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En la mitología griega, Caco (en griego antiguo Κακός Kakós, ‘malo’ o ‘malvado’), hijo de Hefesto, era un gigante mitad hombre y mitad sátiro que vomitaba torbellinos de llamas y humo.
Vivía en una cueva del monte Aventino en el Lacio (actualmente Roma), en cuya puerta siempre colgaban, para horror de los habitantes del lugar, las cabezas sangrantes de los humanos que devoraba.
Según la Eneida, en la que Evandro cuenta la historia a Eneas, Heracles condujo los rebaños de bueyes de Gerión tras haber derrotado a éste hasta las orillas del Tíber, cerca de la morada de Caco.
Mientras pastaban Heracles se durmió y Caco se encaprichó del ganado, robando cuatro parejas de bueyes que condujo a su cueva arrastrándolos de espaldas por el rabo, de forma que no dejaran huellas. Cuando Heracles despertó y se dispuso a abandonar los pastos, el ganado que le quedaba empezó a mugir lastimosamente hacia la cueva, donde una vaca respondió.
Heracles corrió furioso hacia la cueva. Caco, aterrorizado, había bloqueado la entrada con una roca enorme que mantenían sujeta unas cadenas forjadas por Hefesto. Heracles se vio obligado a arrancar la cima de la montaña para abrirse paso, y Caco le atacó escupiendo remolinos de llamas y humo, de lo que Heracles se defendió con ramas de árboles y rocas del tamaño de piedras de molino.
Perdiendo finalmente la paciencia, Heracles saltó a la cueva, dirigiéndose a la zona en la que el humo era más denso, agarró a Caco y lo estranguló. Según Ovidio, lo mató a golpes de porra.
Otra versión cuenta que Caco hizo caminar de espaldas a las reses para no dejar nuevas huellas. Cuando Heracles pasó con el resto del ganado frente a la cueva de Caco, donde estaban escondidas las reses robadas, empezaron a llamarse unas a las otras.
En la antigua mitología romana, Caco (en latín Cacus) era un dios del fuego. Posteriormente fue degradado al gigante anteriormente descrito.
En los mitos romanos, fue Caca quien traicionó a su hermano Caco contándole a Hércules dónde estaba la cueva en la que se escondía con el ganado robado. Después de matarlo, Hércules fundó un altar en el lugar donde el Foro Boario, el mercado de ganado, se celebraba posteriormente.
En memoria de la victoria de Heracles sobre Caco, los habitantes de la región celebraban todos los años una fiesta en su honor. Antiguos grabados en piedra representan a Caco en el momento del robo, y en el revés de una medalla de Antonino Pío se le muestra derrotado, sin vida, a los pies del héroe y en torno a ellos al agradecido pueblo.
En los techos pintados por los Carrache en el palacio Zampieri de Bolonia, Caco aparece con cabeza de animal sobre cuerpo humano.
La figura y hazañas de este dios se fueron simplificando en la tradición culta. Así, en el Siglo de Oro se le tomaba casi como patrón de los ladrones.
Por ello en la actualidad “caco” se ha convertido sencillamente en sinónimo de ‘ladrón’.
La ilustración: “Hércules y Caco“, por Baccio Bandinelli (1534), Piazza della Signoria, Florencia.
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