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Mario Vargas Llosas. (1977)
" Sí, pues, antes de entrar a Pantilandia estuve de "lavandera", como dijiste, y después donde Moquitos. Hay quienes se creen que las "lavanderas" ganan horrores y se pasan la gran vida. Una mentira de este tamaño, Sinchi. Es un trabajo jodidí, fregadísimo, caminar todo el día, se le ponen a una los pies así de hinchados y muchas veces por las puras, para regresar a la casa con los crespos hechos, sin haber levantado un cliente. Y encima tu cafiche te muele porque no has traído cigarrillos. Tú dirás para qué un cachife, entonces. Porque si no tienes, nadie te respeta, te asaltan, te roban, te sientes desamparada, y, además, Sinchi ¿a quién le gusta vivir sola, sin hombre? Sí, me desvié otra vez, ahora hablo de eso. Era para que sepas por qué, cuanod de repente se corrió la voz que en Pantilandia daban contratos con sueldos fijos, domingos libres y hasta viajes, bueno, fue la locura de las "lavanderas". Era la lotería, Sinchi, ¿no te has cuenta? Un trabajo seguro, sin tener que buscar clientes porque había para regalar, y encima tratadas con toda consideración. Nos parecía un sueño, pues. Fue la atropellada hacia el río Itaya. Pero aunque todas volamos, sólo había contratos para unas pocas y nosotras éramos un chuchonal, ay perdona. Y, además, con la Chuchupe de jefaza ahí, no había manera de entrar. El señor Pantoja le hacía caso a todos sus consejos y ella siempre prefería a las que habían trabajado en casa de Nanay. Por ejemplo, a las que venían de la competencia, los bulines de Moquitos, las aguantaba y les ponía toda clase de peros y les cobraba unas comisiones bárbaras. Y a las "lavanderas" todavía peor, nos desmoralizaba diciendo al señor Pantoja que no le gustan las que vienen de la calle, como las perritas, sino las que han trabajado en domicilio conocido. Quería decir casa Chuchupe, claro. Desgraciada, me estuvo cerrando el paso lo menos cuatro meses. "
Dentro de la literatura antimilitarista se destaca esta obra de juventud del peruano Mario Vargas Llosa.
Es la aventura delirante y casi surrealista de un militar enfrentado a la disciplina y las estrategias de los altos mandos Es todo una crítica honda y cínica a la absurda estructura disciplinaria de los ejércitos y a todo lo que tiene que ver con la vida militar.
Dice Mario Vargas Llosas: “Intenté al principio contar esta historia en serio. Descubrí que era imposible. Fue una experiencia liberadora, que me reveló las posibilidades del juego y el humor en la literatura.”
La historia se desarrolla en la Amazonía Peruana, donde los efectivos del Ejército del Perú son atendidos por un servicio de prostitutas, a quienes llaman "visitadoras". Según el propio autor, la obra se basa en hechos reales, según él mismo pudo constatarlo en 1958 y 1962, cuando viajó a la selva del Perú.
Pantaleón Pantoja, un capitán del Ejército recientemente ascendido, recibe la misión de establecer un servicio de prostitución pata las Fuerzas Armadas del Perú en el más absoluto secreto militar. Estricto cumplidor del deber que le ha sido asignado, Pantaleón se traslada a Iquitos, en plena selva, para llevar a cabo su cometido, pero se entrega a esta misión con tal obcecación que termina por poner en peligro el engranaje que él mismo ha puesto en movimiento.
El eterno debate entre verdad y mentira, entre necesidad y virtud, y las perniciosas consecuencias que depara a veces la observancia rigurosa del deber son valores fundamentales de esta extraordinaria novela. El realismo social presente en su obra da paso a una precisa dosificación del sentido del humor, la sátira y la ironía que enriquecen el desarrollo de la novela.
Si hay una cosa que define a Mario Vargas Llosa es su vocación de escritor y un ejercicio fiel a ese propósito, a lo largo de toda su vida. Una vocación que, como confiesa en sus memorias El pez en el agua (1993), surgió casi como una rebelión contra la autoridad paterna y pronto se convirtió en la temprana certeza de que su destino estaría marcado por el ritmo del tableteo de una máquina de escribir. Nacido en la ciudad peruana de Arequipa, en 1936, Mario Vargas Llosa no conoció a su padre hasta los diez años. Sus padres habían estado separados desde su nacimiento y el episodio del reencuentro afectó de forma definitiva el destino de este niño que no quería cambiar los mimos de su madre por una férrea disciplina. Esta circunstancia le hizo descubrir pronto algo que él mismo suele considerar como segundo gran móvil de su existencia: el ansia de libertad.
Sus obras más destacadas: La ciudad y los perros (1963) La casa verde (1966), Premio Rómulo Gallegos Los cachorros (1967) Conversación en La Catedral (1969) Pantaleón y las visitadoras (1973) La tía Julia y el escribidor (1977) La guerra del fin del mundo (1981) Historia de Mayta (1984) ¿Quién mató a Palomino Molero? (1986) El hablador (1987) Elogio de la madrastra (1988) Lituma en los Andes (1993), Premio Planeta Los cuadernos de don Rigoberto (1997) La Fiesta del Chivo (2000) El paraíso en la otra esquina (2003) Travesuras de la niña mala (2006) El sueño del celta (2010)
Durante los años 80 y 90 del siglo XX, Vargas Llosa dejó a un lado su carrera literaria para abrazar el activismo político y llegando a presentarse como candidato a presidente del Perú enfrentándose a Alberto Fujimori, quien acabó ganando las elecciones. Vargas Llosa decidió instalarse en España donde le fue concedida la doble nacionalidad peruana-española.
Tras ese periplo, Vargas Llosa retomó con intensidad la literatura.
En cuanto a los premios recibidos por Mario Vargas Llosa a lo largo de su carrera, estos son muy numerosos e importantes. Además del Cervantes y Nobel (2010), Vargas Llosa ha recibido galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras, el Planeta de 1993, incontables Honoris Causa, o el Biblioteca Breve de 1963.
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