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Decenas de miles de personas se congregaron hoy en la Plaza del Ayuntamiento de esta ciudad para presenciar el lanzamiento del "chupinazo", el cohete que marca el comienzo de las mundialmente famosas fiestas patronales de San Fermín.
El alcalde Enrique Maya dio comienzo al primero de nueve días de festejos ininterrumpidos al prender el cohete desde el balcón central del Consistorio.
"Pamploneses, pamplonesas ¡viva San Fermín, gora San Fermín!", anunció Maya mientras en la plaza los asistentes se regaban con botella de cava que agitaban y usaban a manera de mangueras a presión.
Otros utilizaban pistolas de agua para rociar con vino a los congregados y en la boca de quienes lo pedían. Los más castizos empuñaban la bota, un recipiente hecho con cuero flexible y embreado por dentro.
"Es mucho más de lo que esperábamos, especialmente la energía, y se trata apenas de la inauguración. Ni siquiera es el primer día" de los encierros con los toros, comentó la turista estadounidense Malika Oyo, acompañada de su hermano Yaka. "Necesitamos sangría. Necesitamos sangría ya", reclamaban a gritos.
Ataviados. Muchos de los asistentes vestían, como marca la tradición, de blanco, con pañuelo rojo al cuello y faja del mismo color. Los pañuelos sólo son anudados al cuello una vez que es lanzado el chupinazo.
"Todo ocurrió tan deprisa. Grité con todas mis fuerzas, pero la verdad es que desde aquí no se oye nada y no sé cómo salió", comentó el alcalde Maya.
Balones playeros rebotaban sobre las cabezas y brazos de miles de asistentes, que coreaban la juerga con gritos de "¡Olé!, ¡Olé!, ¡Olé!".
"El ambiente es increíble, con una sensación que no puede ser experimentada en ninguna otra parte", dijo la pamplonesa Edurne Berastegi.
La fiesta de San Fermín, quizás mejor glorificada por la novela de Ernest Hemingway titulada "The Sun Also Rises" (Fiesta) es reconocida en todo el mundo por sus encierros y corridas con toros de lidia.
A las 8 de la mañana de cada día entre el 7 y el 14 de julio seis toros con un peso medio superior a los 500 kilos (1.100 libras) son soltados con el estruendo de un cohete que marca el inicio de la carrera y otro que marca su fin en la Plaza de Toros. En total se trata de un recorrido de unos 800 metros (875 yardas) por el casco viejo de la ciudad, que ha sido vallado.
Quince personas han muerto por asta de toro desde que comenzaron a ser recopiladas las estadísticas en 1924.
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