LA LEYENDA.

(B)

Andamos, solos o acompañados; Erguidos o a gatas; De prisa o despacio; Alegres o tristes; Con rumbo o a la deriva; Con los ojos abiertos o cerrados; Despiertos o dormidos; Serenos o enfadados; Avanzando o retrocediendo, pero, andamos. Nada ni nadie puede detenernos. Lo único insuperable es la muerte, lo demás, puede requerir más o menos esfuerzo y paciencia, y antes o después se supera.

Mi madre era una mujer sencilla y discreta, que hablaba poco y sabía escuchar. Su frase favorita fue siempre: ¿Y por qué no?. En los momentos difíciles de mi vida, suelo hacerme esa misma pregunta. Ninguna de las respuestas es concluyente e incontestable. No es tanto cuestión de orgullo o prepotencia sino de mera supervivencia. Si tienes pies, camina; si tienes alas, vuela. Andes o vueles, el viaje es mucho más importante que el destino final. Y como lo que quería decir ya lo he dicho, para qué escribir más.

A esto se le podría aplicar lo que decía Séneca: "La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.”

Tomás Delgado Arbelo.

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