El cerebro de un bebé se desarrolla plenamente durante la segunda mitad del embarazo, una estimulación adecuada supone darle al bebé una ventaja con la que enfrentarse al mundo, ya que se actúa sobre su estructura neuronal en el momento idóneo, justo cuando es más “moldeable”. Se realiza durante la segunda mitad del embarazo porque durante la primera mitad, sus sentidos aún no están desarrollados y es necesario que lo estén, pues esta estimulación sólo funciona a través de los sentidos.
El aparato auditivo se termina de desarrollar aproximadamente al tercer mes y medio, a partir de ese momento comienza a captar los sonidos intrauterinos y entre el cuarto y quinto mes se encontrará apto para captar sonidos del exterior, a partir de esta etapa ya puede ser estimulado por los diferentes sonidos. Hay que resaltar que los sonidos dentro del útero son diferentes a como los podemos oír nosotros, ya que los atenúa el liquido amniótico y antes de llegar al feto deben atravesar la pared abdominal de la madre.
En consecuencia, los primeros sonidos que escuchará el bebé son los intrauterinos, los que por naturaleza provee la madre: Los latidos de su corazón, sus ruidos respiratorios e intestinales, su voz; es de allí donde proviene esa tranquilidad que nos induce los sonidos rítmicos del oleaje marino o el tambor grave y lento que mimetizan los sonidos respiratorios y cardiacos escuchados en el útero. Por eso es que es tan importante hablarle al bebé, durante la etapa de embarazo, por naturaleza el niño reconocerá la voz de la madre luego de nacer y se sentirá más tranquilo y seguro, ya que la habrá sentido durante todo el periodo prenatal y por eso es también importante que el padre lo haga. Las voces de ambos y la música que escogemos para estimular quedarán en la memoria del bebé como aquellas experiencias placenteras, llenas de cariño y afecto o lo contrario, si es que han sido asociadas a momentos de tristeza o displacer. Así la madre escuche música que “estimula” al bebé, son las reacciones o sentimientos que experimente, los que serán comunicados a su hijo.
Música para los oídos del bebe
La música está compuesta de dos elementos fundamentales: El ritmo y la melodía que pueden integrarse gracias al funcionamiento del oído interno y que a su vez está compuesto por dos sistemas: el sistema vestibular y el sistema coclear.
El sistema vestibular controla el equilibrio y los movimientos corporales y se evidencian en el niño cuando es capaz luego de escuchar la música, expresar su ritmo musical, es decir bailarla o marchar al compás de la misma. Gracias al sistema vestibular la música tiene tanto impacto sobre nuestro cuerpo.
El sistema coclear es el que permite la transformación de vibraciones acústicas en influjos nerviosos que permiten la percepción de la melodía de la música o el sonido.
Escuchar es vital para garantizar el proceso de los aprendizajes tempranos. El desarrollo del proceso del lenguaje depende de cómo se ha estimulado auditivamente a los niños y niñas de edad temprana, dicho en otras palabras, de cómo hemos enseñado a escuchar a los niños. Antes que el niño comience a balbucear o expresar sus primeros sonidos guturales, el niño ya habrá entrenado su oído para enfocar los sonidos del idioma de sus padres, ya habrá aprendido a escuchar las estructuras del lenguaje que les permiten asimilarlas y memorizarlas.
¿Que tipo de música escuchar?
Antes de nacer, los bebes parecen preferir la música suave, melódica y a la vez compleja como la de Mozart y Vivaldi, rechazando la música estridente como el rock pesado.
Gordon Shaw, neurobiólogo de la Universidad Irvine en California, dijo: "Al escuchar música clásica, los niños se estimulan, ejercitan neuronas corticales y fortalecen los circuitos usados para las matemáticas. La música estimula los patrones cerebrales inherentes y refuerza las tareas de razonamiento complejo".
El sonido de los instrumentos que están en frecuencias más agudas provoca una vibración en la cadena de huesecillos del aparato auditivo del bebé que le permite oír ese sonido. Y los de frecuencias muy baja y grave son los que más se perciben, pero no los que más se oyen, ya que los atenúa la pared abdominal que sí deja pasar su vibración, permitiendo que se sientan. Los sonidos de los instrumentos de cuerda son los que más se oyen. El violín se oye, pero no provoca vibración en el embrión o feto; en cambio el violonchelo se oye y además provoca vibración.
El sonido del arpa no provoca vibración a través del líquido; sin embargo, el bebé en el útero puede oír su sonido y la mamá puede relajarse, ya que tiene la virtud de armonizar, tranquilizarla. Podríamos decir que el bebé por nacer, le causa tanto placer como a un adulto oír las gotas de lluvia sobre un techo.
Al margen del tipo de música que se elija, lo más importante son las emociones que despiertan en la madre. Si la música le causa placer o la tranquiliza, le permite expresar su amor, deseos y anhelos, esas emociones y sensaciones son las que serán transmitidas al bebé. No hay contraindicaciones si es que se toman las precauciones necesarias sobre el volumen y el cuidado del bebé.
Fuentes: http://
http://www.babysitio.com/
http://www.familia.cl/
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