NOSOTROS. PINTANDO PAREDES. ALTAMIRA, PARTE 1: “¡Papa, bueyes!”


Perpetrado por Oskarele

Fui partícipe de un error cometido hace veinte años, de una injusticia que es preciso reconocer y reparar públicamente. Es necesario inclinarse ante la realidad, y en lo que a mí respecta, debo hacer justicia a Marcelino de Sautuola”. Emile de Cartailhac, "Mea culpa de un escéptico”, 1902.

Las maravillosas pinturas rupestres de Lascaux fueron descubiertas en 1940, como comentamos en el artículo anterior. Hoy en día se trata de una de las muestras más sobresalientes del arte de aquellos Homo sapiens europeos, junto con otra cueva maravillosa, descubierta 61 años antes en el norte de la Península Ibérica, en la bella región de Cantabria, cerca de la localidad de Santillana del Mar.

Se trata de las famosísimas cuevas de Altamira.

Su descubrimiento, en 1879, unos veinte años después del hallazgo de los primeros neandertales y unos años antes del hallazgo del Hombre de Java por Dubois, mostró a la humanidad por vez primera la grandiosidad y el pensamiento de aquellos hombres “primitivos”.

En realidad la cueva se descubrió unos años antes: en 1868, Modesto Cubillas, asturiano de nacimiento descubrió la cueva por casualidad, al adentrarse en ella un perro de su propiedad mientras cazaba. Sabedor de que Don Marcelino Sanz de Sautuola, para el que estaba realizando algunos trabajos, se interesaba por estas cosas, le comunicó el hallazgo de aquella cavidad cubierta por la maleza. En aquel momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tuvo la menor transcendencia entre el vecindario de la zona, pues tampoco era demasiado raro encontrar una cueva en una zona kárstica, caracterizada por poseer ya miles de grutas; así que una más, no supuso ninguna novedad. Posteriormente, en 1881, realizó un escrito al Rey Alfonso XII, en el que se dice labrador pobre vecino de Puente Avíos, del Ayuntamiento de Ongayo (Cantabria), manifestando que si la cueva tiene o no algún mérito él fue "el primero que la vio en la edad presente", solicitando algún socorro si se le considera merecedor de ello...

Aunque este tal Modesto fue el que encontró la cueva, las pinturas fueron descubiertas unos años después, en 1879, por María Faustina Sanz Rivarola, la hija pequeña de tan solo añicos, de Marcelino Sanz da Sautola. Mientras este estudiaba la cueva, la joven criatura iluminó con su lámpara el techo de una sala contigua al llamado vestíbulo, descubriendo una inmensa bóveda cubierta de grandes figuras de animales pintadas en rojo y negro, y exclamó: “¡Papa, bueyes!”.

Sautola, nacido en Cantabria en 1831, era un hombre culto e inquieto. Se aficionó a las cuevas y a la prehistoria tras la visita que realizó a la exposición universal de París de 1878. El caso es que cuatro años antes del descubrimiento, en 1875, Sautola ya había estado en la cueva, y la había recorrido en su totalidad, reconociendo algunos signos abstractos, como rayas negras repetidas, a las que no dio demasiada importancia. Afortunadamente en 1879 fue de nuevo, produciéndose el genial hallazgo.

Pero la fortuna de Sautola se tornó en desgracia y amargura…





Al año siguiente, en 1880, publicó sus conclusiones en una obra titulada "Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la Provincia de Santander", en los que mostraba una reproducción de la bóveda natural con sus pinturas. La publicación causó un gran impacto mundial, pues no se esperaba que nuestros ancestros prehistóricos exhibieran tan alto nivel cultural. Aquella bóveda pintada era la primera constancia de la obra dejada por los artistas del paleolítico en las paredes de las cavernas, pero la grandiosidad de las pinturas y el estupendo estado de conservación hicieron que la comunidad científica internacional y las autoridades en Prehistoria, encabezados por Gabriel de Mortillet y Èmile Cartailhac (junto a muchos historiadores españoles, como Eugenio Lemus y Olmo, Ignacio Bolívar, Manuel Antón y Ferrándiz, Eduardo Reyes y Próper, Angel de los Ríos y Ríos), rechazasen la idea de que las pinturas de Altamira fuesen obra del hombre prehistórico, llegándole a acusar de haberlas pintado recientemente él mismo. Consideraban que ni la técnica, ni el color tan nítido a pesar de los años, podían ser naturales.

Sautola falleció en 1888, sin que el mundo aceptase sus teorías ni reconociese la valía y la importancia de su descubrimiento. En todo caso, todo lo contrario, pues murió con el pesar de haber sido acusado de fraude y de impostura. El reconocimiento a la labor de Marcelino Sanz de Sautuola no llegaría, lamentablemente, hasta años después.

En 1891 prehistoriadores franceses descubrieron pinturas rupestres en Les Combarelles y Font de Gaume, y en 1895 se descubrieron los grabados de La Mouth. La comunidad científica francesa, que había negado el merito a Sautola, se dio cuenta del enorme error que habían cometido, tanto que su principal crítico, Èmile Cartailhac, publicó un célebre artículo llamado “Les cavernes ornées de dessins, La grotte d’Altamira (Espagne). Mea culpa d’un sceptique”, reconociendo su equivocación y mostrando su respeto y admiración por Sautuola, como luego haría personalmente en 1902, cuando viajó a España para visitar la cueva y presentar excusas a María… desgraciadamente su padre había muerto en el descredito catorce años antes.


Aparte de sus estudios, que fueron posteriormente recuperados y elogiados, las investigaciones y excavaciones iniciadas tras el reconocimiento científico de Altamira, tuvieron como protagonistas a dos grandes prehistoriadores, el francés Henry Breuil y el alemán Hugo Obermaier, que la estudiaron durante años, publicando una obra clave titulada “La cueva de Altamira en Santillana del Mar”. Breuil, posteriormente, estudiaría otros muchos yacimientos con pinturas rupestres, tanto españoles (la Peña Escrita, en Ciudad Real, la Cueva del Silo, en Burgos, o algunas mas en Andalucía, recogidas en su genial obra “Rock Paintings of Southern Andalusia. A description of a Neolithic and Copper Age Art Group”), como en Francia, donde sería uno de los principales estudiosos de la Cueva de Lascaux, mencionada en el artículo anterior.

Aun así, Breuil, siempre consideró a la Cueva de Altamira como la máxima expresión artística de la prehistoria.

 
Así pues, a partir de entonces Altamira tendrá un gran reconocimiento. En 1921 se toman las primeras medidas para su investigación y adecuación a la visita pública por iniciativa de Alfonso XIII, quien se ocupa personalmente de la tutela de la cueva. En 1924, se inaugurará el primer museo de la Cueva de Altamira donde se exponen los objetos recuperados en las excavaciones arqueológicas.

Con los años se irá convirtiendo un punto de interés turístico y en símbolo cultural de nuestro país… lo que hace que en 1977 se tome la decisión de cerrarla al público, ya que empezaba a deteriorarse. Posteriormente se restaurará y se abrirá de nuevo, hasta que en el 2001 se abre un nuevo museo con una réplica de la cueva, haciendo que la original solo se pueda visitar en contadas ocasiones.


En el siguiente artículo analizaremos brevemente como es la cueva, y porque es considerada la Capilla Sixtina de la prehistoria…

Mas info y fuentes por aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Cueva_de_Altamira, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Marcelino_Sanz_de_Sautuola, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Modesto_Cubillas, aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Breuil, aquí: http://www.santillana-del-mar.com/espanol/altamira_archivos/Marcelino.htm, aquí: http://desdecantabria.blogspot.com/2008/01/don-marcelino-sanz-de-sautuola.html.
Aquí la pagina web del Museo de Altamira: http://museodealtamira.mcu.es/cueva_altamira.html.

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