UNA MIGRACION DE MUCHO PESO


By Douglas Clark

En un antiguo lecho de un lago, situado en el Parque Nacional de El Valle de la Muerte al este de California, USA; ocurre una extraña migración.

Rocas de todo tipo, que hasta pueden llegar a pesar 380 kilogramos, navegan plácidamente sobre un terreno perfectamente plano.

El fantasmagórico acto se sabe ocurre, por los rastros acanalados que dejan estas rocas a su paso, como la estela de un avión a chorro.

Cada uno de estos surcos en la tierra, son las crónicas de los viajes que ciertas rocas parecen emprender por voluntad propia y cuya evidencia de sus movimientos son las pistas que dejan marcadas en el barro, que van desde unos pocos centímetros hasta casi un kilometro de distancia. Más sorprendente aun, son las “personalidades” de algunas pistas, algunas van en líneas rectas, como si trataran de huir, pero en cámara lenta, de un depredador; mientras que otras pistas, revelan piedras que parecieran no decidirse por completo que rumbo tomar y tienen un vaivén de paso ebrio sobre arcos sinuosos.

A pesar de tener más de un siglo de observación y de no ser un fenómeno nuevo, sobre el cual ya pesan varias investigaciones científicas, este curioso fenómeno ha confundido a la comunidad geológica y los visitantes del parque por igual. Hasta el día de hoy, nadie ha visto nunca el movimiento rocas.

Pero en lugar de los testigos presenciales, un sinnúmero de teorías se han presentado en los últimos años en un esfuerzo por explicar las razones de las migraciones.

El deslizamiento o migración de estas rocas está confinada a la aptamente llamada zona de Playa Hipódromo. Entre las teorías que se manejaron inicialmente, es el de un simple deslizamiento por una ligerísima pendiente, a paso gradual, por la fuerza de la gravedad. Pero esta teoría fue descartada cuando se reveló que el extremo norte de la playa es en realidad varios centímetros más alto que el extremo sur y que la mayoría de las rocas, de hecho, viajaban a cuesta arriba!

Aunque nadie ha sido capaz de identificar de manera concluyente que hace mover las rocas, debe haber una solución del misterio. En los últimos diez años, la Dra. Paula Messina, profesora de geología en la Universidad Estatal de San José en California, ha hecho su reto entender lo que ha desconcertado a los geólogos desde hace décadas. "Es interesante que nadie las ha visto moverse, así que soy una especie de detective para ver lo que realmente está pasando aquí", dice el Dr. Messina.

Muchos científicos han dedicado gran parte de sus carreras a las “rocas de carreras”, pero por la lejanía de la zona, y por ser un desierto brutal de temperaturas extremas, mantienen limitados sus investigaciones y observaciones. Pero ahora, gracias a la tecnología de geolocalización y navegación satelital de GPS, la Dra. Messina fue la primera en aplicarla para los estudios de este fenómeno.

En 1996, armado con una unidad GPS de mano, ella creó un mapa digital de la ubicación de cada una de las 162 rocas esparcidas por la playa. Con esta tecnología, al cabo de sólo diez días se pudo tener un mapa preciso de toda la red de piedras migratorias y sus canales. Un impresionante total de casi 97 kilómetros de evidencia. De esta manera se ha conseguido trazar los movimientos de cada roca, recogiendo los puntos de longitud y latitud de cada uno.

Acumulando datos de los movimientos con los cambios de clima de la zona, se ha encontrado que dos componentes son esenciales para que las rocas se desplacen: el viento y el agua. Las feroces tormentas de invierno que bajan de las montañas al parecer son parte de la formula.

La superficie de la Playa está formado por sedimentos de arcilla muy fina que se vuelven extremadamente resbaladizos cuando está mojado. Sumándose a esto, están los vientos fuertes que puede rastrillar la Playa a 70 kilómetros por hora. Pero a veces, los vientos más pequeños pueden poner las rocas en movimiento. La explicación de esto radica en su teoría, que vincula el viento y el agua con otro elemento: las bacterias.

Después de períodos de lluvia, las bacterias que duermen en la playa comienzan a “revivir” y multiplicarse. A medida que crecen, salen largos filamentos, como cabellos, que producen una película resbaladiza que daría marcha a los viajes etéreos de estas piedras. "Las superficies ásperas de la piedra natural requieren de tremendas fuerzas para moverlas, por muy ligeras de peso que sean," ella dice."Pero si la superficie es extremadamente lisa, como cabría esperar de una capa bio-geológicas, entonces hasta la mayor de las rocas podrían ser propulsado por un pequeño empujón del viento.

Un efecto similar permite al caracol de jardín deslizarse al segregar una substancia lubricante que le permite llevar su peso y el de su concha, sobre cualquier terreno con el más ínfimo uso de energía. Así sería el efecto de las bacterias en las rocas, al crear esta capa tan deslizante como el teflón de un sartén de cocinar.

En la ciencia, las hipótesis se basan a menudo en la lógica. Pero con los años, la Dra. Messina ha descubierto que en el Hipódromo, la lógica misma, con frecuencia, debe ser arrojado al viento. "Algunas de las rocas han hecho algunas cosas muy fuera de lo imaginado", dice.

En su análisis inicial, la hipótesis estipularía muy lógicamente, que las piedras más grandes y más pesadas viajarían distancias más cortas y las rocas más pequeñas irían a parar más lejos. También parece razonable que las más pesadas piedras angulares (las mas cuadradas) dejaría senderos rectos y que las rocas mas redondas se moverían más erráticamente siguiendo los contornos aerodinámicos de las mismas.

La realidad fue otra, y lo que se descubrió la sorprendió. "Yo estaba analizando los números y encontré que no había absolutamente ninguna correlación entre el tamaño y la forma de las rocas y sus senderos. No había ninguna prueba, por lo que este fue uno de los grandes misterios para mí." Lo que aparece como un terreno plano y uniforme, es en realidad, un mosaico de microclimas. En la parte sureste de la playa, el viento se canaliza a través de un paso bajo en las montañas, formando un túnel de viento natural. Aquí es donde los senderos mas largos y rectos se concentran. En la parte central de la playa, dos túneles de viento natural convergen desde distintas direcciones, creando turbulencias. Es en esta área que los senderos de roca son las más complicadas. "Lo que creo que está pasando", propone la Dra. Messina, "es la topografía circundante es realmente lo que está guiando las rocas y decirles a dónde ir."

Algunas personas han sugerido colocar transmisores de radio a las rocas o levantar las cámaras para su captura "en el acto" con el fin de poner fin a la especulación. Pero, como el Parque Nacional del Valle de la Muerte es 95% designado desierto, toda la investigación en el parque no debe ser invasivo. Está prohibido construir cualquier estructura permanente o instrumentación. Además, nadie está autorizado en la playa cuando está mojado, ya que cada huella que deja una cicatriz indeleble.

Según la Dr. Messina, sobre su trabajo detectivesco: "La gente con frecuencia me preguntan si quiero ver las rocas en la acción y honestamente puedo responder que no,". "La ciencia tiene que ver con la búsqueda del conocimiento, y no necesariamente conoce todas las respuestas. Parte del atractivo de este lugar es su misterio. Está bien conmigo si sigue siendo así."

“Pa lo que hemos quedao”

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