"¡NO ME ESTOY MURIENDO!"

Perpetrado por Oskarele

El otro día hablábamos por aquí de la invención de la silla eléctrica y de su terrible historia. Uno de los casos más estremecedores relacionados con este terrible método de ejecución es la historia de Willie Francis, el primer caso conocido sobre un fallo en la electrocución de un condenado a muerte.

Willie fue acusado de la muerte de Andrew Thomas, su jefe en una farmacia en Saint Martinville, Luisiana.

El caso es que el caso no estaba demasiado claro. La pasma alegó que Willie portaba la cartera de su jefe en el bolsillo y en confesión el mismo confesó el asesinato, aunque ya sabemos que en los “confesionarios” de aquella época cualquier método era bueno con tal de conseguir que el reo cantase. 


El caso es que el arma que se encontró perenecía a un asistente de alguacil del sheriff y esta prueba, junto con las balas, desaparecieron justo antes del juicio.

A pesar de declararse inocente en el juicio, pese a su confesión, sus abogados, designados por el estado, no hicieron la más mínima defensa, y ni siquiera cuestionaron sus declaraciones.

Ah, se me olvidaba mencionar que era negro...

Así que fue condenado a muerte por asesinato.

“En la fecha señalada será ejecutado mediante una corriente eléctrica suficiente para provocar la muerte inmediata… la corriente pasará por su cuerpo hasta que no haya duda de que se ha producido la muerte”…

Ojala hubiese sido así…


Resulta que, trágicamente, durante la electrocución, la silla falló en su intención de matar a Willie.

"¡Quítenmelo! ¡Quítenmelo! ¡Déjenme respirar!" dijeron los testigos que gritaba el chaval mientras aumentaba la carga letal de electricidad. “No me estoy muriendo!" ("I'm n-not dying!") afirmaron que decía otros testigos.

La movida es que aquella silla eléctrica fue incorrectamente instalada por un funcionario de prisiones, supuestamente afectado por un exceso de etanol.

Willia apeló a la Corte Suprema de los USA, alegando que fue ejecutado tal como lo ordenaba la sentencia judicial, pero que no murió, por lo que, aun así, se cumplió la sentencia. Argumentaba que “volver” a matarlo era incriminarlo doblemente en el mismo caso, además de acusar al estado por castigos crueles.

El argumento fue rechazado y Francis volvió a la silla eléctrica al año siguiente.

Finalmente, Willie Francis fue ejecutado, esta vez con “éxito” el 9 de mayo de 1947.

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