EL SELLO DE SALOMÓN

Durante siglos, antes de que se popularizara como "Estrella de David" o Magen David (Escudo de David), este emblema era conocido como Sello de Salomón (Khatam Suleiman para los musulmanes y Jatam Sholomo para los judíos). Distintos textos, en especial el Talmud de Babilonia y algunos relatos musulmanes difundieron la leyenda de que el bíblico rey Salomón poseía un anillo de propiedades mágicas mediante el cual podía controlar a los demonios o hablar con los animales. Dicha sortija portaba un sello con el símbolo del exagrama al que se le añadía el nombre secreto de Dios.

El signo del exagrama posee un significado similar al del ying y el yang, como representación de los opuestos, así como de nexo entre el cielo y la tierra o plasmación ideográfica de la sabiduría sobrehumana.

Sin embargo, el uso más conocido fue siempre el de su carácter protector y mágico. Así, en la Edad Media era habitual encontrar amuletos y talismanes que reproducían el Sello de Salomón, generalmente con la estrella inscrita en un círculo y acompañada de varios puntos. Se creía que estos dibujos mágicos protegían a su portador del influjo de demonios y espíritus maléficos, o simplemente de la mala suerte. También era frecuente grabar el Sello en los marcos o dinteles de la puerta de entrada a las viviendas o en los escalones de las escaleras, con ese mismo carácter protector frente a los espíritus o ante posibles incendios.

La identificación más antigua que se conoce de este símbolo con el pueblo judío data del siglo XIV, cuando los judíos de la ciudad de Praga lo usaron como sigilo de identidad. Sin embargo, no sería hasta finales del siglo XIX, con los movimientos nacionalistas judíos, cuando adquiriría el sentido actual. A pesar de este detalle, sí se conocen representaciones del Sello de carácter judío en épocas más antiguas, como algunos libros hebreos realizados en España en el siglo XIII.

Tiene también una gran importancia en la práctica y la iconografía alquímica, siendo representado en numerosos trabajos sobre la Gran Obra como emblema del fuego y el agua; con los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire); también está relacionado con los siete planetas o metales alquímicos; siendo un símbolo del universo o Macrocosmos. En general, todos los grupos herméticos hacen uso de este símbolo.

Además, es frecuente encontrar también el Sello de Salomón en numerosas construcciones cristianas medievales, como elemento decorativo o como símbolo de la sabiduría divina. Un magnífico ejemplo lo encontramos en la fachada de la catedral de Burgos, en la que se ven varias representaciones del símbolo, tanto en el rosetón principal como en relieves escultóricos. Y, de forma paralela, fue también un motivo ornamental y sagrado, representado de forma recurrente en el arte islámico, donde encontramos obras bellísimas de gran refinamiento.
En cuanto al nombre Salomón no deja de llamar la atención su cercanía con “Shalom”, palabra que significa: paz, bien, perfección y usada como parte del saludo, tanto de judíos como de musulmanes.
Pero Shalom es un concepto mucho más profundo, ya que es uno de los 70 nombres sagrados del Eterno.
Un mamtram que remite a un estado de perfección, de armonía, de estabilidad, de bendición.
Shalom es equilibrio, fuerzas opuestas que se complementan, integridad.
Shalom es ausencia de conflicto pero también un movimiento de progresivo mejoramiento.
Shalom es reparar las brechas, remunerar las deudas, retribuir en la justa medida.

Por cierto, la imagen que abre este post procede de un manuscrito medieval y representa a un breuer (un cervecero alemán). El Sello de Salomón tenía para este gremio, al parecer, un simbolismo alquímico relacionado con el proceso de creación de la cerveza. Quién lo iba a decir.

Saludos
bicho.

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