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Un mensaje de esperanza ambientalista
Frente a la gravedad de los problemas ambientales todos debemos preguntamos ¿qué se puede hacer ahora? ¿qué puedo hacer yo en mi vida cotidiana? Ante esto me hago eco del pensamiento de Ezequiel Ander-Egg quien afirma la necesidad de ir asumiendo un estilo de vida personal y social, que implique un nuevo modo de relación de los hombres entre sí y con los componentes extrahumanos del entorno. Asumir un nuevo estilo de vida que impregne la propia vida cotidiana y la conciencia de las personas, y esto supone una nueva ética que:
Incluya la dimensión intergeneracional y diacrónica de la solidaridad; tenemos que pensar hoy en la Tierra que le dejamos a los hijos y a los hijos de nuestros hijos.
Alcance una dimensión planetaria, pues todos somos compañeros en el cuidado del planeta.
Reemplace la idea darwiniana de la supervivencia del más apto por la del más cooperativo.
Enseñe a la gente a vivir con lo necesario, desechando toda forma de ostentación o despilfarro. Ello supone la búsqueda de una civilización de la austeridad compartida, caracterizada por la simplicidad y sencillez en el modo de vivir, con el propósito de asegurar que los recursos limitados alcancen para todos.
Reemplace la concepción actual de riqueza y de pobreza consideradas en términos de tener por una concepción en que la riqueza y la pobreza se definan por el ser, de modo tal que el referente de la riqueza sea la vida, y no el dinero.
Reemplace la filosofía Antropocéntrica (la cual nos ha llevado a este nivel de destrucción) por la teoría Biocéntrica (la que permite un equilibrio entre todos los seres que pueblan el planeta).
Lo antedicho nos hace pensar (como lo he manifestado en múltiples oportunidades), que en una sociedad competitiva, basada en el máximo provecho individual, en un mundo donde los recursos son limitados, es imposible que todos ganen. Si uno logra el máximo status a costa del resto, estos en mayor o menor medida estarán sometidos, dominados o explotados. Y el competir, ganar y subir un escalafón, en estos sistemas sociales en los que vivimos no es sólo a costa de otras personas, sino también a costa de la naturaleza. Hay pues una responsabilidad personal de cada uno de nosotros, cuando se habla de asumir un nuevo estilo de vida, que comporta una triple dimensión:
Cambiar la propia vida que desvincule la realización personal del poder adquisitivo, el consumir desmedidamente y el tener cosas meramente materiales.
Cambiar lo que podemos cambiar ya, actuando localmente, comprometiéndonos, pensando en la sociedad que quisiéramos construir y en la nueva civilización que consideramos deseable.
Actuar de manera individual, grupal y organizada uniéndonos y asociándonos a personas que tengan nuestros mismos ideales y valores.
Verdugos y víctimas, por nuestra relación con la naturaleza y por la forma de manipular los eco sistemas, vamos teniendo conciencia de que una explotación ilimitada y un crecimiento económico ilimitado y desigual son imposibles en un mundo cada vez más limitado.
Todos tenemos por delante un gran desafío que podrá superarse únicamente por un esfuerzo compartido.
Tenemos el deber de la esperanza; Tenemos el deber de la utopía, podríamos decir hoy, imaginando un futuro armónico, ambiental y socialmente posible.
Graciela Maubé
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