VIENDO BALLENAS.


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Si de ballenas se trata, vamos a Puerto Madryn.

La ciudad de Puerto Madryn pertenece al Departamento Viedma de la provincia de Chubut, en plena Patagonia argentina, sobre la costa atlántica. Fue fundada el 28 de julio de 1865, fecha de llegada, a bordo del Velero Mimosa, de los colonos galeses a la costa de Chubut frente a lo que hoy es la ciudad.

Puerto Madryn es una de las ciudades más pujantes de la Patagonia debido a que nuclea distintas actividades económicas: su puerto de aguas profundas permite una intensa actividad pesquera, produce aluminio en su planta de ALUAR (Aluminio Argentino SA), y tiene una dinámica industria turística. Esta ciudad es pionera de la actividad subacuática del país y es punto de apoyo para visitar la sorprendente y única Península Valdés.

UNA HISTORIA CORTITA

El Golfo Nuevo era conocido por navegantes ingleses y fue prolijamente relevado por la gente del almirante Fitz Roy desde 1826 a 1836. Movidos por la organización de Lewis Jones (tipógrafo), Edwin Roberts y el capitán sir Love Jones Perry (del castillo de Madryn en Arfon, de ahí el nombre del puerto), el 28 de julio de 1865 arribaron a la Bahía Nueva 153 galeses.
A pesar de que pocos de ellos eran labriegos su objetivo era cultivar el valle inferior del río Chubut y por tanto su estadía en el puerto fue corta. En pocos meses se trasladaron a las márgenes del río donde se dedicaron al cultivo de trigo.
El trazado del ferrocarril Trelew - Bahía Nueva, el inicio de la pesca a comienzos de siglo y la radicación de ALUAR en los años setenta cimentaron un crecimiento importante e ininterrumpido.

LAS BALLENAS

Desde Puerto Pirámides, muy cerquita de Puerto Madryn, parten las embarcaciones que llegan hasta unos pocos metros de estas ballenas.
Son lanchas o gomones, para vivir la experiencia inolvidable de acercarse a una de ellas.
Es ideal hacer esta visita entre septiembre y diciembre. En esa época el número de ballenas es grande y las posibilidades de avistaje rápido es mayor. Pero aún a fines de diciembre es posible tener la suerte de encontrar algún espécimen rezagado.
Se sale del pequeño puerto. La embarcación se llena de aventureros vestidos en los impermeables que la empresa facilita para mantenerse secos, arriba de los cuales todos deben colocarse el salvavidas obligatorio. Todo está muy organizado para que uno se sienta seguro.

Se arriba hasta donde está la ballena luego de navegar un tiempo, generalmente no más de 15 minutos (la distancia depende de la época del año). Los capitanes intercambian información y así saben donde están las ballenas cada día.

Entonces se apaga el motor de la embarcación para no molestarlas, y por unos momentos parece sólo existir la naturaleza. Ahí nomás, al alcance de la mano, asoma su piel. Y viendo más allá, se observa que el largo de la ballena sobrepasa al de la lancha. Es imponente.
De vez en cuando emite algún sonido que acompaña el soplido del viento en esta parte del mar. Y el cielo y los acantilados a lo lejos enmarcan esta escena.
La ballena "posa" para los turistas.
Si tenemos suerte la ballena saltará, mostrando gran parte de su enorme cuerpo fuera del agua elevando su masa en un gesto que por lo elegante parece desafiar la gravedad, o elevará su cola regalándonos las clásica fotografía.

Claro, los clicks de las cámaras fotográficas no dejan de sonar, ni los comentarios asombrados y el movimiento de los pasajeros que buscan el mejor lugar para no perderse un detalle. El capitán y los ayudantes asisten a los turistas, organizando el movimiento de gente para que nadie se quede sin ver y dando explicaciones.
El avistaje de ballenas dura 45 minutos, ese tiempo está regulado para evitar molestar a los animales.

Vale ir! Es una preciosa experiencia- Recuerdo que mis hijos volvieron con la idea fija de ser oceanógrafos. ;D

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