ECOALDEAS.

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Utopía es, etimológicamente, un "lugar que no existe".
Fue el nombre que le puso Tomás Moro en De optimo reipublicae statu de que nova insula Utopia (1516) a un país imaginario con cuyas características sociales, económicas y políticas buscaba inspirar a la Europa del naciente siglo XVI.

Con el tiempo, al adjetivo utópico se le endilgó la acepción de "irrealizable", casi siempre de manera peyorativa. El mundo "civilizado", marchaba al ritmo inexorable del progreso científico y tecnológico hacia un prometido edén bajo las casi divinas leyes del mercado, y no tenía ni tiempo ni ganas de entretenerse con experimentos que implicaran una integración respetuosa con el mundo natural.
Hoy, aunque muchas sociedades e individuos siguen encandilados con el espejismo tecnocrático, demasiadas evidencias de su fracaso han hecho crecer el número de personas en búsqueda de otros modos de vida. La devastación ambiental y social que todos podemos palpar a diario y que se viene agudizando desde hace décadas, animó a buscar otras formas de estructura social.

Ecovillas, Ecopueblos, Ecoaldeas. Los nombres pueden variar, los matices pueden ser muchos, pero en esencia se trata de lo mismo. En palabras de Robert Gilman, "son a escala humana, asentamientos 'completos', donde las actividades humanas están integradas sin provocar daño al mundo natural, de tal modo que permitan un sano desarrollo humano, y que pueda ser continuado satisfactoriamente en un futuro indefinido".
Utopías en construcción permanente, pero tangibles ahora mismo; probables anticipos de lo que podría ser el planeta entero si la semilla de estos intentos se multiplicara hasta conformar una "masa crítica", es decir, un número de comunidades suficiente como para inclinar a toda la Humanidad en ese rumbo.

Llamar "alternativos" a estos emprendimientos no alcanza. No son sólo "otra" cosa sino que pretenden ser algo mejor, profundamente mejor que lo que estamos viviendo.

No se trata de comunidades "verdes" en un sentido cosmético sino, en su interpretación más honda, concibiendo al planeta y a cada uno de sus hábitats como la gran casa de todos, implicando una auténtica renovación espiritual, cultural, económica, política y social.
Algunos detractores hablan de un "retorno al primitivismo", augurando privaciones y pesares.

Las Ecoaldeas asumen una tarea compleja: crear un sistema armónico que supere la dualidad "cultura-naturaleza" y que neutralice cualquier impacto ambiental negativo derivado de la actividad humana. En otras palabras, hacer de la "sustentabilidad" una vivencia cotidiana, infinitamente más que un concepto de moda en los discursos empresariales y políticos. Para eso deben encontrar maneras de preservar los hábitats naturales del lugar, producir alimentos, madera y otros bio-recursos, procesar los residuos orgánicos y líquidos generados en la Ecoaldea y verter el menor residuo tóxico posible, reduciendo al máximo toda generación de basura.
Un tema fundamental para las Ecoaldeas es el desarrollo de un sistema económico capaz de sostener el desenvolvimiento humano, partiendo del principio de equidad, de no explotación de personas ni lugares, ni del futuro en beneficio del presente. Necesita determinar qué actividades económicas son sustentables en relación tanto a los aldeanos como al ambiente, lo que dependerá de las características de cada lugar y de las capacidades de los habitantes. La producción agropecuaria "orgánica" ocupará, naturalmente, un lugar central en ese sistema. En la medida en que el número de Ecoaldeas vaya aumentando, también se hará necesario resolver cómo se efectuarán los intercambios entre ellas. El trueque puede ser un mecanismo válido.

Un punto a resolver, y que atraviesa todos los demás aspectos, es el sistema político que adoptará la Ecoaldea. Incluso será preciso considerar la relación entre la Ecoaldea y las autoridades de la zona donde se encuentre. La mediación parece ser una herramienta útil para dar respuesta a tales cuestiones.

Las Ecoaldeas se conforman definiendo los terrenos que se van a intervenir y el tipo de dueño que se quiere tener; se pueden establecer en tierras de un único dueño, en tierras de múltiples dueños, o ser cada uno dueño de una tierra y generar redes de trabajo conjunto.
Aunque los dueños de cada Ecoaldea se definan de manera diferente, siempre hay tres variables que son los pilares de estas comunidades, según afirma el chileno Mauricio Deliz, quien desde hace 15 años trabaja en el tema de las Ecoaldeas y en el diseño de asentamientos ecológicos sustentables en la organización Change the World. Estos son el trabajo comunitario, el desarrollo espiritual y el cuidado y sostenibilidad del medio ambiente.

Algunas de las Ecoaldeas en marcha son Lebensgarten (Alemania, creada en 1985), Findhorn (Escocia), The Farm (EE.UU.), Huehuecoyotl (México), Sasardí (Colombia), Crystal Waters (Australia) y Ecovilla Gaia (Argentina), entre otras. En 1994 se creó la Red Global de Ecoaldeas (GEN, según la sigla en inglés) con el objetivo de fomentar el desarrollo de asentamientos humanos sostenibles, favorecer el intercambio de información entre los asentamientos y difundir mundialmente el concepto de Ecoaldea.
Todas las Ecoaldeas presentan distintas etapas de evolución y no han logrado aún el estado "ideal" que propone el concepto.

No consumen alimentos producidos con agroquímicos sino que siembran sus propias hortalizas, trabajan en el engorde de animales que viven libremente y no se alimentan de concentrado, enseñándoles a los niños la importancia del trabajo en el campo y de la buena alimentación. Cuidan el recurso hídrico, si es posible desde su lugar de nacimiento, encontrando los métodos más limpios para su uso. Asimismo manejan baños secos u ecológicos, en los que los residuos mezclados con hojarasca al descomponerse, se reutilizan como compost dándole a la tierra los nutrientes que necesita.
Por otro lado, hacen uso de energías renovables, como la solar o eólica y construyen las viviendas con elementos como el barro y la madera, además de reutilizar materiales como el vidrio, el cartón y el plástico, permitiendo que las Ecoaldeas se mantengan y desarrollen a bajos costos económicos y ecológicos.
Los habitantes de estas comunidades aseguran que hay una manera diferente de vivir en el mundo, una que prefiere la naturaleza a la ciudad, en la que además de disfrutar de la tranquilidad de la vida rural, se busca cuidar el medio ambiente a través de prácticas ancestrales que generen un desarrollo sostenible en el lugar en el que residen.
La sostenibilidad se genera en la manera en la que extraen los recursos de la naturaleza, por ejemplo: las personas que habitan en estas comunidades respetan los tiempos de siembra de la tierra, no hacen plantaciones enormes de un solo producto y en la misma época del año, pues esto debilita la tierra y no permite que se genere ningún otro tipo de vida alrededor. Además evitan al máximo talar árboles y sembrar aquellos que no sean propios de la región. Y si bien tienen animales de engorde, de los que se alimentan o de sacan algún beneficio económico, lo hacen respetando su vida, manteniéndolos sanamente y en espacios confortables

Sin embargo, esto recién comienza.

Fuentes: http://www.ecoportal.net/articulos/ecoal​deas.htm http://www.caminosalser.com/321-ecologia​/ecoaldeas-futuro-que-ya-comenzo/
http://www.revistamagna.com.ar/index.php​?option=com_content&view=article&id=277%​3Aecoaldeas-una-manera-diferente-de-conc​ebir-el-mundo&catid=52%3Amedio-ambiente

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