Al hombre se le enseña a esconder sus sentimientos, se le enseña que esta feo llorar, que no es de hombres ser cariñoso, dulce, amoroso, etc. Lo cierto es que esto no protege al hombre; tampoco lo hace más hombre.
Lo que lo hace es más ignorante de su mundo emocional y por lo tanto más débil y expuesto. Todo lo contrario pasa con las mujeres, más libres en la expresión emocional, mejor conocedoras de ese mundo y por lo tanto más capacitadas para manejarlo; así ellas son dominantes (en el buen sentido) en este campo; este dominio las puede capacitar para iniciar y mantener relaciones de calidad.
Al igual que ocurre en el interior de cada uno, que la fuerza de nuestras ideas y planes conscientes, está en el aspecto femenino de nuestra personalidad, en la forma de emociones y deseos, siendo estos el poder inspirador detrás de esas “ideas”; igualmente ocurre en la relación de pareja, el aspecto femenino es el aspecto que “inspira y da ánimos” a la parte masculina, en razón de su mayor fuerza emocional. No se imaginan hasta que punto son necesarias y hasta que punto su potencial puede ser inspirador.
Pero el hombre debe ser consciente, debe apartar la vergüenza y reconocer que necesita aprender a manejar ese mundo emocional; debe reconocer que necesita del afecto emocional femenino; debe reconocer que a las mujeres les gusta que les respondan con atención y amor a su afecto, y debe responder, de lo contrario se va a encontrar con una falta de afecto por parte de ella o una andanada de emociones que en el hombre pueden ser castrantes en vez de la esperada inspiración.
En este delicado juego de las emociones las mujeres han de tener cuidado, por ser las más fuertes, de no exigir un tipo determinado de emoción y de no proyectar imaginación emocional; hay que dejar y enseñar a que el hombre desarrolle y exprese su capacidad emocional con cariño y paciencia, de lo contrario el hombre puede percibir esto como una injerencia o una especie de violación emocional.
Ser menos fuerte emocionalmente, significa estar más expuesto y por lo tanto tener reacciones no muy buenas; a un hombre le hace más daño una proyección con imaginación emocional negativa que las palabras o los puñetazos.
Reflexionar, hablar de esto es entrar en el camino de unas relaciones más armónicas.
Saludos.
Bicho.
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