UNA FABULA TRANQUILIZADORA

Continuamos con las interesantísimas reflexiones de Carl Sagan en su propia voz. Una vez más, os recuerdo para cambiar el idioma pulsáis en CC y os recomiendo verlo en pantalla completa y en alta definición (720 p). (Encke).



UNA FABULA TRANQUILIZADORA

Consideremos de nuevo ese punto azul pálido del que hemos hablado. Imaginémonos contemplándolo durante un rato. Miremos ese puntito el tiempo que haga falta y luego tratemos de convencernos de que Dios creo todo el universo exclusivamente para una de entre los diez millones de especies que habitan esa mota de polvo.

Demos ahora un paso más: imaginemos que todo fue creado para un solo matiz de esa especie, o género, o subdivisión étnica o religiosa. Reconocemos en ello una disminución, bastante seria en algunas circunstancias, de nuestra habilidad para comprender el mundo.

De forma característica parecemos abocados a proyectar nuestra propia naturaleza sobre la Naturaleza. “En su arrogancia, el hombre se considera una obra grandiosa, digna de la intervención de una deidad”, escribió telegráficamente Darwin en su cuaderno de notas. “Es más humilde y, en mi opinión, mas cierto considerarle creado a partir de los animales”.

Somos recién llegados. Vivimos en una región olvidada del cosmos. Surgimos de microbios y detritus. Los simios son nuestros primos. Nuestros pensamientos y sentimientos no se hallan enteramente bajo nuestro control. Y, por si fuera poco, estamos estropeando nuestro planeta y convirtiéndonos en un peligro para nosotros mismos.

Bajo nuestros pies, la trampilla está abierta. Nos descubrimos precipitándonos en caída libre, pero sin fondo. Si solamente hace falta algo de mito y ritual para que podamos soportar una noche que parece interminable, ¿quién no va a compadecerse y comprendernos? Queremos estar aquí con una finalidad, aun cuando, a pesar de nuestro autoengaño, ninguna es evidente.

El significado de nuestras vidas y de nuestro frágil planeta viene, pues, únicamente determinado por nuestra propia sabiduría y coraje. Somos nosotros los guardianes del sentido de la vida. Ansiamos un Padre que cuide de nosotros, que perdone nuestros errores, que nos salve de nuestras infantiles equivocaciones. Pero el conocimiento es preferible a la ignorancia. Es mejor, con mucho, abrazar la cruda verdad que creer una fábula tranquilizadora.

La ciencia moderna ha supuesto un viaje a lo desconocido, con una lección de humildad aguardando en cada parada. Las intuiciones de nuestro sentido común pueden ser erróneas. Nuestras preferencias no cuentan. No vivimos en un marco privilegiado de referencia. Si ardemos en deseos de hallar una finalidad cósmica, encontremos primero una meta digna para nosotros.

Carl Sagan.
The Sagan Series, part 3.

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