Supongo que sabéis sobre que os voy a hablar. Se trata de aquellas dichosas caricaturas que levantaron una ola de protestas en el mundo islámico, por considerar que se atentaba contra su fe. Un ejemplo que ilustra contundentemente lo exagerado del respeto social hacia la religión, mucho más allá del mínimo respeto entre humanos. Un ejemplo de cómo en nombre de Dios, a día de hoy, aun se mata y se condena a la gente. Veamos un poco como pasó todo.
30 de septiembre de 2005 (las fechas son muy importantes para comprender realmente el caso)
El Jyllands-Posten, periódico de más tirada de Dinamarca, con una orientación política de centro-derecha (tirando mas pa la derecha que pal centro), publica 12 caricaturas de diferentes dibujantes daneses, convocados por el periódico para romper con el tabú de no dibujar ni mostrar la cara de Mahoma, profeta de los musulmanes, dentro de un artículo sobre autocensura y libertad de expresión, que comentaba el hecho de que ningún artista se atreve a ilustrar los libros infantiles del autor danés Kåre Bluitgen sobre Mahoma a menos que se garantice el anonimato de su trabajo, por miedo a las represalias de musulmanes extremistas. De esto ya se habían hecho eco el 17 de septiembre en un artículo sobre Bluitgen.
Es decir, eran conscientes de que los creyentes en esta religión se iban a molestar ya que, incluso, habían contactado con un experto en religiones que les avisa.
Entre estas imágenes, hay una que sugiere que el profeta esconde una bomba dentro de su turbante, una de las imágenes, en parte comprensiblemente, más polémicas.
12 de octubre de 2005: numerosos líderes musulmanes daneses intentan que el gobierno actúe contra el periódico, sin éxito. Este día varios embajadores de países musulmanes piden una audiencia con el primer ministro, Anders Fogh Rasmussen, para hablar el tema. Éste responde que se debe respetar la libertad de prensa.
Viendo que no consiguen el apoyo necesario, este grupo de líderes musulmanes, liderados por un tal Abú Laban, la autoridad más respetada de la comunidad islámica en Dinamarca, organizan, a finales de año, varios viajes a países islámicos para contar lo sucedido. Comenzaron a difundir desde Egipto a numerosos países árabes un dossier en el que se cuenta toda la movida, aderezado con informaciones “dudosas” sobre el maltrato a los musulmanes en Dinamarca y sobre que el periódico era dirigido por el gobierno danés.
Este dossier contenía las 12 viñetas, así como tres más, cuyo origen es misterioso, pero que no tenían nada que ver con el artículo original. Curiosamente estos tres añadidos eran verdaderamente ofensivas: una mostraba a un hombre barbudo con el hocico de un cerdo sujeto con gomas a la cabeza (se descubrió posteriormente que se trataba de un francés que daba chillidos en un concurso de una feria rural en Francia, sin relación con Dinamarca ni con el islam).
La polémica está servida.
El primer ministro danés, temiéndose lo peor, trata de sembrar bases de concordia en su discurso de final de año, pidiendo el respeto a las religiones.
Comienzan las protestas en los países árabes a principios del 2006. Manifestantes en Pakistán e Indonesia queman banderas danesas (¿alguien sabe donde conseguir banderas danesas aquí? ¿Y en Indonesia?...). Dirigentes de varios países islámicos piden al gobierno Danés que se disculpe (cuando no fueron ellos quienes publicaron las imágenes)
Como respuesta, un diario noruego cercano a la ultraderecha y al fundamentalismo cristiano, reproduce las imágenes, en solidaridad, supuestamente, con el Jyllands-Posten. Esto sucede el 20 de enero de 2006.
En el mundo árabe se toman esto como un nuevo ataque y se hacen llamamientos al boicot comercial no solo a Dinamarca, sino ahora también a Noruega. Ambos países, viendo la espiral creciente, se traen pa casa a muchos de sus embajadores, entre ellos los de Siria, Irán e Indonesia.
Muchos otros diarios de Europa, incluso de EEUU, reproducen de nuevo las imágenes en solidaridad con el periódico danés (como el francés France Soir y el alemán Die Welt)
Aun más leña al fuego, que ya estaba bien caliente.
Se asaltan embajadas y consulados (las de Dinamarca y Noruega en Damasco, Siria); se amenaza no solo a los daneses en estos países, sino a cualquier occidental; las iglesias cristianas de Pakistán, que no tenían nada que ver con la movida, son incendiadas; en febrero llegan las primeras víctimas mortales: cuatro en Afganistán, una en EL Líbano y otra en Somalía; en Irak se queman banderas occidentales, entre ellas la Española; nueve personas fallecen en el ataque por alborotadores libios a la embajada italiana en Bengasi; en Nigeria los manifestantes queman iglesias cristianas y asesinan a varios párrocos…
La Secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, acusa a Irán y Siria de “incitar a la violencia”. Desde Francia, el presidente, Chirac condena las “provocaciones” y pide a la prensa que sea responsable. La Unión Europea estudia crear un código de conducta para la prensa europea con el fin de que no se vuelvan a repetir acontecimientos similares.
Un grupo de doce intelectuales, entre los que se encuentran Salman Rushdie y Bernard-Henri Lévy, publican un manifiesto en “Charlie Hebdo”, periódico izquierdista francés, defendiendo la libertad de expresión y alertando contra la autocensura.
El 26 de octubre de 2006 un tribunal danés rechazó la demanda presentada por siete organizaciones musulmanas contra las caricaturas de Mahoma.
Las protestas continúan. Un imán paquistaní, incluso, llega a ofrecer un millón de dólares por la cabeza del dibujante (cuando en realidad se trataba de doce dibujantes).
Finalmente a mediados del 2006 la cosa llega a su fin.
De todo esto podemos extraer algunas conclusiones. En primer lugar, la desmesurada respuesta de los musulmanes ante algo que, de no haberse publicitado tendenciosamente, no hubiese salido nunca de Dinamarca.
Es increíble que se formase la que se formase por unas putas caricaturas, que pueden gustar más o menos, pero que eran simplemente eso, caricaturas.
Por otro lado, algo sumamente curioso: numerosos medios escritos europeos, así como varios gobiernos del viejo continente, por un lado defendieron la libertad de expresión y condenaron la violencia, pero por otro lado, manifestaron su respeto y simpatía por el daño y las ofensas que se había hecho a los musulmanes. ¿Daño y ofensas por unas caricaturas? Es curioso como aquí, en España, por ejemplo, y en muchos más países europeos, se pueden publicar terribles e irrespetuosas caricaturas sobre políticos o personajes famosos, sin que nadie se amotine por ello.
Pero ¿Por qué no se puede caricaturizar a la religión? ¿Por qué pedir perdón por hacer caricaturas de asuntos religiosos? ¿Por qué tiene la religión ese estatus especial?
El propio periódico danés que las publicó dijo en una editorial: “Los dibujos no violaban la ley danesa pero indudablemente han ofendido a muchos musulmanes, a los que nos gustaría pedir disculpas”
A la fuerza, y ante acontecimientos de este tipo, tenemos que tratar los asuntos religiosos con un cuidado especial que no tenemos hacia otros temas.
De hecho, yo mismo he dudado si escribir o no este texto, por una pequeña sensación inicial de prudencia que me aconsejó no meterme en estos berenjenales. Y tampoco tenía muy claro si publicar en el blog las dichosas imágenes.
Gracias a Dios se me pasó.
Mas info y fuentes: el libro de Richard Dawkins “El espejismo de Dios” (2006), y estas webs: http://es.wikipedia.org/wiki/Caricaturas_de_Mahoma_en_el_peri%C3%B3dico_Jyllands-Posten, aquí: http://blogs.periodistadigital.com/tizas.php/2006/01/31/una_caricatura_de_mahoma_en_dinamarca_en, aquí:http://www.infobae.com/notas/nota.php?Idx=236303&IdxSeccion=0, aquí:http://www.elmundo.es/elmundo/2006/02/02/internacional/1138914331.html, aquí:http://nomegustalapolitica.wordpress.com/2010/03/09/caricatura-de-mahoma-y-libertad-de-expresion/ y aquí, un genial análisis de todas las caricaturas, una por una:http://www.sindioses.org/sociedad/cartoonmahoma.html,
Piden los derechos que ellos no dan en los países que controlan. Piden un respeto tal que elimina cualquier posible crítica a su religión. Las religiones que se publicitan están sujetas al principio de refutación. Se respetan las personas se refutan las ideologías.
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