EL SUEÑO DE VOLAR
(B)
¿Quién no soñó alguna vez ser pájaro? ¿Quién no soñó con volar? ¿Quién no desea ver el mundo desde el cielo? Desde el cielo, sólo con el sonido del viento…
Cualquier actividad física que reúna estas características será considerada deporte extremo:
Considerar su práctica como un riesgo físico.
Mucha adrenalina involucrada.
Normalmente, de ejecución individual.
Hay muchos, pero hoy nos ocuparemos del parapente, la sensación de volar, la libertad, el flotar en el cielo…una experiencia fabulosa!
El parapente nació a finales de los años 70 como una derivación del uso de paracaídas para descender desde montañas con fuertes pendientes, de ahí su nombre 'para-pente'. Los primeros parapentistas eran en su mayoría escaladores que buscaban una manera sencilla de bajar de las cumbres una vez que las habían alcanzado, pero su evolución hacia verdaderos planeadores capaces de engancharse a las corrientes térmicas ascendentes, subir y mantenerse en el aire durante horas convirtió al parapente en un deporte en sí mismo, recreacional y competitivo, que hoy practican miles de personas en todo el mundo y que cuenta con circuitos de competición de alto nivel para sus dos disciplinas, el vuelo de distancia o ‘cross-country' y la acrobacia.
El ala, y a veces todo el equipo, se llama así con el mismo nombre, parapente. La definición técnica sería algo así: planeador ligero flexible. Planeador porque no consta de motor y flexible porque no hay partes rígidas que compongan el ala, por lo que puede ser transportado en el maletero de un coche. El peso de todo el equipo, suele rondar los 25-30 kg aunque hay equipos para montaña con una masa aproximada de unos 8 kg . El piloto y ocasionalmente el pasajero de parapente estarán equipados con el equipo de seguridad obligatorio, cascos y paracaídas de emergencia y con diversos instrumentos electrónicos: variómetro o altivario, GPS y equipo de radio.
Al ser un ala flexible de entre 22 y 31m², la turbulencia y sobre todo la cizalladura pueden producir plegadas deformando el perfil alar, perdiendo así parte de su capacidad de sustentación y entrando en distintas configuraciones de vuelo: plegadas asimétricas o frontales, autorrotación, barrena, etc. Si la incidencia se produce a una altura suficiente, normalmente se podrá volver a la configuración natural de vuelo, pero si no es así, se tiene como último recurso hacer uso de un paracaídas muy básico para un caso de emergencia que rara vez se presenta.
Una parte de la formación de un piloto de parapente es justamente el aprendizaje del control del parapente en incidentes en vuelo. Este tipo de curso se llama SIV (Simulación de Incidentes en Vuelo). En este curso el piloto aprenderá a controlar el parapente frente a una incidencia, a hacer maniobras de utilidad (barrenas, pérdidas) y a la correcta utilización del paracaídas de emergencia. Este tipo de cursos se realizan encima del agua para mayor seguridad en caso de tener que utilizar el paracaídas de emergencia con la presencia de una lancha de rescate.
El parapente atrae a hombres y mujeres de las más diversas procedencias, edades y orígenes, apasionados por la posibilidad de volar en pleno contacto con la naturaleza, utilizando los recursos que ésta ofrece, y por la belleza del paisaje visto desde el aire.
Hay pilotos que han comenzado a volar a edades tan tempranas como 10 o 12 años, y otros que con más de 70 siguen practicando el vuelo libre.
Debido a las altas prestaciones de los actuales parapentes ya no se necesitan pronunciadas pendientes para despegar, basta con una ladera enfrentada al viento (que debe tener una intensidad entre 10 a 25 k/h) , y también se puede realizar el primer vuelo sin saber nada: en un parapente biplaza junto a un piloto calificado. Incluso se han inventado máquinas propulsoras que permiten despegar desde suelo llano dando lugar a un deporte distinto, el Paramotor o ‘parapente motorizado'.
Pese a estar considerado como un deporte “extremo” el parapente no conlleva grandes exigencias físicas para aprender a volar y es posible mantener un elevado nivel de seguridad en todos los vuelos, siempre y cuando se aprenda a volar en una buena escuela, mejorando posteriormente los conocimientos propios y la habilidad en el aire, además de utilizar el equipo más adecuado a cada persona.
Y…¡A volarrrrrrrrrrrrrrrr!
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