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LA CELESTINA. PARTE 2. UNA OBRA CUMBRE DE NUESTRA LITERATURA


Perpetrado por Oskarele

Al margen de todo el follón de ediciones, de títulos y de todos los problemas en torno a la autor inicial y a la vida de Fernando de Rojas, que comentábamos en el artículo anterior, lo importante es la grandísima calidad de una obra esencial de nuestra literatura. Vamos a ver algo sobre la obra en sí. Empezando por ver de qué trata:

Calisto, un niñato de la alta sociedad, solo preocupado por satisfacer sus deseos, cínico, egoísta y algo pesado, está enamorado de Melibea, que en un primer momento lo rechaza. Ante esto, Calisto se vale de la Celestina, una vieja alcahueta y bruja, además de regente de un prostíbulo, que le recomendado su criado, Sempronio.

El otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo de sus intenciones amorosas, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca. A cambio, la vieja le proporcionará una manceba (Areusa) pues su compañero tiene ya relaciones con Elicia, una de las pupilas de la alcahueta.

Mediante la magia de un conjuro a Plutón, unido a sus habilidades dialécticas, logra que Melibea se enamore de Calisto. Como premio Celestina recibe una cadena de oro  y que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual se van presos y son ajusticiados.

Calisto y Melibea viven su primer contacto erótico. En la "Comedia", la muerte de Calisto se producía inmediatamente después (acto XIV). En la "Tragicomedia" la acción sigue con la intercalación del "Tratado de Centurio", los cinco actos añadidos en las ediciones de 1502. Elicia y Areusa, que han perdido a sus amantes, deciden vengarlos y para ello acuden a Centurio, un chulo fanfarrón que organiza una cuadrilla para dar un sobresalto a Calisto cuando vaya a visitar a Melibea.

Se produce el segundo encuentro de los amantes. Los rufianes concertados por Centurio tratan de asustar a los criados de Calisto, pero éstos se defienden y los ponen en fuga; su señor, que dormía en los brazos de Melibea, se intranquilizó y "quiso salir fuera"; en la oscuridad, tropieza y cae de la tapia; muere sin confesión.

Melibea se suicida tras lamentarse de lo efímero y fugaz de sus amores.

El acto XXI y último está ocupado por el plano de Pleberio, padre de la joven protagonista, ante el cadáver de su hija.

Muere hasta el apuntador…

Habría que empezar diciendo que es difícil encajar dentro de un género literario. El titulo indica que es una tragicomedia, y junto a la forma dialogada y la división en actos lo acercan a los dramas teatrales. En cambio no parecía pensada para ser representada, más que nada por su extensión. Lo curioso es que en un principio era una “Comedia”, a pesar de que en aquella época una comedia clásica tenía que tener un final feliz. Y esta no lo tiene...

Tampoco podía llamarse tragedia porque tenía personajes de baja condición social. Así, en el XVIII como no encajaba en las preceptivas clasicistas, especialmente por su extensión, que la hacía irrepresentable, dejó de considerarse teatro para ser definida con términos tan ambiguos como "novela dramática" o "novela dialogada".

La teoría más difundida es la que interpreta a La Celestina como una "comedia humanística" (desarrollo lento, ambientes contemporáneos, personajes humildes, diálogos variados, sentencias y refranes, citas cultas...), al estilo de las que se estaban realizando en Italia.

Se trata de una obra tremendamente irónica y cómica, aunque con elementos, ciertamente, trágicos, cercanos al humor negro, pero también al drama. De ahí, quizá que Rojas decidiese cambiarle el título de comedia a tragicomedia. Esto no quiere decir que las intenciones del autor no fuesen serias, que lo eran.

El propio Rojas afirmó que el propósito era enseñar a los amantes a escapar de la cautividad del amor, y para ello nos recomienda atender al argumento de toda la obra. Muchos han confundido esta intención con algo moralizante, y parte de razón tiene. Pero es más bien un “ten cuidao con lo que haces por amor”. Así se podía decir que es un ejemplo negativo y didáctico de los desastres de aquellos que sucumben al deseo irracional. Por eso el final de la obra no puede resultarnos, en este sentido, más estremecedor: todos los protagonistas, principales y secundarios (Calisto, Melibea, Celestina, Sempronio, Pármeno), hallan una muerte trágica.

Es de destacar de esta obra su carácter realista, que sido motivo de críticas y alabanzas a partes iguales, debido esencialmente a la sensación de modernidad que suele provocar en el ánimo de cualquier lector el concepto de realismo. Habría que hablar más bien de verosimilitud, tanto en las descripciones como en la psicología de los personajes. Así sirve, por un lado, como asombroso catalogo documental de la España de la época.

Todo gira en torno al amor, culpable, en parte, de la muerte de casi todos los protagonistas, como hemos dicho.

El modo de presentar el amor en “La Celestina” es complejo, ambiguo y a veces contrario a las ideas tradicionales recibidas por los jóvenes. Así, por ejemplo, en la literatura amorosa tradicional se respetaba cuidadosamente la separación de las clases sociales, atribuyendo a la clase alta doctrinas y refinamientos ante el amor que las capas bajas eran incapaces de experimentar.

Así, por un lado seria una clara parodia del amor cortés, tan de moda en aquella época. Pero también una llamada de atención, como ya hemos planteado, al amor como locura, exagerando para intentar educar los posibles efectos nocivos de la entrega incondicional. Y también hay que dejar clara la importancia que se le da al sexo, defendido a muerte por la Celestina, que identifica sexo con amor.


Un notable rasgo de La Celestina es que casi todos los personajes carecen de pasado, aparte del que van adquiriendo a consecuencia de lo que les acontece durante el desarrollo de la obra. La única excepción es Celestina misma, cuya biografía se comunica al lector con gran riqueza de detalles. Parece indudable que Rojas empezaba a escribir sin tener ningún concepto fijo y detallado, ideado con anterioridad.

No puede dejar de asombrarnos la modernidad de La Celestina, la riqueza de sus personajes, el verismo del lenguaje y de las situaciones ambientales, la soltura del diálogo y su naturalidad. Sin embargo, ya hemos dicho que la obra se inserta dentro de unos módulos de pensamiento que respondían con fidelidad al horizonte del siglo XV.

La obra es un derroche de lenguaje que fluye con asombrosa facilidad de la boca de todos los personajes, un torrente de palabras que acierta milagrosamente a encauzar constantemente todos los elementos dramáticos, las facetas vivenciales de los personajes, la complejidad de sus tensas relaciones.

Los tonos utilizados, así como los niveles de enunciación, abarcan desde un lenguaje casi erudito y escolástico hasta la más descarada obscenidad, pasando por los distintos grados intermedios del habla popular o culta, de la ironía incisiva o de la más grotesca comicidad, sin olvidar el recurso constante del habla refranera.


Mas info y fuentes por aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/La_Celestina, aquí: http://bib.cervantesvirtual.com/bib_obra/celestina/autor.shtml, aquí: http://www.monografias.com/trabajos/lacelestina/lacelestina.shtml, aquí: http://www.spanisharts.com/books/literature/celestin.htm.

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