los supuestos restos del Apóstol Santiago sea fruto de un intento de la Iglesia por acabar de una vez por todas con los restos del antiguo priscilianismo….

Más información y fuentes por aquí: los libros “Herejes y maldito en la historia”, de Agustín Celis Sánchez (Ed. Alba Libros, 2006) e “Historia oculta de los papas”, de Javier García Blanco (Ed. Akasiko, 2010) y “Un viaje mágico por el camino de Santiago “, de Mariano Fernández Urresti (EDAF, 2004). Webs:http://es.wikipedia.org/wiki/Prisciliano, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Priscilianismo, aquí: http://www.proyectopv.org/2-verdad/prisciliano.htm, aquí:http://juan-jose-sanchez-ortiz.suite101.net/prisciliano-hereje-ascendido-a-obispo-catolico-a148 

Imagen extraída del link de la Whyskipedia de Prisciliano:

PELAGIO. EN DEFENSA DEL LIBRE ALBEDRÍO

Perpetrado por Oskarele

En ese mismo Concilio de Cartago del 411, del que hablábamos en el artículo anterior, se condenaron las doctrinas de otro hereje heterodoxo, en este caso, un teólogo irlandés llamado Pelagio, ascético y reformista, que creó una nueva corriente, considerada herética por Roma, en la que entran juego, por primera vez, elementos celtas, que influyeron y mucho en los cristianos de la zona.

No se sabe muy bien cuando nació este tipo, ni siquiera se sabe el lugar exacto de las Islas Británicas, aunque tradicionalmente se considera que nace en Irlanda. Estudia teología y sirvió como monje durante años, aunque nunca llegó a ser realmente un clérigo. También se sabe que en torno al 400 se marcha a Roma, donde estudiará y escribirá sobre el cristianismo, y donde se percatará del relajamiento moral de los cristianos.

Esta decadencia moral tendrá origen, según Pelagio en la teología de la Gracia Divina que predicaban San Agustín de Hipona y otros Padres de la Iglesia.

En realidad se trataba de una controversia que vista desde los ojos de un ateo practicante como yo resulta surrealista: por un lado San Agustín defendía la idea del Pecado Original y la necesidad de que poder hacer el bien y vivir de acuerdo con los mandamientos era necesaria la Gracia Divina, concedida por Dios a cambio de nada (de ahí su nombre, Gratia), con la intención de que los hombres, pecadores, se pudiesen comportar respecto a sus dictados y acercarse a él. Consideraba en definitiva que era necesario el auxilio divino para que el hombre actuase bien.

Pelagio, en cambio, consideraba que esta idea era opuesta a la del Libre Albedrío y que convertía al hombre en un mero autómata controlado por Dios. Consideraba que en la voluntad humana individual reposaba la posibilidad de salvación e incluso de remisión del pecado y que la Gracia Divina simplemente era la idea que Dios inculcaba en los hombres para que siguieran su camino, eso sí, dejando libertad de elección.

No deja de ser lógico, pues no es posible la libertad humana (el libre albedrio) si Dios actúa en el interior del hombre, orientándolo hacia el bien.

Pero claro, fue un paso más allá: Pelagio sostenía, además, que el pecado original de los primeros hombres había sido una falta personal de ellos, pero que no se había extendido a todo el género humano.

Aun así ambos se conocieron y entablaron cierta amistad, que con los años se rompería.


Al principio mencionábamos que en la filosofía de este señor se perciben influencias celtas, y esto es evidente en la consideración que tenia de la libertad humana así como de la culpa y la responsabilidad individual, así como la idea de que mediante la habilidad humana se podía acceder a la salvación incluso sin la intervención divina.

Una influencia de largo alcance, sobre el posterior desarrollo del pelagianismo, fue la amistad que Pelagio contrajo en Roma con Celestio, un abogado de noble ascendencia (probablemente italiana). Eunuco por nacimiento (?), pero dotado con buenos talentos, Celestio había sido ganado para el ascetismo debido a su entusiasmo por la vida monástica y, en su condición de hermano lego, se esforzó por convertir las máximas prácticas, aprendidas de Pelagio, en principios teóricos que fueron propagados en Roma con éxito

Sea como sea, cuando las tropas de Alarico I tomaron y saquearon Roma en 410, Pelagio abandonó la ciudad junto a su discípulo Celestio y se instaló en Cartago, donde continuó expandiendo su doctrina, con gran éxito. Es por eso que en el Concilio aquel del 411 que mencionábamos el capitulo anterior (en el que se prohibió el Donatismo), también se censuraron las ideas de Pelagio.

Precisamente allí, en Cartago, San Agustín tenía su base principal y un montón de seguidores, que rápidamente comenzaron a atacar las doctrinas de Pelagio. El propio santo escribió cuatro obras dedicadas a discutir el Pelagianismo: “De peccatorum meritis et remissione libri III”, “De spiritu et litera”, “Definitiones Caelestii” y “De natura et gratia”. En ninguna de estas obras se le menciona, pero todas pretenden justificar y demostrar lo que nuestro protagonista criticaba.

Ante los problemas que estaba teniendo en África, Pelagio abandona Cartago y se marcha a Palestina, donde encontraran también una ferrea oposion de la mano de San Jerónimo de Estridón, monje de Belén que escribió contra él en una carta a Ctesifonte (Dialogus contra Pelagianos) y sobre todo en la de Orosio, un discípulo hispanorromano de San Agustín que había sido enviado allí expresamente para aumentar la oposición contra nuestro protagonista. Pero tampoco fue censurado del todo y en el Sínodo de Dióspolis, de 415, se dijo que sus doctrinas no quedaban fuera de los postulados de la Iglesia Católica.

Pero mientras en África, San Agustín no estaba satisfecho, así que junto a unos cuantos obispos más escribió una carta al Papa Inocencio I, con la intención de que condenase el Pelagianismo, a lo que efectivamente, accedió.

Pero Pelagio, antes de ser condenado definitivamente, escribió una última carta al Papa en la que trataba de convencerle. El texto, no obstante, nunca llegó a ser leído por Inocencio, ya que llegó a Roma después de la muerte de éste y la entronización de Zósimo en 417. En ella defendía que el bautismo infantil era necesario para conseguir la entrada en el Reino de Dios, pero no para conseguir la vida eterna. Sea como sea, tras leer la carta, Zósimo (mucho menos estricto que su predecesor) le declaró inocente.

San Agustín se quedó muerto al ver como no eran juzgados como herejes, así que convocó un nuevo sínodo en Cartago en el 418, donde expuso nueve creencias claves de la iglesia de las que renegaba Pelagio:

  1. La muerte es producto del pecado, no de la naturaleza humana.
  2. Los niños deben ser bautizados para estar limpios del pecado original.
  3. La "gracia justificante" (gratia gratum faciens) cubre los pecados ya cometidos y ayuda a prevenir los futuros
  4. La gracia de Cristo proporciona la fuerza de voluntad para llevar a la práctica los mandamientos divinos.
  5. No existen buenas obras al margen de la Gracia de Dios.
  6. La confesión de los pecados se hace porque son ciertos, no por humildad.
  7. Los santos piden perdón por sus propios pecados.
  8. Los santos también se confiesan pecadores porque realmente lo son.
  9. Los niños que mueren sin recibir el bautismo son excluidos tanto del Reino de Dios como de la vida eterna.

Este canon se convirtió en una creencia básica para la iglesia, que sigue defendiendo los ocho primeros puntos a muerte.

Pelagio murió probablemente en Palestina en el año 420, según se desprende de algunas fuentes, aunque otras llegan a adjudicarle veinte años más de vida. Algunos autores sospechan que fue ejecutado, pero no se sabe.
Sus doctrinas fueron durante un tiempo activa en Palestina y el Norte de África, y posteriormente entre los bretones.

Más información y fuentes por aquí: los libros “Herejes y maldito en la historia”, de Agustín Celis Sánchez (Ed. Alba Libros, 2006) e “Historia oculta de los papas”, de Javier García Blanco (Ed. Akasiko, 2010). Webs: http://es.wikipedia.org/wiki/Pelagio, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Pelagianismo, aquí: http://ec.aciprensa.com/p/pelagio.htm,

DONATISMO Y EL CISMA DE LA IGLESIA PURA.


Perpetrado por Oskarele

Aquellos primeros siglos del cristianismo fueron sumamente convulsos en lo que se refiere  movimientos paralelos a las líneas oficialistas de un culto que aun sigue siendo ampliamente perseguido. Por aquí y por allá surgen diferentes interpretaciones del mensaje, vida y obra del nazareno, unas más heterodoxas que otras. Una más herejes que otras. Así, por ejemplo, tenemos una corriente curiosa que surge a mediados del siglo IV en el norte de África, el Donatismo, liderada y creada por Donato, obispo de Cartago, que hizo una reforma rigorista y severa frente al relajamiento de las costumbres de los fieles.

El tal Donato era, pues, un defensor a ultranza de la más austera autenticidad cristiana. Exigía a los sacerdotes una vida intachable y ejemplar, pero también partía de que los pecadores o los renegados no podían ser miembros de la Iglesia. Esto es importante, ya que muchos de los ministros de la Iglesia Oficial después de haber adjurado durante las persecuciones de Diocleciano (podían haber elegido el martirio), fueron readmitidos, algo que molestaba gravemente a Donato, que consideraba que era una ofensa que quienes unos años atrás habían apostatado, ahora fuesen de valedores de la fe, mientras que ellos,  los donatistas, que habían dado la cara, se veían igualados a ellos.

En definitiva, se creían más coherentes y cristianos. Y consideraban que estos renegados no tenían derecho a impartir los sacramentos. No en vano eran llamados los “traditores”. Por tanto, las personas que habían sido bautizadas o consagradas no debían ser reconocidas por la Iglesia.

Curiosamente la Iglesia Romana se sacó de la manga una excusa cojonuda: la dichosa doctrina de la objetividad de los sacramentos, que viene a querer decir que una vez conseguida la potestad sacerdotal, los sacramentos que este administre son validos aunque el clérigo deje mucho que desear moralmente.

Sea como sea, la cosa termina en que se crea una iglesia cristiana paralela desvinculada de Roma, algo que ya fue condenado como herético en el Concilio de Arlés del 314. Esto levantó ampollas, pues el donatismo se había extendido bastante por el norte de África, contando, incluso con un grupo subversivo de apoyo, los circumcelliones, formado por bereberes que se dedicaron a perseguir a los ortodoxos cristianos.

Pero en el 321 el emperador Constantino renunció a sus pretensiones de una iglesia unida, y permitió el regreso de los donatistas. Esto permitió a Donato reorganizar su iglesia, creándose capillas, iglesias y hasta basílicas, fundando comunidades incluso en Roma. Posteriormente, en tiempos del emperador Constante, Donato intentó unificar todo el norte de África en torno su doctrina, pero de nuevo chocó con Roma y no tuvo éxito.

El movimiento donatista llegó a su apogeo bajo el obispo Parmeniano, pero desde entonces por movidas internas y por los constantes enfrentamientos con Roma, se acabaron debilitando. En el Concilio de Cartago, del 411, las dos facciones se reunieron. Entre los participantes a esta reunión estaba Agustín de Hipona, el primer gran teólogo del cristianismo, quien tuvo la oportunidad de discutir con los donatistas heterodoxos que, en su mayoría, finalmente acabaron aceptando su error. Así el donatismo fue finalmente sancionado y eliminado de la Iglesia, aunque sobrevivió hasta la invasión árabe musulmana, en el siglo VII.

Más información y fuentes por aquí: los libros “Herejes y maldito en la historia”, de Agustín Celis Sánchez (Ed. Alba Libros, 2006) e “Historia oculta de los papas”, de Javier García Blanco (Ed. Akasiko, 2010). Webs: http://es.wikipedia.org/wiki/Donato_Magno, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Donatismo y aqui: http://ec.aciprensa.com/wiki/Donatistas (sobre el Donatismo)

Imagen: “San Agustín y los donatistas”, de Charles-André van Loo.

MIS QUERIDOS HEREJES. ARRIO Y EL DIOS UNO, QUE NO TRINO…

Perpetrado por Oskarele

Al principio fue Jesús, el nazareno, y sus primeros seguidores, los apóstoles, formaron la primera comunidad judeocristiana. Poco después, tras su muerte, el bueno de Santiago el Mayor, patrón de España y uno de los primeros seguidores de Cristo, encabezó la antigua comunidad cristiana, en la que se decidió la colosal tarea de extender el mensaje de su maestro por todo el mundo conocido.

Desde entonces su mensaje ira poca poco extendiéndose, encontrándose, eso si, con un enemigo brutal: el Imperio Romano. Algo lógico, si pensamos un poco, pues el cristianismo venia a amenazar el sistema romano en su conjunto: cuestionaba el culto al emperador, la desigualdad social y las prácticas religiosas paganas de los romanos. Así hasta el 313 los Emperadores Romanos se dedicaron sistemáticamente a cargarse cristianos, empezando con Nerón (que se encargó de martirizas a Pedro y Pablo), y continuando con Domiciano, Trajano, Marco Aurelio y Decio, entre otros.

En el siglo III el cristianismo se había extendido por todas las clases sociales romanas. Se vieron incapaces de frenarlo. Así, en 313, el emperador Constantino, convertido al cristianismo, aunque no se bautizó hasta su muerte, concede mediante el Edicto de Milán, la libertad religiosa y la igualdad de derechos a los cristianos.

Pero pasa una cosa: en aquellos tiempos el imparable cristianismo no contaba con un credo único, sino que existían una serie de ideas heterodoxas alrededor de Jesús y su mensaje. Hasta la aparición de los Padres de la Iglesia (San Jerónimo, San Ambrosio o San Agustín, entre otros), no quedarán cimentadas las definitivas doctrinas cristianas.

El dogma.

Pero para aquel entonces las versiones heterodoxas habían cuajado en determinados sitios y grupos, dando lugar a las primeras herejía que serán condenadas por el bien del nuevo orden social imperante.

Así, la primera herejía digna de mención fue el Arrianismo, que toma su nombre del sacerdote (presbítero, pa ser exactos) Arrio (280-336), que desarrolló una intensa actividad proselitista (quiere esto decir que captó muchos fieles nuevos), en Egipto, aunque, parece ser, era de origen libio.

Resulta que el tal Arrio osó un día enfrentarse a su obispo, asegurando que Dios (El padre de la supuesta Sagrada Trinidad), había creado de la nada al Logos (El hijo, “su” hijo). Es decir, proponía que Dios no era uno y trino a la vez, sino que “hubo un tiempo en que el Hijo no existía, y que, por tanto, el Hijo era una creación de Dios y no era Dios mismo. Cristo, el hijo de dios, solo era Dios en la medida en la que participaba de la Gracia, pero negaba la consustancialidad de ambos.

¡Toma ya!...

Tened en cuenta que esto ocurre hacia el 310 de nuestra era. Aunque también hay que tener en cuenta que antes de Arrio ya otros habían propuesto esto:

Pablo de Samosata, otro de los patriarcas cristianos heterodoxos del siglo III, obispo de Antioquía, proponía que en Dios no había más que una persona, que constituye la única esencia divina. Cristo sería puro hombre, nacido por obra del Espíritu Santo de María Virgen. Pero en él habitó el Logos o Sabiduría de Dios, lo que en parte lo hizo divino y lo eleva por encima de los profetas y de todos los hombres. No es de extrañar que, como os podéis imaginar, fuese condenado y excomulgado.

Tertuliano (160-220) también defendió ideas parecidas, ya que consideraba que el Hijo no era coeterno con el Padre, es decir, no siempre existió, sólo a partir de ser engendrado por el Padre. Aunque si consideraba que era consustancial y fue el primero en emplear el término “trinitas” (Trinidad).

Sea como sea, las ideas de Arrio fueron rápidamente desautorizadas por el Obispo de Alejandría, que lo invitó a retractarse, sin conseguirlo. Es más, persistió en su postura, lo que lo convirtió en hereje. Así en el 321 más de cien obispos celebraron en Alejandría un sínodo para intentar convencerlo de su falsedad, y al no conseguirlo fue condenada su doctrina y él mismo excomulgado.

Cuatro años después, en el 325, en el Concilio de Nicea, el arrianismo fue condenado por herejía y Arrios y sus seguidores fueron exiliados y excomulgados. Aunque también hay que decir que otros concilios posteriores lo restauraron, hasta que en el 381, el Primer Concilio de Constantinopla lo condenó definitivamente.

El caso es que pervivió a la muerte de Arrio, en extrañas circunstancias (por no decir envenenado), en el 336. Y se difundió con éxito entre los pueblos germánicos que por aquella época estaban poco a poco comiéndose al Imperio Romano. Así el arrianismo pervivirá entre los vándalos, los burgundios y los visigodos, que lo mantuvieron hasta bien entrado el siglo VIII.

Estos visigodos introdujeron el arrianismo en la Península Ibérica, la Hispania Romana, en el año 414, y aquí lo establecieron aunque con grandes conflictos con los hispanorromanos que ya habían aceptado la ortodoxia católica. Así, por ejemplo, durante el reinado de Leovigildo (573-586) la tensión entre católicos y arrianos fue extrema, hasta que su hijo, Hermenegildo, abjuró de la herejía en el III Concilio de Toledo (587), agrupando bajo un mismo credo a todos.

Por último mencionar que se ha usado el término “arriano” para tildar desde el mundo católico a cualquiera que cuestionara la unidad de Dios y la Trinidad. Por ejemplo, durante siglos, el mundo cristiano tendió a ver al islam como una forma de arrianismo. Se ha avanzado la hipótesis de que la permanencia de arrianos tanto en Oriente Medio como en África del Norte y en Hispania habría facilitado la expansión musulmana en estas regiones durante los siglo VIII y siglo IX.

Y a modo de curiosidad, terminar diciendo que la expresión española “armarse la de Dios es Cristo”, indicando que va a haber un problema muy grande, hace referencia a las disputas que hubo entre arrianos y católicos entre los siglos IV y VI, mencionadas antes.

Más información y fuentes por aquí: los libros “Herejes y maldito en la historia”, de Agustín Celis Sánchez (Ed. Alba Libros, 2006) e “Historia oculta de los papas”, de Javier García Blanco (Ed. Akasiko, 2010). Webs: http://es.wikipedia.org/wiki/Arrianismo, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Arrio, aquí: http://es.catholic.net/sacerdotes/233/580/articulo.php?id=7356, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_de_Samosata, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Tertuliano, aquí:http://es.wikipedia.org/wiki/Reino_visigodo_de_Toledo.

MIS QUERIDOS HEREJES. INTRODUCCIÓN.

Perpetrado por Oskarele

El diccionario de la RAE dice que, entre otras acepciones, la herejía es un “error en materia de fe, sostenido con pertinacia” (pertinacia es, según este mismo diccionario: Obstinación, terquedad o tenacidad en mantener una opinión, una doctrina o la resolución que se ha tomado; por si no lo sabíais…). Hereje, por lo tanto, es el que comete, por acción, omisión o pensamiento, herejía.

Dicho esto, hay que decir, etimológicamente hablando, que la palabra herejía deriva del griego “hairesis”, que significa doctrina o creencia. Esto nos da una dimensión nueva, por vieja, del concepto: un hereje seria, por lo tanto, un simple creyente.

El problema surge cuando se cree en algo contrario a lo comúnmente aceptado.

Por otro lado, nosotros, en esta seria de artículos que vamos a dedicar a Mis Queridos Herejes, nos vamos a centrar en lo que la Iglesia Católica, cuna y verdugo de herejes, ha considerado y considera que es herejía y que viene a ser lo que dice la RAE, pero centrándose en su confesión.

Es decir, la herejía, según el Vaticano, sería un error en materia de religión que se sostiene con terquedad y sin pruebas. Sería el rebelde que acepta pero no del todo la verdad revelada, el heterodoxo que se rebela contra el fundamentalista, el que cuestiona lo establecido sin rechazarlo por completo.

De ahí que la herejía sea diferente a la apostasía, que sería, según el DRAE “Acción y efecto de apostatar (Negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo”, o de la blasfemia, que sería pronunciar aquella “palabra injuriosa contra Dios, la Virgen o los santos”. En definitiva, ser hereje no es renegar de Cristo y de su fe, o cagarse en Dios. Es algo diferente, aunque suele confundirse.

Así la herejía, generalmente, nace en el propio seno de la iglesia, como una desviación del dogma. Y en muchas ocasiones puede producir, como efectivamente ha producido, un cisma, tanto en lo religioso como en lo mundano.

Pero sigamos. Herejes ha habido desde que existe el dogma. Desde casi el principio aquellos disidentes frente a las corrientes mayoritarios fueron considerados como “tentados por el mal”.

Y desde casi el principio aquellos disidentes fueron exterminados con violencia. Algo curioso, si tenemos en cuenta que esta religión, el cristianismo, fue fundada por un tal Jesús, que, supuestamente, fue torturado hasta morir en la cruz por ser un disidente respecto a las ideas religiosas judías. Y por otro lado, aquellos cristianos, supuestamente, odiaban la violencia y el derramamiento de sangre. Ellos mismos, cuando eran pocos y no aceptados por Roma, fueron perseguidos y arrojados a los leones.

El problema vino cuando los cristianos fueron aceptados.

Roma, temerosa de la fuerza que estaban cogiendo, gracias (o por culpa de) a Constantino, en el 313 aceptó y legalizó el cristianismo con el famoso Edicto de Milán. Este fue un paso clave: Roma terminó haciéndose cristiana. La Iglesia del pobre nazareno aquel se acabó convirtiendo en Imperio.

Y un Imperio para mantenerse tiene que derramar sangre.

Ese fue el giro trágico que tomaron los acontecimientos.

Y el primero en catar la espada de la Roma Cristiana fue Arrio, del que hablaremos en el siguiente texto.

En cuanto dejó de ser perseguida, pasó a ser perseguidora.

En vez de desarrollar y predicar sus mensajes se centraron en el mantenimiento de su propia gloria. Y todo aquel que amenazase su estabilidad será perseguido. El Concilio de Nicea definirá como herética una doctrina divergente de la enseñanza oficial de la Iglesia y de sus dogmas consagrados basados en las Escrituras y la Tradición.

Surge además, otro tipo de herejía curiosa. Se trata de aquellos que se rebelan contra el status, económico, político y social, adquirido por las instituciones religiosas y sus jerarquías. Por ejemplo, el bueno de San Francisco de Asís, que estuvo siempre en el filo de la navaja por sus radicales posturas respecto al clero y a las órdenes religiosas.

Por otro lado tenemos a los infieles, como los judíos y los musulmanes, que si bien no pueden considerarse herejes, también sufrieron la persecución y la represión de la Iglesia de Roma. El Islam, especialmente vino a amenazar con fuerza al cristianismo. Fruto de esto surgirán las famosas Cruzadas, en un empeño de la Iglesia por recuperar las Tierras Santas y luchar contra los infieles.

Con las Cruzadas se creó un claro precedente: los ministros de la Iglesia santificaron el derramamiento de sangre. Se exaltó la violencia. Y comenzaron a usarla contra los herejes dentro de su propio seno, como en el caso de los pobres Cataros o posteriormente los Templarios.

En 1231, Gregorio IX crea un tribunal excepcional encargado de combatir la herejía: la Inquisición. Unos años después, otro papa, Inocencio IV, instaura oficialmente el uso de la tortura en una bula: los herejes no tienen derechos.

Comienza el terror.

El 1 de noviembre de 1478 naca la Santa Inquisición Española, que estaría vigente hasta 1834. Sus víctimas predilectas fueron judíos y moros conversos así como todo aquel que amenazara el orden social establecido.

Pero también es la época de las brujas y de las reformas en Europa: gentes como Lutero o Calvino fueron condenados como herejes. Como respuesta, en 1542 se creó la Inquisición Romana, el Santo Oficio (que pervive en la actualidad con el rimbombante nombre de Congregación para la Doctrina de la Fe, de la que fue jefazo el papa actual, Benedicto XVI).

Y se tendrán que enfrentar con un nuevo enemigo: la incipiente ciencia, con representantes como Copérnico, Galileo, Giordano Bruno o Miguel Servet, acusados de herejes por intentar descubrir cómo funciona el mundo, más allá de la intervención divina.

Y más tarde, ya con el concepto de herejía de capa caída, condenara a movimientos como el marxismo, el socialismo, el anarquismo o la masonería.

En fin. A todos estos condenados por la cristiandad imperante vamos a dedicar esta serie de artículos. Sobra decir que las diferencias entre estos herejes son enormes, pero tienen algo en común: mostrar su heterodoxia frente a lo dictado por Roma. Y lo pagaron con sangre.

Por eso, por ser disidentes rebeldes en una época en la que eso podía suponer la muerte, por eso, esta sección se llamará “MIS QUERIDOS HEREJES”.