"Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes", decía José Saramago (Premio Nobel de Literatura, quien el 16 de noviembre hubiera cumplido 91 años).
Hay una práctica muy antigua que consiste en, al final del día, QUEDARSE QUIETO, ADENTRARSE, y rememorar QUÉ ES LO QUE EL DÍA NOS DEJÓ. Allí están esas pequeñas cosas que DAN SIGNIFICADO tanto a lo cotidiano como a las grandes cosas...
Consiste en APRECIAR. "A-PRECIAR" significa VALORAR LO QUE NO TIENE PRECIO. Aquello que, si no nos percatamos de cuánto nos sostiene, se nos escurre como el agua entre los dedos: no retenerlo en el espíritu es dilapidar la Belleza...
A-preciando, lo que espontáneamente surge es EL AGRADECIMIENTO. Y, cuando eso adviene, el paso siguiente es DARLE ESPACIO. Agradecer a la Vida, pero también A ESOS QUE GENERAN PARTE DE LAS PEQUEÑAS COSAS. Nunca callar el "gracias" cotidiano: un mensaje, una llamada, una esquela... Nunca callar.
Saramago lo dijo así:"Sólo diré, crispadamente recogido y mudo, que el que se calla como me callé no podrá morir sin decirlo todo." Digámoslo, entonces, generosamente...
Virginia Gawel.
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