Perpetrado por Oskarele
Nuestra vanidad prepotente, como humanos que somos, nos ha hecho concebir la evolución como un proceso que estaba, en realidad, programado para acabar produciéndonos. Pero la evolución de nuestra especie no ha sido como una carrera de relevos, en la que cada nuevo eslabón daba el relevo al anterior. Parece, más bien, que muchas de las primeras formas humanas siguieron caminos laterales que no llevaron a ningún sitio y que terminaron extinguiéndose, seguramente por puro azar.
Hoy en día se discute si el Homo habilis, del que hablamos en el artículo anterior, pertenece a nuestra línea evolutiva o si, por el contrario, fue uno de esos caminos sin salida. Por lo tanto el puesto honorifico de primer antepasado Homo no se le puede adjudicar a ciencia cierta a este habilis.
Sea como sea, lo que sí es cierto es que, ya sea entre los Australopithecus más evolucionados o entre los imprecisos y discutidos habilis, surgió un grupo de usuarios de herramientas, casi surgido de la nada, del que si podemos asegurar a ciencia cierta que somos descendientes.
Se trata de nuestro querido Homo erectus, aquella especie que, en realidad, descubrió Eugène Dubois en la Isla de Java, en 1891.
Como ya vimos en el artículo anterior, solo 200.000 años separan la aparición del supuesto habilis y la del erectus, que se considera surge hace unos dos millones de años, y que permaneció entre nosotros hasta una fecha tan reciente como el 20.000 a. C.
Todo lo que había antes tenía aun un claro carácter simiesco.
Todo lo que vino después era claramente humano.
El erectus fue el primero que cazó de verdad, el primero que utilizó el fuego, el primero que fabricó utensilios complejos, el primero que dejó pruebas de campamentos… comparado con sus antepasados fue una especie extremadamente humana, tanto por su forma como por su comportamiento. Eran muchos más altos, delgados y fuertes , por un lado, así como sumamente más inteligentes, por otro lado, que los Australopithecus y habilis, a los que, sin duda, debían de parecer aterradoramente grandes, vigorosos, veloces y temibles.
Como ya hemos comentado, sus restos fueron precisamente de los primeros en ser encontrados, y, sintomáticamente, esto no ocurrió en África: fueron el famoso Hombre de Java de Dubois, el Hombre de Pekín de Davidson Black y la Gente de Solo de Koenigswald , encontrados en 1891, 1927 y 1938, respectivamente.
Pero lo cierto es que no fueron considerados erectus hasta un tiempo después, en la década de los cuarenta.
Un descubrimiento trascendental se produjo en los años ochenta, en África, en el remoto valle de Turkana, en Kenia, gracias a Richard Leakey (el segundo de los tres hijos de los arqueólogos Louis Leakey y Mary Leakey), que encontró el esqueleto casi completo de un niño de entre 9 y 12 años que había muerto un millón y medio de años antes. El citado esqueleto tenía una apariencia casi moderna, lo que, en cierto modo, no tenía precedentes.
El niño de Turkana era sin duda lo más parecido a nosotros que se había encontrado. Y sin duda era un Homo erectus (aunque algunos lo denominan Homo ergaster)
Poco después, Leakey y su equipo realizaron otro descubrimiento fascinante: se encontraron los restos de una mujer erectus, con la novedad de que los huesos aparecían deformados y cubiertos de toscos bultos, consecuencias de una enfermedad denominada hipervitaminosis A, que solo podía deberse al consumo del hígado de un carnívoro. Esto llevó a dos conclusiones importantísimas: por un lado que comía carne de caza mayor, y por otro, se pudo demostrar la existencia de una conducta social casi humana. La mujer debió vivir durante meses con los molestos dolores (como indicaban la cantidad de bultos), por lo que alguien tuvo que haber cuidado de ella.
Por otro lado hay quien argumenta que estos erectus podían hablar. Se basaban, por un lado, en indicios anatómicos, como la supuesta presencia de un área de Broca, una región del lóbulo frontal del cerebro relacionada con el lenguaje (que los simios no tienen).
Esta versión la creía firmemente Richard Leakey, que además, proponía otra prueba: en aquella época los erectus estaban confeccionando herramientas cada vez más eficaces para descuartizar animales (hachas de mano). Pues bien, para poder transmitir este conocimiento era necesario, según plantea Leakey, algo más que gestos, pues aunque parezca mentira, era bastante chungo hacerlas.
El desarrollo de estas herramientas líticas, mucho más complejas que las usaron los Australopithecus, les permitió sobrevivir en unas sabanas llenicas de antílopes, búfalos, elefantes y leones. La carne de estos grandes animales les permitió un nuevo modo de supervivencia, pero también hizo necesario un reajuste en los vínculos sociales: para poder cazar animales grandes tenían que hacerlo en grupos, lo que por un lado lleva al problema del lenguaje antes planteado, y por otro lado lleva al desarrollo de los campamentos, que a su vez hace la sociedad erectus más compleja.
Todas estas cosas (mejoras en la confección de herramientas, creación de campamentos, desarrollo de la comunicación social…) serán factores determinantes para el gran prodigio del Homo erectus: fue la primera especie de homínidos que salió de África, como veremos en el artículo siguiente.
Mas info y fuentes aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Homo_erectus, aquí: http://www.portalciencia.net/antroevoerec.html, aquí: http://antropos.galeon.com/html/ERECTUS.htm, aquí: http://neanderthalis.blogspot.com/2009/12/homo-erectus-su-historia.html; aquí: http://www.historiasimple.com/2009/07/homo-erectus.html, aquí: http://www.monografias.com/trabajos15/homo-erectus/homo-erectus.shtml.
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