El nombre Jesús es la forma que nos llega a nosotros a través del griego y el latín del hebreo Yehošua, que significaba ‘Yahvé es el salvador’.
En los países de habla española no tiene nada de particular llamarse así: ¿quién no tiene un amigo o familiar con ese nombre? Sin embargo, personas procedentes de otros países de tradición cristiana se quedan a menudo sorprendidas con esta costumbre tan hispánica. Que alguien se llame Jesús les resulta a ellos tan extraño como nos resultaría nosotros que un padre quisiera ponerle a su hijo Cristo o, incluso, Dios.
Detrás de esta escasez del nombre Jesús hay una mezcla de devoción y temor religiosos. En Alemania llegó a estar prohibido dárselo a los niños porque se consideraba que podía herir los sentimientos de la comunidad cristiana. En 1998 el tribunal de Fráncfort del Meno lo autorizó argumentando que si nadie se escandalizaba porque hubiera personas llamadas María tampoco tendría por qué pasar nada si alguien se llamaba Jesús. La nota de prensa relativa a la sentencia (en alemán) se refería explícitamente a lo corriente del nombre en los países de habla española, de notoria tradición cristiana, como prueba de que nadie tenía por qué ofenderse.
Fuente; http://blog.lengua-e.com/category/etimol
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