CHICOS.

(B)
Se preguntarán qué hago escribiendo sobre los muchachos con quienes convivo, mi esposo y mi hijo, sobre otros muchachos que conozco y por qué no? sobre los muchachos que invento, si me lo permiten…

Es que no hay un día del hombre y no es porque ellos no hayan llevado adelante grandes luchas sociales…no, es que ellos han vivido luchando. Entonces, por tan cotidiano, por tan “común”, no se les ha hecho un día en su homenaje. Sugiero que el 8 de marzo sea el Día de la humanidad así compartimos con ellos nuestro homenaje, tal como compartimos la mesa, la cama, los hijos y el tiempo…el tiempo es vida, no?

Los hombres tienen una cuota de misterio…algo parecido a la palabra “imprevisible”. Y es que muchas veces me sorprenden.

Cuando nació nuestra primera hija, en verdad no sabía si atender al flamante papá o a la bebita. Este muchacho tenía un desconcierto que casi se parecía al pánico. Sus manazas fuertes se ponían débiles e inseguras para cargar apenas una nena de dos kg. Y por otro lado, el fulano pintó, cargó muebles y calefaccionó un cuarto con colores pasteles digno de una revista de decoración. Tan fuerte y tan débil…tan protector y tan protegido.

Otro muchachote que conozco casi como mi piel es mi hijo. Reflexivo, callado, radical, pequeño e inmenso. Capaz de llorar por un pájaro herido y duro ante la muerte…fuerte, seguro, rebelde, testarudo. “Los hombres no lloran”…pero resbalan las lágrimas de emoción escuchando Bach.

Los hay diferentes: los rústicos, los que se jactan de no leer en su vida un libro y luego espían el que tienes en la mesa de luz. Los sabihondos, los que siempre tienen la última palabra pero escuchan atentos las primeras. Los futboleros, los adictos al noticiero, los roncadores, los que cantan cuando se bañan y los que cuidan mucho la limpieza del motor del auto pero no se lavan las manos para comer…

Los que llegan con una flor, los que te dan un beso “de pasada”, los que te alzan para cruzar un charco de agua, los que alcanzan los platos de la alacena que está alta…y los que se dejan servir. Los que duermen mientras conduces y los que te van diciendo que el semáforo está en rojo…

Los que traen el dinero del mes y lo ponen en la misma caja junto con el que vos ganaste, los que necesitan que les pidan, los avaros y los generosos.

No quiero hablar de los que abandonan sus hijos o maltratan a sus mujeres…esos no son hombres. Hablo de los hombres de verdad, aquellos con quienes construimos el mundo, aquellos que son tan diferentes a nosotras que guardan un misterio encantador.

Hablo de los que madrugan cada día para trabajar, hablo de los que trabajan en lo que no les gusta pero…”no queda otra”, hablo de los que miran el cuaderno de nuestros hijos, hablo de los que llevan el carrito en el supermercado y hablo también de los caballeros que nos abren la puerta del auto…porque eso no es machismo, eso es amabilidad, eso es gentileza, eso… es bonito, no?

En honor a la verdad...también es bonito cuando nos dicen que estamos bonitas.

No confundamos caballeros con machistas…no confundamos feminismo con falta de femineidad…por favor.

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