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"Parece negro", o "parece indio", son insultos frecuentes en América Latina; y "parece blanco" es un frecuente homenaje. La mezcla con sangre negra o india "atrasa la raza"; la mezcla con sangre blanca "mejora la especie". La llamada democracia racial se reduce, en los hechos, a una pirámide social: la cúspide es blanca, o se cree blanca; y la base tiene color oscuro.
Desde la revolución en adelante, Cuba es el país latinoamericano que más ha hecho contra el racismo. Hasta sus enemigos lo reconocen; y a veces lo reconocen lamentándolo. Han quedado definitivamente atrás los tiempos en que los negros no podían bañarse en las playas privadas ("porque tiñen el agua").
Pero todavía los negros cubanos abundan en las cárceles y brillan por su ausencia en las telenovelas, como no sea para representar papeles de esclavos o criados. Una encuesta, publicada en diciembre del 98 por la revista colombiana América negra, revela que los prejuicios racistas sobreviven en la sociedad cubana, a pesar de estos cuarenta años de cambio y progreso, y los prejuicios sobreviven sobre todo entre sus propias víctimas: en Santa Clara, tres de cada diez negros jóvenes consideran que los negros son menos inteligentes que los blancos; y en La Habana, cuatro de cada diez negros de todas las edades creen que ellos son intelectualmente inferiores. "Los negros han sido siempre poco dados al estudio", dice un negro.
Tres siglos y medio de esclavitud son una herencia pesada y porfiada.
De "Espejos blancos para caras negras"
Eduardo Galeano
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