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SE VENDE DEUDA, OIGA

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Perpetrado por Oskarele.

Estamos jodidos. Todos los días leemos en la prensa o vemos en las noticas cosas como “los mercados secundarios de deuda han lanzado un nuevo ataque a España”… o “España consigue colocar tropecientos mil millones de deuda?... me quedo muerto. ¿Qué es todo esto? Para empezar con nuestra esta nueva serie de artículos dedicados a la crisis y al capitalismo, vamos a intentar explicar y entender a que se refieren, exactamente, estas noticias.

Los países, los estados, son megacorporaciones, superempresas. Tienen millones de trabajadores, con los consecuentes millones de sueldos, y además subcontratan a otras empresas para ofrecer, básicamente, una cosa: servicios. Ya hablemos de atención sanitaria, carreteras o seguridad policial.

Todo esto sale muy caro. Enormemente caro.

El problema es que apenas tienen beneficios. Por un lado por la cantidad de pasta que roban unos y otros. Y por otro porque todo lo que ganan se lo gastan, sobre todo, en dos cosas: pagar a todos los relacionados con esos servicios y, por otro lado, pagar a los que han invertido en el estado.

¿Invertir en el estado?

Pues sí.

El estado tiene tres formas de trincar pasta: los impuestos, en todas sus terribles modalidades, la creación de dinero y la emisión de deuda pública.

¿Qué es la deuda pública?

Consiste, básicamente, en prestar pasta al estado. A cambio, lógicamente, de un interés. Esta movida se manifiesta mediante algo llamado bonos (conoceréis seguro los anuncios de TV donde se incita a comprar “bonos del estado”) u obligaciones.

El estado, pues, tiene la obligación de devolverte la pasta en el tiempo fijado y con el interés fijado.

¿Me explico?

La cosa se pone interesante con el tema del plazo pactado para recuperar el préstamo. Puede ser a corto plazo (menos de un año, en España representado por las Letras del Tesoro), a medio plazo (bonos del estado) o a largo plazo (Obligaciones del estado, aquí).

Cada una de estas opciones temporales marca unos intereses diferentes, pues, lógicamente, no es lo mismo prestar dinero a un año que a 5 o a 30. Cuanto mayor es, los inversores exigen más rentabilidad, ya que no van a volver a disponer de su dinero hasta que concluya este tiempo y necesitan un buen incentivo para tomar la decisión.

Por otro lado, la deuda de un país, en sus diferentes modalidades puede ser comprada tanto por gente del propio país como por gente de otros países. Así surgen dos conceptos mas: deuda interna y externa.

La deuda externa, como vamos a ver, tiene muchísima importancia pues afecta a la económica global hasta límites insospechados.

Pero además es la que más le interesa a los estados, pues posibilita los fondos necesarios sin menoscabo del ahorro nacional.

Estas ventajas que ofrece a corto plazo la deuda externa tienen su contrapartida en el momento de la amortización de la deuda, cuando será necesario captar los recursos en el país sin que esos recursos produzcan una compensación en otros ciudadanos internos.

La compraventa de deuda por parte de los estados sirve, además, para aumentar o reducir la cantidad de dinero en circulación: Si hay inflación sobra dinero en el mercado. El Estado puede vender deuda pública (cambiar títulos por dinero) para así reducir la cantidad de dinero en circulación. Si hay deflación el Estado puede comprar los títulos de deuda pública (dar dinero a cambio de ellos) para aportar más dinero al mercado.

En la Unión Europea, la movida depende del Banco Central Europeo, lo que lo provoca que los países tengan límites en la cantidad de deuda pública que pueden emitir, ya que sería una forma de interferir en la política monetaria común.
Por otro lado, la deuda pública, es algo muy atractivo para los inversores, sobre todo por su , supuesta seguridad de recuperación y al interés alto que generan.

Pero aquí surge el problema: un país que emita confianza, con un economía solvente (al menos en apariencia), da buen rollo a los inversores y se venden sus bonos y demás mecanismos de deuda.

Pero si el país esta jodido, la economía va malamente (o al menos lo parece), los inversores se echan pa’tras y se muestran reacios a comprar deuda.

O, ojo al dato, piden un mayor interés por la deuda.

Esto es vital.

Esta es la famosa “Prima de Riesgo” que no  hace más que subir. En términos generales se puede traducir por cuánto dinero es necesario para que los compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que conlleva entrar en la deuda de los países a invertir.

La movida esta es que los inversores se suelen fiar de determinadas empresas privadas dedicadas a calificar el riesgo de un país de no pagar sus bonos de deuda. Son las malditas y nombradas agencias de rating. Standard & Poor's, Fitch y Moody's y cosas así.

Así, nuestro estado, para poder financiarse, por los prestamos de los señores que compran su deuda, tiene que pagar, por culpa de estas dichosas agencias, unos interesas altísimos.

Y ¿Cómo paga a los que reclaman su deuda por que el plazo ha cumplido? Pues con el dinero de los nuevo inversores.

¿Y si no puede pagar? Pues entramos en impago.

El estado se hunde.

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